Capítulo Cuarenta y cinco.
Por suerte, llegó mi madre para interrumpir los nervios que tengo. Con una taza en su mano que se vé que está caliente, ella lleva un guante de cocina. Pero el olor a manzanilla inundó rápidamente la habitación, y me hizo delirar, yo amo el té de manzanilla, además es muy bueno para aliviar los dolores de estómago.
Ella extendió su mano dándomelo, yo lo cogí para rápido ponerlo en la mesita de noche porque quemaba.
—Bebe éso, cariño, y te sentirás mejor —Asentí sonriendo y mi madre salió de la habitación. Jason se empezó a reír, yo lo miré.
—¿De qué te ríes?
—Que amas que te traten como niña pequeña.
—No... —Él me interrumpió.
—Estás tan acostumbrada a que sean protectores contigo, que ya hasta te parece tierno.
Me quedé callada, él tiene razón. Y no debería ser así, yo tengo 18 años y tengo derecho a muchas cosas que no podía hacer antes de cumplir mi mayoría de edad, pero supongo que estoy acostumbrada.
Mi vida para muchos puede ser un infierno, pero para mí es el único infierno en el que me siento segura.
—Jason, mi vida es complicada, tardarías una vida completa para entenderla.
—Te recuerdo que tus padres son como los míos.
—Pero tú no eres como yo, tú haces lo que quieres, no dejas que nadie te ponga reglas, ojalá yo fuera como tú.
—Saldrías corriendo, Diosa.
—No creo que tu vida sea tan mala.
—Es más que éso, ser yo es jodido.
—¿Por qué dices éso? —Él soltó una pequeña carcajada, puso sus codos en mis muslos separados y giró su cabeza para mirarme.
—No conoces mi vida con detalle, Diosa, te lo aseguro.
—Sé lo necesario.
Él suspiró y dejó sus ojos mirándome, para luego hablar.
—Cada persona tiene una realidad, que siempre ocultará.
Me quedé mirándolo, lo que Jason dice es muy cierto, y tengo claro que él debe tener dentro ocultas mil cosas, mil sentimientos, emociones y dolores.
—Jason... déjame que... —Él me interrumpió.
—No quiero que me salves.
Qué jodido es todo. Qué jodido entender a Jason e intentar ayudarlo, y lo peor es que él no entiende que lo hago porque lo quiero, no por tenerle lástima ni pena.
Ojalá algún día lo entienda.
Ojalá no fuera tan lento y se diera cuenta que tenerlo cerca de mí me pone de los nervios, que ver sus gestos, sus ojos, su sonrisa, tener ganas de besar sus labios pero tener que contenerme, de abrazarlo, decirle que lo quiero, que va a estar bien conmigo, que puede confiar, y que pase lo que pase yo nunca lo voy a dejar sólo. Porque lo quiero, lo quiero demasiado, porque me hace sentir diferente, y que lo que siento por él es lo más bonito y sincero qué hay en mí.
Ojalá Jason entendiera éso sin necesidad de palabras.
—No quiero salvarte, sólo intento ayudarte para que lo hagas tú mismo.
Él se quedó mirándome. Al parecer lo que acabo de decir lo sorprendió, yo me quedé callada mirándolo. Esperando una respuesta de su parte pero no la obtuve, él simplemente se levantó de la cama y caminó hasta salir de mi habitación y cerrar la puerta tras su paso. Suspiré, estiré mi mano derecha y cogí la taza con el té y le dí un sorbo.
ESTÁS LEYENDO
PROHIBIDO ©
Romance¿Es una locura enamorarte de tu primo? Pues, creo que entenderían un poco más mi historia si conocieran a Jason, un chico tan... único a su forma, y a la vez tan jodido, creo que pensarían distinto. Él está prohibido para mí. Lo sé. Es difícil para...