XXXV. Más problemas.

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Capítulo Treinta y cinco.

Decidimos usar la laptop un rato más, abriendo redes sociales y escuchando las burlas de Kim hacia artistas o cualquier persona que no se vistiera a su gusto me reí bastante, ella tiene una forma muy particular para éso.

A la hora de la cena, bajamos ambas para comer. Muero de hambre, y cada vez crece más y más el apetito. Ayudamos a mi madre a llevar los platos a la mesa, cuando todo estaba listo nos sentamos.

Sólo falta Jason. Mi padre gritó su nombre para que se incorporara a la mesa, él no tardó de salir de su habitación y sentarse junto a nosotros.

Todo el tiempo tuvo sus ojos encima de mí, y hablo literalmente.

Me puse muy incómoda, ¿Qué tal si se dan cuenta? No, no. Me daría algo.

—¿Cómo la pasaron ayer en la fiesta? —Pregunta mi padre.

Jason se apresura en responder —Increíble.

Lo miré, Kim también un poco intrigada. Maldita sea, quiero que la tierra me trague.

—Si fué... no estuvo mal —Respondí yo. Mi papá sonrió y siguió cenando. A penas acabamos Kimberly y yo lavamos los trastes.

Son las 9:43p.m. por lo que la acompañé a la puerta, me dió un corto abrazo y salió de la casa, me quedé ahí hasta que arrancara su auto.

A penas lo hizo entré.

Cuando iba a subir las escaleras, alguien me tomó del brazo de repente, es Jason, sin soltarme me llevó a su habitación y cerró con seguro.

—¿Qué... qué rayos te pasa? —Digo con la respiración entrecortada, me ha dado un susto de muerte.

—¿Te asusté, Diosa? —Lo miré, un poco mal.

—¿Qué quieres? —No lo dejé responder y seguí hablando— No sé que más quieres de mí, no disimulas nada frente a mis padres o Kim, ¿Quieres que sepan lo qué pasó?

—Claro que no, éso sería muy malo para ambos.

—¿Entonces?

—Lo que quiero es que tú no lo olvides —Se acercó más a mí— Quiero que tengas presente que nos besamos, y que a los dos nos gustó.

—Jason, lo mejor será que lo olvidemos, soy tu prima.

—¿Más excitante, no? —Me quedé callada, él debe estar enfermo — ¿No me digas que lo prohibido no te excita?

—No... no me.... me tengo que ir.

Iba a salir pero él puso una mano en su puerta impidiendo mi paso. Lo miré.

—¿Por qué dices que no quieres nada más conmigo?

—Porque no, todo lo qué pasó fué un error —Él se rió— ¿De qué te ríes?

Por alguna razón Jason retrocedió unos tres pasos.

—Mírate, desde lejos se nota que te mueres por mí.

Lo miré a los ojos y suspiré. Me acerqué a la puerta, pero, otra vez, no me dejó salir. Sólo me pegó a ésta.

Y sin dejar tiempo a que yo procesara mis ideas, me besó, así, de repente, estampó sus labios contra los míos. Abrió su boca y nuestras lenguas se buscaron desesperadas, quisiera alejarme pero no tengo la suficiente fuerza para hacerlo.

Él mordía mis labios de una forma que me hacía ver las estrellas. Sus labios carnosos me hacían delirar, pero ¿Qué estoy haciendo, vale la pena?

Creo que los besos de Jason, merecen mucho la pena.

Sus manos las puso en mi cintura, y fué pasándola por la silueta de mi cuerpo, lo cuál me dió demasiada vergüenza, pero traté de no demostrarlo. Las dejó posicionadas en mi trasero y lo apretó.

Nuestros labios no se separan, al contrario, nos besamos desesperados, tengo que disfrutarlo porque tal vez éste sea el último beso entre nosotros.

Sentí sus manos abandonar mi trasero y pasar para mi cintura, las cuales no dejó ahí, siguió hurgando mi cuerpo con sus manos, pero me sobresalté cuando las sentí en mis partes íntimas, encima de mi short pequeño.

Lo empujé separándolo de mí.

—Me tengo que ir.

No lo dejé decir nada, puesto que él estaba sonriendo. Salí de su habitación y subí las escaleras hasta llegar a la mía.

Cerré la puerta.

Me dejé caer en la cama, y otra vez, vienen los pensamientos de por qué lo hice. Traté de detenerlos y cerré los ojos.

Pero no pude pegar ojo, los labios de Jason no me dejan dormir. Tengo la imagen del beso en mi mente y no la puedo sacar.

No entiendo que diablos me pasa.

¿Por qué simplemente cuando va a besarme no lo aparto y me voy? ¿Por qué no puedo resistirme a sus besos?

No sé qué diablos me pasa.

Sólo quiero que todo vuelva a la normalidad.

No quiero caer en las redes de Jason, para él ésto debe ser simplemente un "gustito", el tener algo con tu prima que lo debe poner cachondo.

Pero la pregunta es, ¿Qué es para mí?

Es una respuesta que aún no encuentro.

Pasaron las horas sin detenerse, y cuando me dí cuenta toda mi habitación pasó de estar oscuras a iluminada por el Sol que entraba por la ventana. Ya es temprano y no he dormido nada.

Todo el tiempo he estado pensando en lo que pasó y lo débil que soy ante ése idiota.

Miré el reloj de mi habitación y marca las 8:30a.m, debería bajar a desayunar pero no, no quiero bajar, quiero evitar a Jason y no verlo, al menos hoy.

Escuché que me llamaban, pero no respondí.

Cogí mi laptop y la conecté a Internet. Navegué un rato por Facebook y luego abrí Messenger, ningún mensaje nuevo.

Ya son las 10:50a.m, por lo que mi padre ya debió ir a su trabajo.

¿Creían que por ser domingo el estaría en casa? Pues no, sus únicos días libres son el martes y el sábado. El resto siempre está en el restaurante hasta tarde.

Involucrada en mis pensamientos, escuché el timbre de la casa sonar, y luego a mi madre gritar; ¡Hija, abre!

Me levanté de la cama y salí de mi habitación, bajé las escaleras y caminé hasta abrir la puerta de la entrada de la casa.

Y ahí está un hombre, él mismo de la vez anterior en el callejón, si no recuerdo mal se llamaba Asher.

Pero, ¿Qué hace en mi casa?

—¿Qué hace usted aquí?

—Llama a Jason, he venido a que me devuelva mi dinero.

—¿Qué, qué dinero?

—El que me debe desde hace semanas, el que no pagó por tí. Lo necesito, llámalo.

—Lo siento, pero usted dijo que no tenía que pagarle.

—Pues me arrepentí, dile que salga.

—No... —Dejé de hablar cuando noté que él sacó una revolver de su bolsillo, el cual acercó a mi cuello.

—Llama a Jason o tú sufrirás las consecuencias.

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