Capítulo 30

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La consuetudinaria alarma sonó, desde su cama, Natalia saltó sobresaltada, llenó todo su pecho de aire para detener su acelerado corazón, tenía pensamientos rumiantes que damnificaban su concentración, se interrogaba con exigencia, ¿qué había sucedido?, ¿realmente sentía algo por Mauricio?, ¿debería contárselo a Erick?, se admiró en el espejo, las lágrimas eran una característica intrínseca de su profunda angustia, se limpió el rostro con el dorso de la mano y se apresuró a alistarse, a pesar de llevar sobre el rostro una numerosa cantidad de maquillaje adinerado y prendas de alta costura, se miraba exhausta y repleta de zozobra.

Resentía desde el entendimiento de su lealtad la intencionada infidelidad que había causado su soledad, se desistía a pagar las consecuencias, no quería perder a Erick, ni quería estar sola. Estaba pérdida en un inmenso laberinto de desbarajuste.

Sin saber si el corazón o la razón acertarían, optó por salir de su habitación y buscar a Mauricio, escuchaba a la lejanía saludos cálidos de colegas intelectuales, risas, murmullos, pasos golpear fuertemente el suelo, dejando ecos estridentes, palabras inelegibles, a la derecha vio a Karen reír sujeta de la mano de Raúl, a la izquierda admiró a Paulina reventar una bomba de goma de mascar, en frente, finalmente halló a Mauricio.

—¿Realmente pasó lo de anoche? —Preguntó con timidez.

Sobre el pasillo desnudo, entre rascando su casillero, Mauricio levantó la vista y admiró el estremecimiento que a ella le causaba mirarlo.

—Volverá a pasar. —Susurró acercándose a ella.

Natalia dio un ligero brinco cuando sintió posada sobre su mejilla la mano de Mauricio.

—Conmigo no te faltará nada. —Se inclinó hacia Natalia con vehemencia para darle un cálido beso en la mejilla.

—Estuve toda la noche intranquila... —Confesó en voz queda. —Pensando en Erick...

—Él no tiene por qué saberlo. —Intervino Mauricio.

Ella agachó la mirada y se encogió de hombros.

—Si deseas estar conmigo, debes ser valiente. —Dijo tomando su mentón para levantar su rostro.

Natalia sonrió con un brillo resplandeciente al escuchar aquellas palabras.

—Conocerás mis secretos, conocerás para quienes trabajo, formarás parte de mi mundo, pero solo si eres valiente. —Recalcó. —Juntos ascenderemos a la grandeza, tu poder y el mío se volverán inquebrantables cuando nos unamos, solo debes estar segura de querer esto.

Natalia escudriñó su rostro con minuciosidad, en busca de una respuesta, todo lo que deseaba tener con Erick, Mauricio se lo daría, la adentraría a su mundo, la tomaría en cuenta para tomar sus decisiones y la amaría con pasión, sentía un revuelo interno, podía renunciar a él o tener lo que siempre soñó, pero eso significaba traicionar a Erick.

—Estoy segura. —Contestó al tiempo que pasaba saliva.

—¿Estás consiente de tu decisión? —Presionó él.

—Sí. —Respondió ella sin titubear.

Mauricio puso ambas manos en sus mejillas y observó con dureza sus limpios y centelleantes ojos.

—Pasaré a verte está noche, después de la reunión. —Dijo Mauricio retirándose.

Natalia esbozó un ademán meditabundo, quedó en medio del pasillo, admirando con lentitud el andar sereno de los alumnos con sus sonrisas perfectas, levantó la mirada y no se permitió evidenciar su tormento hasta llegar a su bella alcoba, deslizó la tarjeta y dejó salir un suspiro.

Ander.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora