Capítulo Cincuenta y cinco.
Fué difícil hacer la cama en ése momento, mis manos tiemblan tanto de los nervios que ni siquiera pude poner bien el edredón. Miré a Mika, qué pena con el pobre animal, presenció una escena bastante desagradable, bueno, para ella, porque yo me encontraba de lo más a gusto. ¡Assh, iré directo al inframundo!
Salí rápido de mi habitación, porque desde ella no escucharía llegar a mis padres, y no quiero que vean el desorden en mi cama. ¿Qué les diría? Perdonen el desorden, a penas unos minutos estaba con Jason, mi primo, cogiendo de una forma que fué imposible no deshacer la cama. Me declararía chica muerta.
Bajé las escleras, y a penas pisé el suelo de la sala de estar, ví la puerta de la entrada abrirse, eran mis padres.
—¡Cariño! —Grita mi madre a penas me vé, como si llevara meses o semanas sin verme. Yo siempre los añoro, pero ésta vez no he tenido ni tiempo, ¿Para qué voy a mentir? Ella dejó sus cosas en el suelo y caminó hacia mí de brazos abiertos, y me abrazó. Yo a ella también, inmediatamente. —Te extrañé tanto, cielo.
—Yo igual a ustedes.—Respondí y ambas nos separamos, para así yo poder acercarme a mi padre y saludarlo con otro abrazo. —¿Cómo estuvo todo por allá?
Mi padre sonrió— Todo perfecto, el pastor te mandó muchos saludos, —Sonreí—. Por lo demás, ayudamos mucho con lo que donamos.
—Me alegro mucho. —Sonrieron.
Mi mamá habló— ¿No tenías exámen hoy? —Santo cielo, ¡El exámen! No es taaan alarmante porque de todos ya había estudiado, pero tengo que centrarme un poco más y sacar de mi cabeza a Jason que me hace olvidar mis responsabilidades.
—Sí, ya estoy lista para que me lleves a la universidad, papá, —Dejó sus cosas encima del sofá y abrió la puerta de casa— Un segundo, iré a por mis cosas.
Asintió, y yo corrí hasta las escaleras y luego a mi habitación. De mi estantería cogí los libros y cuadernos para meterlos en mi pequeña mochila color café, y mi celular que estaba encima de la mesita de noche. Acomodé mi cabello sin verme al espejo y bajé otra vez.
Le dí un beso en la mejilla a mi madre, y salí de la casa con mi padre. Abrió la puerta del auto y yo me subí en el asiento del copiloto, le dió la vuelta y se montó él. Sin decir nada arrancó su auto. Me da cierta pena ver a mis papá a la cara, si él supiera lo que he hecho me mataría, fijo.
Dejé de ser virgen y no salí de mi casa de blanco antes de hacer éso, lo cuál él considera una aberración.
Y yo también lo hacía.
Pero a veces hay que experimentar ciertas cosas en la vida para saber si están correctas o no, sentirlas de cerca, puede que te arrepientas de hacerlas pero también puede que no. Ahí está la magia de vivir.
No fueron tantos minutos hacia la universidad, pero todos fueron en silencio. A penas llegamos mi padre estacionó su auto y yo lo miré. Me acerqué a su rostro y le dí un beso en la mejilla.
—Quizás le diga a tu primo que te busque luego, tengo que organizar todas mis cosas junto a tu madre.—Asentí sonriendo, vamos, que ahora mismo que Jason venga a por mí no me molesta.
Me giré a la derecha y abrí la puerta del auto, y autoseguido a éso me bajé de él. Miré a todos lados buscando a Kimberly, y cuando al fin la encontré caminé hacia ella. Estaba sola con su móvil, quizás hoy Dylan no pudo venir a verla a éstas horas, de todas formas es entendible porque él no estudia aquí.
—¡Nena! —Dice a penas me vé, y me dió un beso en la mejilla—. ¿Cómo llegaron tus padres?
—Bien, —Ella sonrió— ¿Estudiaste para el exámen?
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PROHIBIDO ©
Romance¿Es una locura enamorarte de tu primo? Pues, creo que entenderían un poco más mi historia si conocieran a Jason, un chico tan... único a su forma, y a la vez tan jodido, creo que pensarían distinto. Él está prohibido para mí. Lo sé. Es difícil para...