Capítulo Dos.
Jason Weller.
— Necesito que me consigas al menos un gramo. — Él se quedó mirándome, cogió su teléfono y empezó a escribir, cuando acabó me miró.
— ¿Tienes el dinero?
— Ahora mismo no, dame una semana y te lo pago.
— Jason, eso me dijiste la última vez y me metí en problemas por tu culpa.
— Te estoy diciendo que te pagaré, tú consígueme la cocaína y ya.
— Está bien, mañana iré a tu casa a llevártela.
— No, mañana no, tengo una reunión familiar, el domingo pasaré a buscarla.
— De acuerdo —. Le dí la mano, sin decir nada más me fuí del callejón, hace una semana que no me meto coca y ya lo necesito. Me subí a mi moto, y arranqué. A penas entré a mi casa mi padre habló.
— ¿Dónde estabas?
— En la calle.
— Jason, todo el día estás fuera de la casa, no trabajas, no quieres empezar la universidad — Rodé los ojos — ¿Qué piensas hacer con tu vida?
— Vivirla. ¿Ya me dejas tranquilo? — Él suspiró, mi madre me miró.
— Cariño, tienes que sentar cabeza, aún estás a tiempo.
— Estoy bastante grandecito cómo para que me digan qué hacer — No los dejé decir nada más y subí a mi habitación.
Tengo 19 años y no permitiré que controlen mi vida. Y tengo mejores cosas que pensar antes que estar discutiendo con mis padres, necesito dinero para pagar la coca.
Cogí mi ordenador, entré a mi chat con Dylan, un amigo mío, o bueno, sólo le escribo para pedirle dinero prestado.
Chat.
— Dylan, necesito un favor tuyo. — Lo leyó al instante.
— Era de esperarse, sólo me escribes cuando necesitas algo, ¿Qué quieres?
— Que me prestes 150 dólares.
— ¿Qué? No Jason, siempre que te presto me lo devuelves a los meses.
— No dramatices, te lo devolveré.
— Si, algún día de tu vida.
Rodé los ojos — Dylan, antes de un mes.
— Está bien, confío en tu palabra.
— Sabes qué siempre la cumplo.
— Casi siempre.
Me reí — Venga, hasta luego.
Salí del chat. Entonces por el momento, tengo el dinero para comprarle. Después tendré que conseguirlo para devolvérselo, pero aún no pensaré en éso.
Me metí en la cama, bostecé, estoy un poco cansado, hoy he tenido que recorrer varios lugares porque a nadie le quedaba droga, estoy hecho polvo.
No tardé en quedarme dormido. Cuando sentí el sol en mi cara abrí un poco los ojos, ayer olvidé cerrar mi ventana, me levanté de la cama, me estiré y salí de mi habitación para ir al baño, cogí mi cepillo de dientes, ahí eché la pasta dental y lavé mis dientes. Abrí el grifo del lavabo, con mis manos retuve un poco de agua y la eché en mi rostro.
Cogí la toalla y sequé mi cara.
Me miré. Regresé a la habitación, del primer cajón de mi mesita de noche saqué el pircing que uso en mi nariz, me lo puse.
Para luego ponerme una camisa blanca, con una chaqueta de cuero por encima y unos pantalones negros, mi cabello lo dejé despeinado.
— ¡Jason! , — Gritó mi padre desde abajo, y es cuando me doy cuenta que ahora es que comienza mi día, estúpida familia. Bajé sin responder a sus gritos. Él me miró, al igual que mi madre —. Vámonos, mi hermano, su esposa y Atenea nos esperan.
— ¿No vamos a desayunar?
— ¿Desayunar a las 3:00 p.m?
Miré mi reloj — No me llamaste para desayunar.
— No soy tu alarma, hijo. Ahora vámonos, comeremos algo allá.
Rodé los ojos y no dije nada más. Salimos de la casa, abrí la puerta del auto y me subí al asiento del copiloto, mi padre delante del volante y mi madre atrás, él comenzó a conducir.
— Podía ir en mi moto .— Le hablé sin mirarlo.
— ¿Y llegar en ella como un delincuente? , — Lo miré— Somos una familia y tenemos que llegar juntos.
Rodé los ojos, otra vez. El viaje en el auto fué a penas de unos cinco minutos, por suerte. No aguantaría más en ese auto escuchando los regaños de mi padre.
Mi padre estacionó el auto cuando llegamos, los tres nos bajamos, miré a mi madre. Ellos estaban pasos antes que yo, tocaron el timbre.
Abrió mi tío, William.
Soltó una sonrisa de oreja a oreja al vernos.
— Adelante , — Nos dijo aún manteniendo la sonrisa. Caminamos unos pasos junto a él hasta acercarnos a los sofás de la sala.
Dónde estaban Kimberly, mi prima segunda, sentada al lado de su padre, Ronald, y de Atenea, la miré unos segundos pero no le dí mucha importancia a su presencia. Su madre, Raquel, se levantó al vernos, detrás de ella los demás.
— Bienvenidos — habló Raquel, sonriendo.
Atenea habló — Hola tío, tía , — dijo sonriendo, me miró a mí y su rostro cambió un poco. — Hola, primo.
— Hola, Atenea.
Kimberly también nos saludó. Luego de eso, todos fuimos a la mesa, Qué personas tan aburridas, pensé.
Raquel sirvió en todos los platos, al frente de mí están mis primas, Atenea y Kimberly.
— Jason , — habló mi tío William— ¿Empezarás la universidad?
— No, tal vez el próximo año, pero este quiero tomarlo de vacaciones.
Preguntó mi primo, el padre de Kim — ¿Vacaciones?
— ¿Y qué tienes pensado estudiar? — irrumpió Atenea.
— Filosofía desde luego que no — Lo dije porque esa es la carrera que estudiará ella. Me miró un poco mal.
Mi tío respondió — Es una carrera muy hermosa, pero si no te gusta, hay muchas opciones.
— Ahora mismo no quiero pensarlo, me da un poco igual.
Mi mamá suspiró y mi padre habló por ella — Hermano, no sabes cuánto desearía que Jason fuése como Atenea.
Lo miré mal.
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PROHIBIDO ©
Romance¿Es una locura enamorarte de tu primo? Pues, creo que entenderían un poco más mi historia si conocieran a Jason, un chico tan... único a su forma, y a la vez tan jodido, creo que pensarían distinto. Él está prohibido para mí. Lo sé. Es difícil para...