LX. El intento.

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Capítulo Sesenta.

Jason Weller.

Suspiré a penas Kimberly se fué a su auto, Scarlett se acercó a mi nuevamente. La llevaré a su casa, ni modo que ahora le dejaré aquí. Ella se subió a la moto pasando una pierna por cada lado y recostó su cabeza a mi espalda. No le dije nada, simplemente arranqué la moto, conduciendo hasta la casa de ella.

Puede que Kimberly tenga razón, pero... no es algo fácil. Sé que siento algo por Atenea, pero no tengo ni la más mínima idea de qué es.

A penas llegamos a su casa, ella se bajó de la moto, yo iba a arrancar pero Scarlett no se quitó del medio. La miré.

—¿No te vas a despedir de mí? —Pregunta.

—Tengo el casco. —Excusé.

—Hmm,  —Se acercó a mí— Hasta mañana, precioso.

Ella se apartó de la moto, y yo sin decirle nada más arranqué rumbo a la casa de Atenea, por lo que me dijo Kimberly deduzco que está molesta conmigo, puede que tenga sus razones para estarlo, pero yo también tuve las mías para hacer lo que hice.

A penas llegué me bajé de la moto, y quité las llaves de ella. Caminé rumbo a la casa, y toqué el timbre, es increíble como aún no me han dado unas llaves de aquí, a los minutos la madre de Atenea me abrió la puerta.

—¿Y Atenea?— Le pregunté.

—En su habitación, —Yo iba a subir las eslaceras, pero su mamá habló antes.— ¿Pasó algo?

—Nada, tranquila.

Ella hizo una pequeña sonrisa, y yo seguí mi camino. Subí las escaleras y toqué la puerta de la habitación de Atenea. Ella no tardó mucho en abrir, pero a penas lo hizo se quedó mirándome asombrada, como si no creyera que esté delante de ella ahora... y la verdad yo tampoco.

—¿Puedo pasar? —Ella asentió, y yo entré a su habitación.

—¿A qué vienes?

—A hablar contigo.

—¿De qué?— Pregunta.

—No lo sé ni yo, —Ella no dice nada— Supongo que estás molesta conmigo.

—Un poco, pero tranquilo... si viniste a aclararme que no somos nada lo tengo muy... —La interrumpí.

—Atenea, yo ni siquiera sé qué demonios somos. Si hice éso con Scarlett fué porque necesito una respuesta, quería saber si acostándome con otra podría sacarte de mis estúpidos pensamientos, —Ella sólo me miraba— Pero no, sigues ahí.

—Jason...— La interrumpí.

—¿De qué forma te puedo sacar de mi mente, Diosa? Dímelo, porque no dudaría en hacerlo, —Ella sólo me miraba, yo le hablé en un tono serio— Necesito saber qué demonios siento por tí, y a la vez temo descubrirlo.

—Tienes miedo a saber lo que sientes, ¿Peros sabes algo? Haces daño con tanto miedo.

Me quedé mirándola, — ¿Y qué hago? —Me acerqué a ella, haciéndola retroceder algunos pasos. —Dime, ¿Qué demonios hago, Diosa? ¿Estar contigo, enamorarme de tí y terminar lastimándote? —Dije en un tono alto.

—¿Y cómo rayos sabes que me vas a lastimar?

—No soy el hombre perfecto que buscas.

—Te equivocas, ya aprendí que nadie es perfecto.

Me quedé mirándola.— ¿Qué intentas con todo ésto?

—No lo sé, ¿A dónde quieres llegar tú?

Me quedé unos segundos callado, — ¿Sabes? —Seguí hablando— Podemos... no sé, intentar tener algo, quizás así pueda entender qué es lo que siento por tí, y terminar de ponerle nombre.

—¿Estás hablando en serio?

—Supongo.

De cualquier modo necesito terminar de ponerle nombre a lo que me pasa con ella, conocer qué es ésto que me pasa... y que éste sentimiento deje de llamarse "no sé".

—Me parece... —Ella iba a seguir hablando pero a la habitación entró su padre, él cuál se quedó mirándonos a los dos.

—Cariño, —Le dijo— Tu madre preparó una merienda.

Yo hablé— Bueno, me voy, —La miré— Gracias por el consejo, prima.

Ella hizo una sonrisa falsa, yo salí de mi habitación y bajé las escaleras hasta entrar a la mía. Del bolsillo de mi pantalón saqué un cigarillo y el encendedor, lo prendí para luego llevarlo a mi boca. Caminé hasta la ventana de mi habitación y me senté sobre el pequeño asiento que hay ahí, cogí mi celular y abrí el chat con Atenea.

Mensajes de texto.

Yo: Mataré a tu padre, me costó tanto decirte éso y luego viene él y no te deja responder, genial :)

Ella: ¿Y no te imaginas la respuesta?

Yo: La verdad sí, pero quería escucharlo de tí.

Ella: Pues la respuesta era sí.

Yo: Qué lástima que estén tus padres aquí y no se pueda cerrar ésto con broche de oro.

Ella: Dios, Jason.

Yo: ¿Interpreto éso como un gemido?

Ella: ¡Cielos, no!

Yo: Lo siento, es inevitable.

Expulsé el humo de mi gargante y le dí otra calada al cigarro.

Ella: ¿Qué haces ahora?

Yo: Fumando mientras pienso en lo que me he metido :D

Ella: ¿Ah, lo que te has metido? Estás a tiempo de escapar, eh.

Yo: En peores situaciones he estado.

Ella: jaja, te odio.

Yo: ¿Me odias, Diosa?

Solté el humo de mi boca.

Ella: Sí :)

Yo: De acuerdo, entonces cuando lo hagamos será con odio, prepárate.

Ella: Debo ir a merendar.

Yo: Está bien, nos vemos a la hora de la cena.

Ella: byeee <3

Salí del chat. Abrí un poco la ventana y lancé el cigarrillo por ahí, haciendo que cayera en la calle. No pude evitar soltar una pequeña risa, madre mía... Atenea y yo intentando tener algo, qué loco.

A la hora de la cena salí al comedor, en toda la noche no pudimos decirnos nada, era evidente porque sus padres estaban delante. Pero al día siguiente me levanté a la hora de siempre, en el baño hice todas mis necesidades.

Luego busqué una caja de goma de mascar y metí una en mi boca, necesito calmar mis ganas de fumar, y no prescindente tabaco, sino cocaína o marihuana.

A los minutos ella bajó de su habitación, me miró unos segundos pero no sostuvo su mirada por fué a la cocina a despedirse de su madre. A penas volvió, se acercó a mí y los dos salimos de la casa.

—Buen día, Diosa.

Ella me miró sonriendo. —Buenos días.

—¿Estás lista para comenzar el día? —Ella iba a responder pero yo hablé antes— No tienes que avisarle a Kimberly, ella también irá.

—¿De qué hablas?

—Que no te llevaré a la universidad.

—¿Entonces?

—Ya verás, —Me subí a la moto, ella se quedó mirándome un poco asombrada— Vamos, nos están esperando.

Atenea hizo una pequeña sonrisa y se subió a la moto.

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