Capítulo 10

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El despertador levantó a Mariana de un susto, fastidiada por el sonido se envolvió con las cobijas hasta la cabeza y después de unos segundos se resignó a alistarse para empezar su día.

Salió del cuarto para ducharse, recorrió el pasillo de vapor y al meterse a la regadera de golpe se escapó un chorro de agua congelada, Mariana dio un salto al sentir el impactó glacial contra su tibia piel y sin saber exactamente por qué se desahogó gritando enérgicamente y dejando caer un par de lágrimas que se mezclaron con el agua convencional.

Había quedado de verse con Raúl y Erick en la mesa mágica a las 10:00 de la mañana, por lo que antes bajó para desayunar algo de prisa y después se encaminó al jardín envuelto en neblina y gotas húmedas que segregaba el rocío, algunas ramas iban rasguñando su pantalón de mezclilla.

Al llegar a la mesa mágica encontró a ambos chicos husmeando a los alrededores, observó los materiales que estaban sobre la mesa de madera y se aproximó a echar un vistazo, latas de lubricante, brochas de pintura gruesas, guantes de plástico y unas batas desechables, Mariana sin pedir permiso se puso una bata por encima de su blusa café.

—Hola. —Saludó Erick.

—Solo hay que terminar con esto. —Saludó con desaliento.

Raúl se acercó para ponerse igualmente una bata, Mariana sobre reaccionó con una pulsión, como si este fuera hacerle daño y se cubriera para evitarlo.

—Soy un tremendo imbécil. —Dijo tratando de cogerle la mano. —No te culpo si me temes. —Mariana alzó la mirada para posar sus desfallecidos ojos sobre él. —Lamento todo lo que te hice y lamento haber arruinado tu primer baile escolar.

Tenía un aspecto fatigado, con una larga y ancha herida en su labio, irradiaba súplica con su mirar limpió y cristalino, Mariana entonces asintió, detrás se hallaba Erick con un ademán sombrío y sereno, observando el comportamiento de Raúl.

—Olvidaba lo feroz que golpeas. —Dijo entre dolido.

Erick se acercó hasta quedar frente a él.

—No quiero volver a maltratarte Raúl, muestra respeto hacia las mujeres y hacia ti, debes enfocarte en usar con responsabilidad tu poder y en considerar a Karen.

El otro asintió con comprensión.

—Karen es una mujer grandiosa, aprovéchala. —Erick le dio un ligero puñetazo en el hombro, colmado de apego.

Mariana se encontraba a unos metros de la mesa sentada en una frondosa piedra tratando de abrir una de las latas, Erick la observó y se acercó a ella con intrepidez.

—Déjame ayudarte. —Sugirió.

Mariana se la tendió y este tiró de ella con fuerza para abrirla.

—Debemos comenzar pintando la parte superior de la mesa. —Explicó, para después dirigirse al quiosco.

Raúl sumergió la brocha y al sacarla derramó un hilo de lubricante para después empezar a trabajar, el lubricante tenía un tono marrón transparente, parecía una espesa jalea.

—Cuando no haya miel, puedes agarrar un poco de esto. —Bromeó Raúl lanzándole un brochazo a su amigo.

Mariana agachó la mirada y continuó trabajando mientras las risas de Erick y Raúl armonizaban el ambiente.

—¡Erick! —Exclamó Mariana cuando sintió que un hilo de lubricante le ensuciaba las manos.

—¿También tú quieres? —Bromeó Erick tomándola por la cintura manchándole el rostro con unas gotas de lubricante, está río divertida con un sonrojo notorio, Mariana también sumergió la brocha en la lata y se la arrojó de vuelta.

Ander.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora