XVI. Sé todo de tí.

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Capítulo Dieciséis.

Atenea Weller.

Día siguiente. Me bajé del auto después de darle un beso en la mejilla a padre, él bajó la ventanilla y me miró hasta que entré.

Miré a todos lados y controlé bien mis pasos para, ésta vez, no tropezarme y caer al suelo, o lanzar a alguien. No quiero que me conozcan en la universidad como "Chica torpeza" o algo así, no soy muy creativa con los apodos. Pero se me complicó bastante no tropezar con alguien de los miles de chicos y chicas que hay en ésta Universidad, pero, creo que hoy corrí con buena suerte porque llegué a mi salón sana y salva.

¡Estás mejorando, Atenea! Me senté en mi silla, no sé si llegué excesivamente temprano o Kimberly se ha atrasado. Saqué mi teléfono, en algo tengo que gastar mi tiempo en lo que llega el profesor.

Me conecté, no suelo usar mucho los datos móviles, prefiero el perfecto internet por Wi-Fi de mi casa, pero es lo que hay.

Hace varios días no revisaba mis redes sociales, y me topé con varios comentarios y likes nuevos, no sé porqué me emocionó un poco. Aunque tengo claro que éso no me hace más o menos bella.

Entré a Instagram, me dirigí a la sección de actividad para revisar los comentarios.

@freddygomez._ Qué hermosa eres! Ojalá tuviera a una chica como tú.

@michelbrian Bésameeeeee :O

Me reí por los comentarios, pero un mensaje en el chat de Facebook interrumpió mis risas, hice click en la notificación y le llevó directamente al mensaje.

Es de Un chico insoportable.

¡No, rayos, otra vez no! Aparté la mirada de la pantalla antes de leerlo, sé que me empezará a insultar como la otra vez, pero, como siempre, mi curiosidad es más poderosa.

Chat.

Él: Buenos días :p ¿Qué tal la universidad?

Yo: ¿Cómo sabes que estoy en la universidad?

Él: Yo lo sé todo de tí, Atenea.

Yo: ¿Quién demonios eres? ¿También vienes a la misma universidad que yo?

Él: No te daré información de mí.

Yo: ¿Con qué objetivo me escribes?

Él: ¿Sólo sabes hacer preguntas?

Yo: Dejaré de hacerlas cuando me des respuestas.

Él: Entonces tendré que soportar por mucho tiempo tu curiosidad.

Yo: ¡¿Quién diablos eres?!

Él: ¿Interpreto éso como un grito?

Yo: ¡Ah! Eres insoportable.

Él: Creí que te caía bien.

Yo: Creíste mal.

Él: Éso dolió.

Sentí una voz en la puerta, miré, es el profesor, entro y detrás de él pasó Kimberly, se sentó a mi lado de inmediato. Me regaló una sonrisa. Mi teléfono vibró, lo miré, hay otro mensaje de ése chico.

Él: Te dejo, no vaya a ser que tú profesor te castigue.

Yo: ¿Cómo rayos sabes?

Él: Hasta otro día, Atenea.

Yo: ¡Acosador!

Él: Gracias por tus halagos, pero no te esfuerces. Hasta luego :D

Fin del chat. No respondí más y guardé mi celular, madre mía, he comenzado el día de mala manera. ¿Será que ésta semana está maldita? Me reí en mi interior.

A la hora del recreo, salí con Kimberly, no le hablé de los mensajes con El Chico Insoportable porque estoy tratando de olvidar que existe, podría bloquearlo, pero me intriga saber quién es, cómo es que sabe quién soy, y porqué me escribe, creo que por esas razones no lo he bloqueado.

—Iré a por soda ¿Quieres?

—Por favor.

Ella asentió y se fué. Me quedé sentada en uno de los bancos del sofá, bajé la mirada y estiré mis piernas, sin darme cuenta al hacerlo provoqué que alguien chocara con ellas. Levanté la vista rápido y lo miré. Es Caleb.

Me levanté rápido.

— Lo siento... otra vez, no te ví y tampoco quería que caye... — Sonrió y me interrumpió.

— Tranquila, no pasa nada , — Sonreí — Eres muy despistada, ¿Cierto?

Solté una pequeña risa — Muy.

Él sonrió. — ¿Sabes? A pesar de que repetí año una vez, nunca había visto en ésta Universidad una chica tan linda.

Me reí — Qué mentiroso.

— No miento, eres muy guapa.

— Bueno, gracias.

Miré a mi derecha y ví a Kimberly acercándose con la mi bebida en la mano, al llegar, miró a Caleb y luego a mí, para luego darme la Coca Cola. Lo miré a él. — Las dejo solas — Me miró — Cuidado por ahí, chica tropezones.

Sonreí, él se fué. Kimberly abrió los ojos y me miró — En éstos días has tenido más pretendientes que yo.

Me reí — No digas tonterías.

— No puedo dejarte sola porque cuando vuelvo tienes a un galán tratando de conquistarte.

La miré. — Rubia tonta.

Se rió, dí una pequeña bofetada en su hombro. Por suerte, el resto del día en la universidad pasó volando, ya a la hora de salida, Kim y yo nos fuimos.

Ella abrió las puertas de su auto y las dos nos subimos. Me miró.

— Pondría música, pero no tengo ninguna en mi repertorio que hable de una chica que es conquistada por dos hombres.

— No me conquistan dos hombres.

— ¿No? ¿Y dónde dejas a Eduard y Caleb?

— ¡Ellos no me conquistan!

— Oh, cierto, lo intentan pero no te dejas. Eres más fría que un iceberg.

— Sabes que éso no es verdad.

—Pero deberías darles una oportunidad, tal vez alguno de ellos es tu príncipe azul.

Por mi mente pasaron las palabras de Jason.

— Los príncipes azules no existen.

— ¿Perdón? ¿Mi Diosa de la sabiduría diciendo éso? —Me quedé callada — ¡Devuélveme a mi Atenea!

No pude evitar reírme.

—Tonta.

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