XI. Esto tiene que ser un sueño.

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Capítulo Once.

Atenea Weller.

Escuché el timbre de la casa, me levanté de la cama para bajar a abrir, mientras bajaba las escaleras me dí cuenta que tardé mucho, ví a Jason sosteniendo una maleta y a su lado estaba su padre, Jack.

No, no, no, no. Esto no puede estar pasando, tiene que ser un sueño, pero ¿Por qué rayos no suena la alarma?

Me dí cuenta que estoy en la cruel realidad, pero, es demasiado cruel. Jason no puede venir para acá, no.

Me fijé en su rostro, se nota que tampoco quiere estar aquí. Y no es para menos, en su casa hacía lo que le saliera de... lo que él quisiera.

Terminé de bajar las escaleras y me acerqué un poco a aquella escena.

— No pienses que porque vengas para acá no estaré  pendiente de tí.

Jason lo miró mal, debo admitir que esa mirada asesina me da un poco de escalofríos — No me trates como a un niño.

— Te comportas como uno.

— Me tienes cansado.

Mi padre lo miró — Bueno, preparé la habitación que no está ocupada en ésta casa, te puedes quedar ahí.

— ¿En dónde está? — Mi padre me miró.

— Hija, lleva a tu primo.

Suspiré y caminé hacia allá. Sentí a Jason seguirme, ese dormitorio del que hablan está aquí, en el primer piso de la casa, a algunos pasos de la cocina.

Abrí la puerta, él miró la habitación.

— ¿Sabes lo único que rescato de todo ésto? — Me preguntó. Lo miré — Que te voy a joder, mucho.

— Qué extraño — Rodé los ojos. Lo miré — Bueno, te dejo para que te acomodes — Pasó de mí y no me respondió. Salí de la habitación y regresé a la sala de estar, aún mi tío estaba ahí.

— ¿Ya está en la habitación? , — Me preguntó, asentí —. Espero que con ustedes se comporte mejor, sé que ya es mayor de edad, pero no quiero que mi hijo termine por un mal camino.

Mi padre lo miró — Créeme que te entendemos, hermano.

— Bueno, yo ya me voy. Cualquier cosa me llaman y vengo de inmediato.

Asentimos. Se despidió de cada uno con un beso en la mejilla.

Y aún sigo sin creérmelo, espero que no esté todo el santo día jodiéndome, ojalá encuentre cosas mejores que hacer.

Subí a mi habitación, y por alguna razón empecé a dar vueltas de un lado a otro, y mi punto débil, la curiosidad, terminó jugándome una mala pasada, porque no pude evitar bajar y caminar hasta la habitación en la que se quedará Jason.

Toqué la puerta.

— Adelante , — Habló desde dentro. Respiré y abrí la puerta.

— ¿Ya acomodaste tus cosas?

Arqueó sus labios y luego se rió — ¿Quieres hablar conmigo un rato, prima?

— Te quedarás en mi casa, creo que no deberíamos tratarnos mal.

— Hay un problema.

— ¿Cuál?

— A mí me divierte tratarte mal — Suspiré, con él es imposible tener un trato cordial como cualquier par de primos en el mundo. Él no me mira, sólo saca su ropa de la maleta para meterla en el closet.

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