XXX. Fiesta de Halloween.

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Capítulo Treinta.

Mi prima condujo por la carretera hasta llegar a Avenida de Tennessee, y ya puedo ver las luces fuera del bar, hay tantas, que alumbran casi toda la calle. Estoy nerviosa, más bien, estoy que me cago de los nervios, estoy viendo muchas personas y aún no me he bajado del auto y lo peor, ¡No he entrado! Dentro deben haber muchas personas más.

Antes de bajarnos Kim me miró — ¿Lista, nena? — Respiré profundo —Tranquila, verás que no pasará nada paranormal.

Me quedé mirándola, espero que los Dioses la escuchen.

Habló otra vez —A menos que busques a tu lobo feróz.

— ¡Kimberly! — Se rió, yo suspiré — Vamos ya.

Abrí la puerta del auto para bajarme, ella lo hizo lo mismo. En el momento que puse un pié en la calle me sentí tensa, mis piernas tiemblan.

Vamos Atenea, relájate.

Respiré ondo y me calmé un poco. Le dí la vuelta al auto para ir al lado de Kimberly, me miró sonriendo, le devolví la misma con un poco de temor, espero que éstas risas perduren toda la noche.

Caminamos rumbo al gran bar de éste pueblo de Tennessee. Fuera ya hay varias personas, sus disfraces también son bastantes chulos, algunos van de fantasmas, Cleopatra, brujas, en fin, de muchas cosas.

En la puerta hay un chico disfrazado de... de... ¿Momia? Lo miré bien y sí, es una momia, un poco extraña ya que parece un adorno del lugar, está completamente envuelto en su traje.

Nosotras caminamos hasta la entrada, pero antes de pasar él nos habló.

— Bienvenidas, ¿Quieren un vale para diez rondas de Tequila gratis?

Iba a decir mi claro y rotundo " no ", pero la voz de Kimberly habló antes —Claro que sí.

La miro y maldigo entre dientes. —Cuesta cinco dólares y la oferta termina en quince minutos.

Kimberly abrió su bolso, y de ahí sacó los cinco dólares para dárselos al chico momia. Extendió su mano con el dinero.

—Disfruten.

Habló él, le sonreímos para luego caminar hacia dentro, la entrada está decorada de una forma bastante tema " Halloween ", con muchas sábanas de tela prácticamente transparente que parece tela de araña, y algunas arañas de adorno.

Me dió un poco de escalofríos pasar por ahí, puesto que odio las arañas, pero fueron sólo algunos pasos hasta estar ya dentro del bar.

¡Dentro del bar! Grita mi subconsciente porque creo que no le dí la importancia que se merece.

Y bien, ahora mismo estoy dentro de un universo parelelo, es la mejor forma que encontré para describirlo, todo el lugar está decorado con colores anaranjados y negros, hay esqueletos, velas encendidas, calabazas con una sonrisa que da miedo y no es por exagerar, brujas con sus escobas, hasta en la barra las botellas de alcohol están rodeadas por velas de color naranja, todo es muy loco y a la vez fantástico, y éso no mencioné la cantidad de personas qué hay aquí.

Kim y yo caminamos rumbo a una mesa, que creo que es para dos, también adornada con la temática de ésta fiesta.

—¡Atenea! —Escuché una voz llamarme, volteé mi cabeza para ver quién es, sonreí al ver a Eduard, con un chico y una chica más, a los cuales no conozco. Ellos se acercaron a nosotras y no pude evitar reírme al ver el disfraz de Eduard.

Kim y yo nos levantamos de las sillas para saludarlos, le dí un beso en la mejilla a los tres, y luego miré a Eduard —¿En serio un disfraz de girasol?

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