LIV. Por segunda vez.

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Capítulo Cincuenta y cuatro.

—Si es así...—Digo, pero temblaron mis palabras cuando él se acercó más a mí— Deberías demostrarlo.

—¿No lo demuestro lo suficiente? —Habla mientras deja entre nosotros sólo algunos milímetros de distancia, provocando tantos nervios en mí que en cualquier momento podría desmayarme. —Fácilmente podría haber llevado a Scarlett, pero no lo hice. No entiendo cómo no acabas de entender que ella no me interesa.

—¿Y por qué estuviste toda la noche hablándole?

Él mojó sus labios—. Qué celosa.

Dice y pone sus manos en su cintura, yo rodé los ojos—No tengo razones para estarlo.

—¿Ah, no? —Negué con la cabeza— Creí que te ponías así porque me quieres sólo para tí.

No dije nada sólo me quedé mirándolo.

—Tengo que irme.

Pretendo largarme de ahí, porque si Jason sigue hablando fácilmente podrá provocarme un infarto. Su respiración mezclada con su atractiva voz grabe y ronca, le ocasionarían un espasmo a cualquiera.

Me giré para ir rumbo a mi habitación, y para mi sorpresa él no me siguió. Algo que no sé si lamento o agradezco.

Pero cuando iba a cerrar la puerta de mi habitación, noté que su pié se interpuso, y él abrió la puerta. Me quedé mirándolo, asombrada.

Y Jason sólo cerró la puerta y se acercó a mí rápidamente. Una mano la puso en mi nuca y me pegó con fuerza a él, ahogándonos en un beso lento y profundo, que en cualquier momento ocasionaría mi falta de respiración.

Aquella mano la mantuvo en mi nuca, como asegurando de que yo no me fuera a separar de él. Y con la otra recorrió todo mi cuerpo, mi cintura, mi espalda y glúteos, deshaciéndome con cada roce.

¿Cómo es posible que con simples toques provoque tantas cosas en mí?

Aún sin separar nuestros labios, Jason me pegó a la pared, para ahí aumentar nuestro deseo, con más lujuria que antes.

Con más ganas de tenernos el uno al otro.

Él se separó de mis labios para así quitarse de una forma desesperada, su camisa de color negro, para tener todo su abdomen descubierto, dándome una vista estupenda de un cuerpo claramente perfecto.

Con mis manos bajé su cabeza para volver a besarlo, ésos segundos sin su boca fueron devastadores. Y aún continuando nuestro beso, él desabrochaba su cinturón y baja si cremallera.

Está más que claro a dónde va ésto, y ¿Me siento culpable o quiero parar? De éso nada.

Él bajó su pantalón quedando en calzones.

Y ahora pasó una de sus manos por mi espalda, para bajar el cierre de mi vestido rosa pastel y me lo quitó desesperado.

Sí debo admitir que estar prácticamente desnuda ante Jason siempre será algo que me provoque temor.

Porque tengo algo muy claro.

Y es qué hay millones de mujeres más hermosas que yo, con rostros y cuerpos perfectos, que por más que las observes horas seguidas no les encontrarás ni una remota imperfección. Y éso nos hace compararnos, inconscientemente lo hacemos, al menos yo. Muchas veces me siento inferior a ellas por el simple hecho de que nada en mí es ideal o impecable.

PROHIBIDO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora