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El amanecer formó una hilera de colores que pintó un paisaje en el cielo, pese al revuelo ocurrido ayer, el día era soleado y los estudiantes llevaban puesta una sonrisa triunfante, parloteando en los pasillos para asistir a clase con normalidad, esa mañana Mariana sintió que estaba totalmente renovada, que había descubierto un lado astuto y valiente, descendió las escaleras con lentitud, admirando como por el vitral del emblema se filtraba una luz cálida que alumbraba con encanto su rostro, aclarando sus facciones, remarcando la claridad de sus ojos y de su cabello castaño, al estar a mediados de las escaleras se detuvo y los alumnos que la golpeaban a los costados desaparecieron, el ruido estudiantil cesó y la luz alumbró con más potencia su brillosa mirada, Erick se encontraba parado debajo, con una media sonrisa, sus miradas coincidieron en el momento perfecto, ambos admiraron un ráfaga de colores que alumbró sus rostros, Mariana terminó por descender los marmoleados escalones y se detuvo a unos centímetros de él, agachó la cabeza, causado que el cabello le tapará parte de la cara, Erick pasó la mano por su oreja y le puso detrás el mechón que la cubría, después colocó la mano en su mejilla y levantó su rostro para admirarla con fascinación.
—Lo que pasó ayer...
—Representa lo mucho que deseo estar junto a ti y el temor que tengo de perderte. —Completó él.
Mariana esbozó una sonrisa que presumió sus dientes aperlados y sus mejillas se pintaron de un tono rojizo.
—Quiero estar contigo. —Sumó él. —Pero solo si tú lo deseas.
—Llevo tanto tiempo deseándolo. —Pensó en voz alta y después esbozó un gesto de asombro al percatarse de su atrevimiento.
Erick soltó una carcajada refinada y después se acercó a besarla, en ese momento Mariana sintió una plenitud que la llenó por completo, sintió desde lo recóndito de su corazón una ardiente emoción que la consumió con prisa, después de tantas desgracias, estaba convencida de que toda la espera había valido la pena.
—¿Me quieres explicar por qué fuiste a enfrentar a Kenneth y Mauricio tú sola? —Interrumpió Cristina con enfado.
Mariana se giró para admirar a su amiga con el ceño fruncido y un temperamento exaltado.
—Tomaste una decisión irresponsable, agarraste mis herramientas tácticas sin saber lo peligroso que es utilizarlas sin entrenamiento previo.
—Estoy cansada de esperar. —Contestó Mariana esbozando un gesto noble. —Casi matan a Verónica.
—Y a mí. —Agregó Cristina dejando ver los hematomas alrededor de su cuello. —Y a ti, cualquiera de nosotros pudo haber muerto por tu imprudencia.
—Cristina, no seas tan dura. —Intervino Erick.
—Ella tiene razón. —Reconoció Mariana cabizbaja. —Los puse a todos en peligro, pero pude obtener las evidencias que necesitábamos para delatarlos, ahora todo tendría que ser diferente.
—No quiero que vuelvas a pensar que puedes hacer justicia por tu mano propia, ¿entendiste?
Mariana asintió sintiendo una ligera pesadumbre.
—Te espero a las 5 en el aula de educación física, aún tienes mucho que aprender. —Dijo en un tono firme.
—¿Cristina, estás bien? —Preguntó él sujetando su hombro para retenerla.
—Por lo que veo, soy la única que está consciente de las consecuencias, ¿en realidad crees que se van a detener con las sanciones que les ponga Ana? —Respondió preocupada. —Lo que hizo Mariana fue declararles la guerra.
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Ander.
Mystery / Thriller¿Dinero, belleza, ambiciones? En esta academia lo que importa es el trabajo de tus padres y que tan preparado estás para enfrentarte a todos los peligros que corres.