XL. Trabajo.

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Capítulo Cuarenta.

Atenea Weller.

Día siguiente. Mi padre me llevó a la universidad, sin apuros porque hoy tiene el día libre. A penas llegué me bajé del auto y entré, me fijé que un poco a lo lejos estaba Kim hablando por su móvil, me iba a acercar a ella pero escuché el timbre de entrar a clases.

Así que me dirigí hacia el salón. Choqué con ella en la puerta, ambas sonreímos y nos dimos un beso en la mejilla.

Caminamos hasta sentarnos en nuestro sitio.

—¿Cómo has estado, nena?

Me gustaría decirle que he estado de una forma inexplicable, que me he sentido rara por todas las cosas que están pasando con Jason. Pero prefiero guardarlo.

—Bien, ¿Y tú? —Ella sonrió- ¿Ha pasado algo nuevo?

—Nada, sólo que el sábado iré con Dylan al parque de diversiones.

Levanté una ceja— ¿Y éso?

—A ver, yo le propuse la idea e invitamos a Jason y Scarlett.

Abrí los ojos como platos, ¿Jason y Scarlett? No... no tenía idea, no creo que sean novios, pero ¿Por qué irán a un parque de diversiones con Kimberly y Dylan? ¿Qué será éso, un dos con dos?

—¿Jason y Scarlett? —Pregunté.

Y lo peor, ésto me ha tomado de sorpresa, no me imagina éso. Y Jason es tan bueno para no contar nada, si Kim no me lo dice, ¡No me entero!

—Sí, ellos dos se tratan como amigos con derechos, ¿Por qué no? —Dijo sonriendo, yo sonreí también, muy falsamente.

No sé si estoy celosa, no puedo estarlo.

Pero creo que sí, es algo inevitable.

Pero por suerte, por mi cabeza pasó una idea de inmediato, miré a Kimberly — ¿Y yo puedo ir con Eduard?

—¿Ah? —Asentí con la cabeza— ¿Tú con Eduard?

—Si, digo, estaré el sábado aburrida en casa y antes de éso prefiero ir con ustedes. Además, me llevó increíble con él.

—¿Pero te gusta? —Me quedé callada unos segundos.

—Em, sí, no le digas, por favor.

Evidentemente estoy mintiendo, cierto que Eduard es un chico guapo y cualquier chica podría tener algo con el, incluyéndome a mí, pero no, no me gusta.

Ella sonrió— Claro que no le diré tonta, pero claro que pueden ir, será el sábado a las 8:00a.m.

Sonreí— De acuerdo.

A penas terminé mi corta frase, llegó nuestro profesor de Historia de la Filosofía Antigua, medieval, moderna y Contemporánea.

Se paró en medio del salón, todos nos pusimos de pié. Cuando nos dió los buenos días y nos dijera que nos sentáramos, todos lo hicimos.

—Chicos, necesito que tomen nota de ésto porque será el primer trabajo de investigación que haremos en la materia.

Saqué mi cuaderno y un boli.

El profesor habló otra vez— Harán éste proyecto individualmente, quiero que busquen todo tipo de datos sobre el filósofo Leopoldo Zea Aguilar —Apunté lo que decía— Quiero ésto listo para el próximo lunes. Mientras más datos tenga su proyecto, más puntos tendrán garantizados.

Sonreí, éste profesor es muy exigente, así que esforzaré por tener una buena nota, recibir un diez de él sería un sueño, literal.

A las 5:00p.m, salimos de la universidad. Kimberly parece estar muy contenta y ansiosa esperando a que llegue el sábado, yo realmente no sé qué quiero, no tengo ganas de ver a Jason y Scarlett cerca, pero a la vez tampoco quiero dejarle el camino libre a ella.

¡Ah, qué tonta soy! Por suerte fuera estaba mi padre, me despedí de mi prima y me subí al auto.

A penas llegamos a la casa fuí a mi habitación, gracias a todos los Dioses no ví a Jason, sería un shock demasiado fuerte, y más luego de lo pasó ayer.

Al recordarlo siento que mis mejillas se enrojecen. 

Cuando entré a mi habitación dejé la mochila encima de la cama, y cogí mi teléfono, lo desbloqueé con mi dedo.

En mis contactos, busqué el de Eduard, miré su número pensando si lo llamo o no. Quiero preguntarle si quiere ir conmigo el sábado a ése parque de diversiones, pero me da vergüenza.

Suspiré y dí click en su número, y en la pantalla aparecía «Llamando».

Llamada telefónica.

Él: Ey, ¿Qué hay? —Dijo a penas respondió.

Yo: Todo bien, quería preguntarte si... —Me quedé callada unos segundos.

Él: ¿Continúa?

Yo: Si querías ir conmigo a un parque de diversiones el sábado.

Él: ¿Me estás invitando a una cita?

Yo: Em, a ver, no vamos solos así que no sé si llamarlo cita.

Él: ¿Y con quiénes más?

Yo: Con mi prima y mi primo y sus ligues.

Él: Vale no hay ningún problema.

Yo: De acuerdo —Iba a colgar la llamada pero él habló por el otro lado.

Él: Atenea, hoy no fuí y me dijeron que hay un trabajo a entregar el lunes y no sé qué hay que hacer, ¿Puedo ir a tu casa así me dices?

Yo: ¿No puede ser por aquí, o es una excusa para verme?

Él: Me has pillado.

No pude evitar reírme.

Yo: No hay problema, puedes venir.

Él: Vale, envíame la dirección.

Colgué el teléfono. Le envié el mensaje a Eduard con la dirección de casa. Luego dejé el móvil encima de la mesita de noche, respiré ondo.

Acomodé los libros en mi estantería para hacer algo hasta que llegue Eduard.

Más o menos quince minutos después escuché el timbre de la casa.

Bajé a abrir la puerta, pero desde las escaleras ví a Jason abrirla él.

Me apresuré, y sin que él me viése escuché lo que decía.

—Te equivocaste de casa —Le dijo a Eduard, el cuál al verme me señaló, Jason me miró.

Simplemente rodó los ojos y se fué a su habitación. Eduard me miró sonriendo.

—¿Me equivoqué? —Solté una pequeña carcajada.

—No le hagas caso, es un poco antipático.

—De acuerdo —Dijo sonriendo.

—Buenas tardes —Habló mi padre detrás de mí. Me volteé.

—Hola papi, te presento a Eduard, un compañero de la universidad.

Mi padre se acercó a nosotros y le dió una mano a Eduard.

—Mucho gusto, señor.

Le dijo. Mi papá sonrió.

—Está aquí para hacer un trabajo de la universidad, ¿No te molesta?

—Me enojaré si no sacan las mejores notas.

Eduard y yo sonreímos. Lo miré y empecé a caminar rumbo a mi habitación seguida por él.

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