Jeon Jungkook.

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"No paramos de espiar a los muertos: abrimos sus cartas, leemos sus diarios e inspeccionamos sus cosas en espera de una indicación, una palabra definitiva de los que nos han abandonado." (El asesino ciego, Margaret Atwood, 2000.)






Estuvo mucho tiempo intentando salir.

Después de sentir la terrible explosión en uno de los pisos de abajo, muchos escombros cayeron al suelo. Pedazos de techo y vidrios.

Jungkook se volvió loco intentando salir. Pero fue inútil, ya que habían caído muchos pedazos enormes del techo que impedían que la puerta se pudiera abrir.

Después de unos minutos de estar intentando salir, se había rendido.

Jungkook se asomó por la ventana que estaba rota. Miró al vacío, miró a muchas personas corriendo por sus vidas, incluso las escuchaba gritar.
También escuchó a lo lejos las sirenas de los bomberos y policías que apenas llegaban a la escena.

Estaba completamente rendido, se recargó en la pared con la mirada aún en el desastre de abajo.

—¿Este es el final?— preguntó sollozando. No tenía de otra.

Sabía que llorar no serviría de nada, no era como si mágicamente sus lágrimas fueran a ayudarlo en algo. Todo lo que hiciera era inútil.

La cabeza de Jungkook no dejaba de recordar cada una de las palabras de Taehyung antes de irse.
Quería volver a verlo, abrazarlo y decirle lo mucho que lo ama.

—Pero ya es tarde...voy a morir.— dijo cayendo al suelo de su oficina.— perdóname, Taehyung...te voy a dejar solo.— cerró los ojos y recargó su cabeza contra la pared.

Sería tonto decir que Jungkook no había intentado llamarlo, pero, sus llamadas no entraban, al parecer, la línea había caído. No podía llamar a nadie, ni a Taehyung, ni a alguna persona que lo ayudara.

—Taehyung...perdóname.— repitió con la voz entre cortada, tenía un nudo tan grande en su garganta que necesitaba desatarlo.

"Yo también prometo vivir cien años, todos contigo"

"No se que haría si llegaras a morir."

—Soy un asco, Taehyung. Voy a morir...prometí...vivir cien años, todos contigo...y aquí estoy, encerrado, sin hacer nada.— continuó llorando, era lo único que sabía hacer. Pero, su llanto fue interrumpido por una brillante luz que aparecía enfrente de él. Lentamente abrió los ojos, para llevarse una gran sorpresa.

—Perdoname tu a mi, Jungkook.— habló esa voz que tanto amaba, esa voz que tanto deseaba escuchar en ese momento. Abrió los ojos y se sorprendió al ver a Taehyung, parado enfrente de él.

Rápidamente, Jungkook se levantó del piso.

—¿T-Taehyung?— titubeó.

Por alguna extraña razón, ahora Taehyung y él eran de la misma estatura. Venía vestido con un saco largo blanco y unos pantalones blancos, estaba totalmente descalzo, mientras que su cabello estaba pintado de azul celeste. ¿Qué pasa? ¿Se hizo un cambio y no se lo dijo?

—¿Lo soy?— preguntó Taehyung completamente serio. Jungkook pasó de largo la actitud rara de Taehyung, se lanzó a él y lo abrazó.

—Perdoname, Taehyung. Perdoname por haberte dejado solo.— su cabeza estaba recargada en el hombro de Taehyung. Por otro lado, él no correspondía su abrazo.

—No, Jungkook, perdóname tú a mi.— Jungkook soltó a Taehyung poniendo sus manos en sus mejillas.— yo prometí que te cuidaría hasta el final...pero estás aquí.— suspiró pesado.

✈︎┋El Diario De Las Torres Gemelas. ᵏᵒᵒᵏᵛDonde viven las historias. Descúbrelo ahora