Capítulo Cuarenta y uno.
Al entrar cerré la puerta, me acerqué a mi mochila y ahí saqué todos los libros de la materia, no sé para qué, tal vez no entiende algo y debo explicarle.
Cuando me volteé para mirarlo él estaba sentado en la cama con sus piernas hacia arriba, huyéndole a Mika que intentaba morderlo.
—¡Mika! —Digo al verla— A tu sitio.
Mika me obedece, así que corrió a su cama. Miré a Eduard.
—¿Te mordió?
—No.
Él se lavantó de mi cama.
—Lo lamento, Mika a veces se pone nerviosa cuando vé personas que no conoce.
—No pasa nada.
Me senté en la cama —Siéntate —Él lo hizo. Cogí mi cuaderno y él su móvil, al parecer va a anotarlo ahí— Debemos buscar todos los datos posibles sobre Leopoldo Zeo Aguilar.
—Sé quién es —Dijo mientras escribía en su teléfono.— ¿Ya éso es todo? —Asentí— Qué rápido terminó mi excusa para venir a verte.
Solté una pequeña risa— El sábado tienes otra.
Él sonrió y se quedó mirándome, no, ¿Por qué dije éso? Creo que es porque Eduard no provoca los mismos nervios que provoca Jason en mí.
—Sí, definitivamente tendré una muy buena excusa.
Habló mirándome a los ojos, y nos quedamos así unos segundos, su mirada no me intimida como la Jason.
¿Por qué todo el tiempo los comparo tanto? ¿Por qué no puedo sacar a Jason ni un segundo?
Él se ha vuelto dueño de mis pensamientos y emociones.
—¿En qué piensas? —Me preguntó, era evidente que tenía mi cabeza ocupada como para seguir escuchando lo que él decía.
—En Leopoldo Zea Aguilar —Él se rió— Digo, en el trabajo.
Él iba a hablar pero mi puerta se abrió, haciéndome mirar y ver quién es.
Es Jason.
¿Qué hace aquí?
—Siento interrumpirlos —Dijo serio— Pero tu mamá necesita que la ayudes en la cocina, creo que —Él miró a Eduard— Tu amigo puede venir otro día.
—No... —Eduard interrumpió.
—Si tienes cosas que hacer yo me voy, no me molesta venir otro día o vernos el sábado en el parque de diversiones.
Jason me miró extrañado, yo tragué saliva.
—Bueno, te acompaño a la puerta...— Iba a caminar pero Eduard habló antes.
—No es necesario, conozco el camino —Dijo sonriendo. Se acercó a mí y me dió un beso en la mejilla, y tras éso salió de mi habitación. Miré a Jason.
—¿Se puede saber por qué demonios...—Él me interrumpió.
—Baja tu tono.
Suspiré y lo miré— ¿Quién te crees que eres para echar a Eduard?
—No lo eché, sólo le dije que tienes cosas que hacer.
—Unas cosas que seguro te inventaste.
—Puede ser.
—¿Y por qué? —Él se acercó a mí, levanté mi cabeza para mirarlo a los ojos.
—Porque no quiero que ningún otro hombre esté en tu habitación, en tu cama, ni cerca de tí.
Me quedé mirándolo.
—¿Y quién crees que eres para decidir éso? —Se acercó un poco más a mí.
—La única persona que has dejado que te toque, el único que te hace poner de los nervios.
—Y... y... —Me quedé sin palabras.
—¿Ves? —Dijo él, rodé los ojos— ¿Y qué hacía él aquí?
—Porque no tenía el tema de un proyecto de la universidad.
Él soltó una pequeña carcajada —Qué excusa de los noventa's, pudiste decírselo por teléfono.
—Pero quise que viniera, no puedes hacer nada con que me guste ayudar a los demás.
Él se acercó aún más a mí— Y si te digo que no sé besar, ¿Me enseñas?
—No necesitas clases, tú sabes cómo hacerlo —Él relamió sus labios— En todo caso, tienes muchas candidatas, píselo a alguna de ellas.
Yo volteé mi cara para mirar a otro lado. Jason se rió y giró mi cabeza con sus dedos en mi mentón — ¿Cómo que vas el sábado al parque de diversiones con él?
—Sí, resulta que Kimberly me invitó y yo decidí llevarlo a él.
—No quiero que vayas con él a ningún sitio.
—¿Perdón?
—Lo que oíste, no creo que quieras que tu girasol acabe sin pétalos.
—Digas lo que digas, no dejaré de ir, concéntrate en tu Scarlett y a mí déjame llevar a quién me apetezca.
Sus ojos se llenaron de rabia de repente, se acercó a más mí, yo levanté mi cabeza para verlo a los ojos. Hay pocos milímetros de distancia entre nosotros, él relamió sus labios, bajo la cabeza y los acercó a los míos.
—Ay Diosa —Soltó un suspiro luego de decir éso, soltando todo su aliento en mi rostro— ¿Por qué vas de malota si cuando me acerco a tí tus piernas tiemblan?
Y ahora no sólo mis piernas, también mis labios están tiritando de los nervios.
Él habló otra vez— Puedo interpretarlo de dos formas, que estás nerviosa o que tienes tantas ganas de que te haga mía que no puedes mantenerte de pié.
—¿Y si lo interpretas como que ellas quieren patearte pero las estoy reteniendo?
—Si eres sádica por mí no hay problema.
Solté un suspiro como de «Es increíble cómo tiene una jodida respuesta para todo».
—Bueno, me iré a hacer los quehaceres que inventaste que debo hacer.
—Bien, prefiero éso antes de que estés hablando con idiotas.
—Eduard no es idiota.
—¿Porque tú lo dices? —Soltó una carcajada, y sin decir nada más salió de la habitación. Maldije entre dientes y me apresuré a coger mi móvil y escribirle un mensaje a Eduard.
Mensajes de texto.
Yo: Lo siento:( Mi primo a veces suele ser un poco protector conmigo, te aseguro que la próxima vez que vengas no pasará éso.
Él: ¿Sabes qué me alegra? Que acabas de decir que habrá próxima vez.
Yo: Eres tonto:)
Él: Al menos te saqué una sonrisa.
Yo: :) Otra más, jeje. Ahora iré a hacer mis deberes, nos vemos mañana en la universidad.
Él: Hasta mañana, guapa.
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PROHIBIDO ©
Romance¿Es una locura enamorarte de tu primo? Pues, creo que entenderían un poco más mi historia si conocieran a Jason, un chico tan... único a su forma, y a la vez tan jodido, creo que pensarían distinto. Él está prohibido para mí. Lo sé. Es difícil para...