I. Diosa de la sabiduría.

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Esta historia está sujeta a derechos de autor, no se permite adueñarse, modificar, resubir, sin autorización del correspondiente a los derechos de autor > Melanie R.

Espero les guste y la disfruten.

I. Diosa de la sabiduría.

Sequé las gotas de sudor que corrían por mi frente, el calor de las estufas de esta cocina tienen mi cuerpo caliente, por suerte, ya estoy acabando mi turno para irme a casa.

Cualquiera pensaría que trabajar en la cocina de un restaurante es fácil, y más si sólo tienes que limpiar, pues no, yo rompo esa teoría, es la peor tarea, tener que limpiar a cada segundo las gotas de salsa que caen al suelo, o el aceite caliente que salta de los sartenes, es algo un poco frustrante.

Lo bueno, es que ya acabó ésta odisea, en una semana comienzo la universidad y no tendré que trabajar, ya que mis padres me ayudan.

¡Y bam! Más salsa al suelo. Y Atenea, a limpiarla. Faltaba exactamente un minuto para que acabara mi turno, y esperé que acabara con ansias.

Cuando, al fin, me dí por chica libre, dejé mi delantal de cocina, encima de la mesada. Y salí de esa cocina, sin despedirme de nadie, ninguno era mi amigo.

Mientras caminaba rumbo a mi casa disfruté del aire que mueve mi cabello, este es de los pocos momentos que tengo libertad, y sé que a partir de ahora será difícil, al menos cuando iba a trabajar al restaurante, salía de casa.

Y no es que sea una prisionera ni nada parecido, al contrario, me siento muy bien con mi vida, pero si es verdad que con 18 años me gustaría hacer cosas de chicas de mi edad, pero, ¿Con mis padres? Creo que ellos inventaron la palabra sobreprotección.

Mi vida es más bonita y, podría decir que divertida, gracias a Mika, mi perrita, es una Husky Siberiano y es mi gran amiga, y pues, el otro compañero es mi celular, o, más bien, el Dinner Dash, es el juego que más me gusta y el único que tengo en mi iPhone, no me juzguen, mi vida no es aburrida.

Simplemente es, particular.

Entre pensamientos llegué a mi casa, saqué las llaves de mi bolso de mano, y las introduje en el cerrojo, dos giros a la derecha y ya estoy dentro.

Mi madre estaba aspirando el suelo, no puede ver una pequeña partícula de polvo, porque ya tiene una excusa para limpiar. Al verme la apagó y me miró.

— ¿Cómo te fué en el trabajo, hija?

— Bien, lo común , —Arqueó sus labios regalándome una sonrisa — ¿Y mi padre?

— Fué a ver a tus tíos.

— ¿Mis tíos? —ella asentió y cogió la aspiradora, otra vez — ¿Qué pasó con ellos?

— Atenea, ¿Dónde tienes la cabeza? —Levanté los hombros, tengo que admitir que no retengo mucha información innecesaria en mi cerebro, suelo olvidar lo que quiero muy fácilmente —.Él sabado haremos una reunión familiar para celebrar que en unos días entras a la universidad.

— Oh, cierto. Con todo lo del trabajo lo olvidé — me excusé.

— Deberías subir a ver a Mika, no ha dejado de ladrar desde que te fuiste.

Antes de ir a mi habitación, fuí a la cocina, abrí una de las estanterías y saqué la comida de Mika, de seguro ladra porque tiene hambre, porque ella no suele portarse mal, es un angelito.

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