XXXVII. No te dejaré huír, Diosa.

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Capítulo Treinta y siete.

Suspiré y me fuí a mi habitación. Aún estoy un poco paralizada y mi piel se eriza al recordar ése revolver en mi cuello. Dios, en qué líos se mete Jason.

Todo debe ser por ésa maldita droga que lo tiene enviciado.

Pero él siempre ha sido así, desde pequeño, y creo que todo viene a raíz de sus padres, sí, lo tenían tan encerrado en su mundo, eran tan protectores como los míos, y tenían a Jason en una burbuja.

Y cuando él comenzó a ver cómo es el mundo, fué descubriendo tantas cosas que no imaginaba. Y creo que fué por éso, además pienso que a los hijos hay que enseñarles lo que esta bien y lo que está mal, no ocultarle nada, porque tarde o temprano lo descubrirán e intentarán saber qué es.

Todo el día transcurrió así, con Jason en mi mente, lo cuál ya se ha vuelto rutina.

Al día siguiente, me levanté al horario que es común un lunes para ir a la universidad. Bajo de mi habitación y camino hasta el comedor, para ahí desayunar y luego ir al baño. Hacer todas mis necesidades y a vestirme.

Cogí mis cosas.

Por suerte, mi padre me llevó a la universidad, no se lo pidió a Jason, gracias a todos los Dioses.

A penas llegamos me bajé del auto y me acerqué a Kim que estaba hablando con Dylan y con Caleb, sin entrar aún, y que Dylan no está en la universidad.

Sólo espero que éste día no tenga dramas, por favor.

Caminé hacia ellos, y a penas llegué le dí un beso en la mejilla a cada uno, con vergüenza, obvio, sino no fuera yo.

—Hola guapa —Habla Caleb, lo miré y le regalé una sonrisa nerviosa.

—¿Y Jason? —Pregunta Dylan.

—Debe estar durmiendo.

Kim me miraba sonriendo, a penas terminé de responderle a Dylan, ella siguió hablando con él. Caleb me cogió del brazo y caminó así hasta apartarnos un poco de ellos.

—Dejemos sólos a los tortolitos.

—¿Tortolitos? —Me reí un poco— No, nada que ver. Son sólo amigos.

—No pensarías éso si los hubieses visto como se besaban en la fiesta de Halloween.

Fiesta de Halloween.

Besos.

Jason.

¡Ah, no puede salir de mi cabeza ni un sólo segundo!

—Ya que tocas el tema —Continué hablando— ¿De dónde conoces a mi primo Jason?

Él soltó una pequeña carcajada —Lo conozco desde la secundaria.

—Oh, de acuer... —Antes de que terminara mi frase el timbre sonó. Caleb me miró.

—Fué un gusto hablar contigo, nos vemos luego —Se acercó a mi rostro y me dió un beso en la mejilla. Sonreí un poco y caminé hasta mi salón. 

A los segundos de yo llegar Kimberly también entró y se sentó a mi lado.

La miré de inmediato —Cuéntame.

—Nada, nena, sólo hablábamos.

—De acuerdo, ¿No te comentó nada más? —Ella negó con la cabeza— ¿Tampoco te mencionó nada de Jason? No sé, ¿Qué está metido en problemas o algo?

Ella me miró extrañada —Em, no —Suspiré con alivio— ¿Por qué, qué pasó con Jason?

—¿Ah? Nada, sólo quería saber porque lo he notado extraño.

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