Capítulo 35

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—¿Qué es esto? —Inquirió Omar para sí.

—Un pequeño detalle.

Endulzó la voz de Mariana, Omar tomó la pequeña caja de cartón que permanecía dentro de su mochila y al abrirla encontró un párrafo del libro Universo interno.

Es imposible vencer a alguien que jamás se rinde y que, además, trabaja siempre con mentalidad positiva.

—Estoy segura de que todo tu tormento espiritual y emocional cesará pronto, estaré contigo. —Agregó Mariana.

Las últimas palabras salidas de la boca de Mariana se instalaron en la mente de Omar, y al admirar la espesura del tránsito estudiantil, recapituló entonces todo lo ocurrido días atrás con Paulina, la amenaza de los otros y su declive moral, finalmente explotó.

—Necesito confesarte algo. —Dijo entre temblando.

—¿Es sobre tus inquietudes emocionales?

Él asintió.

—Lo resolveremos. —Dijo ella tomando su mano. —Juntos.

—No se trata de mí, sino de ti.

—¿De mí? —Contestó frunciendo el ceño.

Omar calló unos segundos para tomar aire y apartar la mirada.

—Era de noche, el viento soplaba con fuerza, se percibía en el aire la tristeza de Paulina, sentía sobre mi piel su desasosiego, los árboles del bosque son testigos de ello, mi única intención era consolarla, estaba tan nervioso, tenía frío, tenía miedo, se desahogó, me depositó todas sus inquietudes y las cargué, creí poder con eso, pero prontamente descubrí que estaba vulnerable, cuando me besó. —Pausó para tomar aire. —Aquel suceso quise pasarlo desapercibido, pero entendí que me dejó represalias cuando mis emociones se salieron de control, lo único que pienso ahora, es en lo poco hombre que soy para ti, en que mereces trasparencia, honestidad, valentía, mereces a alguien que no tenga clavado en el corazón a otra persona, a alguien que no dude de quererte, de amarte, mereces a alguien que no se confunda si lo llegan a besar y me temo que no podré darte eso jamás.

Mariana se heló, dejó de respirar, dejó de parpadear, dejó de escuchar, de ver, de sentir, de vivir.

—¿Tú... —Comenzó proliferando frases entre cortadas —Me...me...fuiste infiel...con... —Tomó aire con profundidad para evitar romper en llanto. —Mi mejor amiga?

—Mariana, por favor. —Rogó Omar entre sollozando. —No quiero perderte.

Mariana escuchaba con resonancia sus palabras, atendía el ruido a su alrededor con lejanía, su vista se nubló, retrocedió con escandalo para alejarse de Omar, sintió un mareo instantáneo que le provocó sujetarse de la pared, su respiración estaba tan agitada que emitía jadeos hiperventilados, sus piernas le fallaron, temblaron hasta causarle una ligera caída.

—¡Mariana! —Insistió él.

Ella levantó el rostro evidenciando su aspecto pálido y afligido, posó la mirada sobre la de él, alzó la mano a la altura de su oído y sin quitarle la mirada de encima, se retiró el anillo del dedo anular y lo dejó caer al suelo.

—¡No! —Resopló Omar con despecho, mientras levantaba el anillo.

—¡Todo en mi vida es una mentira! —Gritó ella. —Mi amistad con Paulina, tu amor, mi estancia aquí, el trabajo de mis padres.

—Mariana...

—¡Me ocultaron todo!

Omar se mantuvo en silencio admirando el aspecto tan destruido que tenía Mariana, el gesto tan fantasmagórico que llevaba puesto, la ira que trasmitía, entendió que había lastimado a la mujer que más habría querido amar, que la había perdido, entonces el aire le faltó, el miedo lo invadió, la súplica le llegó, se dejó caer de rodillas al sentir como sus piernas no le respondían.

Ander.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora