LIII. Quiero estar contigo.

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Capítulo Cincuenta y tres.

Iba a soltarme de su agarre, para ver qué se sentía, pero él percatarse de lo que yo iba a hacer habló antes —¡No te sueltes!

Me agarré con fuerza otra vez. Y ya habíamos adelantado a Dylan y a Kimberly. A través del retrovisor veía cómo él aceleraba más para alcanzarnos. Y lo está consiguiendo, por lo que Jason  aumentó la velocidad.

Me atrevería a decir que vamos a unos trescientos km/h. Algo que en ésta zona es completamente ilegal. Pero debo admitir que estoy emocionada y temerosa a la vez, estoy segura de que Jason no siente ni una pizca de miedo, el debe estar acostumbrado a ésto.

Sentí que mi corazón saldría de mi cuerpo cuando dió un giro para entrar en otra calle. Y frenó, llegando nosotros un poco antes que Dylan y Kimberly.

Jason se bajó de la moto al igual que Dylan. Y cuando ambos al quitarse su casco se miraron.

—No debiste retarme, campeón —. Dylan se rió y ambos chocaron puños. Yo con cuidado me bajé de la moto y me acerqué a Kimberly, para entre ambas quitarnos los cascos.

—Hey, —Habló Dylan— Vamos chicas.

Nosotras asentimos y los seguimos a ambos. Hasta un lugar que a diferencia del último bar que visité, si estaba iluminado con luces de muchos colores. No había fila para entrar, así que lo hicimos sin problemas.

—Voy a por bebidas.— Dice Jason y se va hacia la barra. Por lo que Kimberly, Dylan y yo fuimos a una mesa un poco apartada del centro del lugar, donde estaban bailando muchas personas y la mezcla de tantos perfumes provoca un poco de mareos en mí.

—Atenea, yo te quería pedir perdón... —Habla Dylan, peor lo interrumpí antes de que continuara.

—Oigan, —Los miré a ambos— No hay nada que perdonar. Todo fué imprevisto, nadie se iba a imaginar que éso pasaría.

Kim habló. —Me sentí tan mala amiga cuando Jason me dijo ésas cosas.

—Sabes cómo es, soy su.... —Callé unos segundos— Su prima, y tú también, es normal que se ponga así ante ésa situación, pero ya todo éso está en el pasado.

Ambos sonrieron, y Kimberly puso su mano encima de la mía.

—Siempre voy a estar aquí para tí, nena.

Yo sonreí. Fué lo único que pude hacer, porque a penas me dice algo como lo anterior, a mi mente llega todo lo que le estoy ocultando. Y ya no quiero hacerlo más, no quiero seguir mintiéndole.

—Kim, quiero hablar contigo.

Ella quitó la sonrisa de su rostro —¿Pasó algo malo?

Iba a decir que teníamos que hablarlo ahora a solas, pero antes de que pudiera Jason llegó con una botella en su mano.

—¿Qué trajiste? —Pregunta Dylan.

—Vodka. —Respondió Jason a la vez que se sentada en su silla a mi lado. Puso la botella en la mesa junto a cuatro vasitos pequeños.

Él abrió la botella y echó alcohol en uno de los vasos. Lo pegó a su boca y bebió de él. Sin hacer ninguna expresión en su cara.

—¿Y ustedes dos? —Preguntó mirando a Kimberly y Dylan— ¿Son novios?

—Nosotros... —Respondió Kim, y lo miró—Somos... no somos... —Él la interrumpió.

—Estoy esperando a que ella quiera.

Responde Dylan, provocando una pequeña risa en nuestros rostros.

Yo cogí la botella y eché ésa bebida en mi diminuto vaso, es delgado, y del tamaño de un dedo índice estándar.

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