Capítulo Diecisiete.
¡Ah! No sé porqué me dejo influenciar por los pensamientos de Jason, él nunca ha sentido nada por nadie, o al menos éso creo yo. Pero siempre he creído que sí existen los príncipes azules, es más, creo que todos los chicos son uno de ellos, pero, con el paso del tiempo, algunos de ellos no encuentran a la mujer indicada y en ése proceso de espera van perdiendo su color, convirtiéndose en chicos normales y corrientes, con tonos grisáceos en sí mismos.
Evidentemente Jason ya perdió toda su tinta, por su arrogancia, mal humor, y rebeldía, es por éso que no cree en que existan aún sus colegas, porque él ya no forma parte de ésos príncipes.
Es extensa mi teoría pero es lo que creo.
Tampoco pretendo buscar en cada rincón del mundo hasta encontrar al amor de mi vida, porque creo que cuándo alguien es para tí aparece en tu camino sin que lo busques.
A lo largo de mi vida me han gustado muchos chicos pero con ninguno de ellos he tenido nada. Aún recuerdo mi primer beso como si fuera ayer, ¡Dios! Tan sólo recordarlo me hace sonrojar de la vergüenza.
Tenía a penas trece años y estaba en el colegio en la tarde, un día lluvioso, cabe destacar, y mis padres aún no pasaban por mí, el chico que me gustaba se quedó en el salón de clases conmigo, los dos solos, y después de hablar y declarar nuestro "amor de niños" uno por el otro, se acercó a mí, inclinándose para llegar a mis labios y me besó.
Duró unos tres segundos porque me levanté de la silla y corrí al baño más cercano a vomitar.
¡Vaya idiota, Atenea! Creo que fueron los nervios y la adrenalina, que hicieron que mi estómago se revolviera y provocó que devolviera.
Qué recuerdos.
Al llegar a mi casa me bajé del auto, y, como siempre, repetí el patrón aburrido de todos mis días, acabé de lavar los platos cuando todos terminamos de cenar, al pasar por la sala de estar ví a Jason sentado en el sofá, con sus piernas separadas y mirando la tele.
Me fijé en lo que estaba viendo, creo que es una película de terror, me sorprende porque la está viendo sin hacer ninguna expresión en su rostro, yo en su lugar, estaría cagada del miedo, y sí, literalmente.
—¿Qué ves? — Le pregunté. Él giró un poco la cabeza para mirarme.
— Us.
Regresó a enfocar su vista al televisor — ¿Éso qué es?
— Una película de terror.
— ¿De qué trata? — Me miró y soltó una pequeña carcajada.
— ¿En serio quieres saber? — Habló, aún sonriendo.
— No, gracias.
Él se rió, pues éso, definitivamente no quiero saber de qué demonios trata, cuando veo una película de terror me paso aproximadamente una semana, o más sin poder dormir.
— ¿A qué le tienes más miedo, a las películas de terror o a los hombres?
— Yo no le tengo miedo a los hombres.
— ¿No?
— No.
— Cómo creerte, Diosa.
— Pues, ayer te salvé de unas buenas pálidas enfrentándose a uno.
Él se levantó y me miró — Tú no me salvaste de nada ¿Okay?
— No te burles de mí y no te diré nada.
Él sonrió — ¿Crees que dejaré de hacerlo? — No dije nada, él continuó su diálogo. Me miró de arriba a abajo — Es muy divertido hablar contigo, pero tengo que irme.
No dije nada, él caminó rumbo a su habitación.
¡Jason, eres insoportable! Gritó mi voz interior. Y tiene toda la razón. Miré al televisor, apareció alguien con una cara petrificada del miedo, con ojos abiertos y grandes, al verlo dí un pequeño brinco.
Ni siquiera apagué la televisión, simplemente subí a mi habitación y cerré con seguro. Hoy me costará mucho dormir, me metí en la cama, traté de pegar ojo pero ése rostro no sale de mi cabeza.
Cogí mi laptop y me conecté. Navegué un poco por las redes sociales para olvidarme de aquel susto. En "Personas que quizás conozcas" ví el perfil de un chico llamado, Eduard García. Creo que es el Eduard que yo conozco.
Entré en su perfil y confirme lo que creía, ví algunas de sus fotos.
No sé si enviarle la solicitud de amistad, aunque ya nos conocemos y no debería de darme pena, sin más rodeos, moví el ratón hasta que la flechita quedara justo encima de la casilla de "enviar solicitud de amistad" e hice click ahí.
Salí de su perfil y seguí navegando por Facebook.
Pero aún no sale esa imagen de mi cabeza, Dios. Te odio Jason.
Inicié un chat con él, nunca nos habíamos escrito por el chat de Messenger, sólo hemos hablado por mensajes de texto o por WhatsApp. Así que puse mis dedos en las teclas de la laptop para enviarle un mensaje.
Chat.
Yo: ¡Por tu maldita culpa no puedo dormir!
Él: ¿No dejas de pensar en mí?
Yo: ¿Ah? ¿Por qué pensaría en tí?
Él: No sé, tú has dicho que no te dejo dormir.
Yo: Te fuiste y dejaste la película de terror reproduciéndose en la tele, ¡Y ví un rostro que no quería ver!
Él: Dramática, cómo siempre.
Yo: No soy dramática.
Él: Eres exagerada, ¿Éso lo lees mejor?
Yo: Buenas noches, Jason.
Él: Hasta mañana, Diosa ;)
Salí del chat. Dejé la laptop a un lado y la cerré, me metí debajo del edredón y cerré los ojos, tengo que pensar en algo lindo, para no recordar ésa cara, no sé porqué pero por mi cabeza pasó el idiota de antes, Jason.
¿Qué? Él no es lindo... Bueno, no voy a tapar el Sol con un dedo, mi primo sí es guapo, pero muy, muy, muy insoportable.
Lo que no entiendo es porqué llegó él a mi cabeza, pero al parecer funcionó porque no tardé en quedarme dormida.
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PROHIBIDO ©
Romance¿Es una locura enamorarte de tu primo? Pues, creo que entenderían un poco más mi historia si conocieran a Jason, un chico tan... único a su forma, y a la vez tan jodido, creo que pensarían distinto. Él está prohibido para mí. Lo sé. Es difícil para...