XIX. ¿Estás celosa?

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Capítulo Diecinueve.

—No sabía que conocías a ésa chica — Digo de repente, él me miró por el retrovisor y sonrió.

— ¿A Scarlett?

¿No está más que claro que me refiero a ella, por qué hay necesidad de decir nombres?

—Sí, ella.

— ¿Por qué tendría que contarte, Diosa?

— No lo sé, ¿Tal vez porque las dos estamos en la misma universidad?

— Éso yo tampoco lo sabía.

— ¿No conoces a tu chica?

Él se rió — ¿Celos de prima menor?

— Qué gracioso, sigue conduciendo.

— Tú me interrumpes con tus celos desquiciados.

Abrí los ojos, ¿De qué celos está hablando? — Ya quisieras.

Se rió y siguió manejando, unos minutos más y ya estábamos en la casa, me bajé rápido y prácticamente corrí hasta el baño, no quiero que mis padres me vean así y tener que darles explicaciones. Ya en el baño, me desnudé completamente, cuando la tina estaba llena de agua me metí en ella, me bañaré así porque necesito relajarme.

Me sumergí haciendo que mi cabello también se mojara, está repleto de café y por lo tanto bastante asqueroso.

Pero estuve bastante tiempo ahí, relajándome, mi cerebro necesitaba la paz que no ha recibido en todo un día lleno de gritos, torpezas y personas hablando de mí, seguramente cosas malas.

Me levanté para salir, al hacerlo el nivel del agua de la tina bajó al no tener el peso de mi cuerpo. Estiré mi mano y cogí mi albornoz, me envolví con él y puse una toalla en mi cabello.

Jason Weller.

Cerré la puerta de mi habitación con seguro, fuí rápido a la mesita de noche, y saqué la marihuana, preparé un porro, y lo encendí.

Lo llevé a mi boca fumándolo.

A los minutos empecé a sentirme en las nubes, como si mi cuerpo estuviése aquí, pero mi cabeza dando una vuelta por ahí.

Me recosté en la cama mirando al techo cuando acabé el cigarro de marihuana, enfoqué mi vista en mi punto del techo, y el mismo, comenzó a dar vueltas.

Día siguiente/7:30p.m.

Sentí mi teléfono vibrar en el bolsillo a penas me senté en uno de los sofás de la sala de estar, lo saqué. Es un mensaje de Scarlett.

Mensajes de texto.

— Hiii hermoso. Te quería preguntar si tienes ganas de salir hoy.

— ¿Tú quieres?

— Obvio, y si es contigo más.

— Bien, entonces busca a una amiga tuya para que vaya con nosotros.

— ¿Ah? ¿Una amiga para qué?

— Lleva una amiga y ya.

— Está bien.

— Paso por ustedes a las diez.

— Okay, chao :p

Salí del chat. No tengo dinero, pero las llevaré a algún bar de unos de mis amigos, y todo será gratis. Ahora estoy controlado, así que le avisaré a mi tío a dónde voy, no tengo ganas de que le cuente a mi padre que salí y luego venga y me arme un escándalo.

Caminé hasta la cocina, y estaba ahí, esperando a que Atenea le terminara un café.

— Hoy en la noche voy a un bar. — Él me miró. Necesito que me prestes tu auto, porque somos tres personas.

— De éso nada, seguro regresas borracho y puedes tener un accidente — Rodé los ojos.

— Para embriagarme debería tomarme mínimo tres botellas, tio.

— De todos modos. — Se quedó callado unos segundos — Atenea irá contigo.

— ¿Qué? — Preguntamos los dos al mismo tiempo.

— Si ella va estaré más confiado de que no le pasará nada al auto.

— ¿Estás dejando a tu hija ir a una discoteca?

— Sí, básicamente como tú niñera.

Atenea lo miró — No soy su niñera.

— No es mi niñera.

Él irrumpió — Última palabra, si quieres el auto mi hija tendrá que ir para asegurarse de que no le pase nada.

Miré a Atenea — A las diez tienes que estar lista.

Tras decir éso salí de la cocina, ¿En serio William también pretenderá controlarme? No me molesta que Atenea vaya, si fuera una chica un poco más suelta podría pensar que no la tendré toda la noche encima como niña pequeña.

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