De Vuelta a lo Perdido.

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A las afueras de los grandes monolitos, en los puestos de avanzada más alejados todo se desarrolla con tranquilidad en la mañana. Los vientos fríos que ofrece la tierra muerta no son amables con los cazadores que habitan esos puestos de avanzada. 

—¿Alguna novedad en el perímetro? —pregunta el oficial a cargo del puesto a la persona que monitorea los niveles de concentración de energía. 

—Muy pocas, nada que nos deba de preocupar —responde el chico que no deja de mirar el monitor. 

La luz del sol no es capaz de atravesar las gruesas nubes de nieve y mucho menos en la tormenta en la que se encuentran, pero para los cazadores eso no supone un problema para desarrollar sus actividades. 

El objetivo de los puestos de avanzada es monitorear el incremento de energía vital a los alrededores de Edén. Cosa que no es bueno en lo absoluto. Entre más energía vital haya a las afueras, más I Znat' llegarán a rodear a Edén y sin monolitos que cubran esas tierra; los monstruos podrían volver a destruir uno de los monolitos.

—Bueno. Cúbreme la espalda, saldré a patrullar. Hoy es sábado de mandar los reportes. 

El oficial salió del cuartel acompañado de cinco oficiales más. No pueden derrotar a los I Znat' que hay ahí afuera, pero ya con esos números se sienten seguros.

—Incluso aquí dentro del vehículo hace tanto frío como afuera, incluso con la calefacción encendida.

El grupo se forma por tres hombres y tres mujeres. Los mejores del puesto de avanzada en el que se encuentran. Para que sus ataques sean más efectivos solo los usuarios de hielo y agua son los que salen de Edén. 

—¿Cuanto tiempo tiene que no volvemos a la ciudad? Tengo ganas de estar bajo el sol por un momento —Una de las tres chicas se apoya en sus rodillas para quejarse. 

—Yo quiero comer algo dulce sin temor a que ya no lo pueda comer más tarde. También quiero ir a la casa de mis padres, tengo ocho meses que no los veo.

Los militares que se encuentran del otro lado de los monolitos pasan un año afuera como parte de su entrenamiento. Una vez terminado pueden volver a Edén para desarrollar trabajos más avanzados en cargos más altos en el Palacio. Casi nadie toma este camino, por la alta mortalidad que tienen al estar afuera. 

—Roxana, solo cuatro meses más. El panorama seguro que deja de ser feo, pero el trabajo se va a mantener de la misma forma —dice el capitán—. Yo tengo dos años acá. Tengo veinticuatro años. En un año más voy a perder mi capacidad de controlar el hielo. Volveré a Edén  cuando eso suceda.

—Scott, eres el más viejo de todos, y también eres la séptima persona más fuerte de Edén. ¿Qué se siente que pronto ya nadie sabrá que estuviste en los diez primeros. Todos recordarán a Ciel, Arthur, el imbécil del viento y quizá a ese sujeto que controla el fuego, pero usted no ha dejado nada para que lo recuerden en futuras generaciones.

—Que no te hayas dado cuenta de todo lo que he hecho por Edén es tu problema. Pueda que tú no hagas tanto como yo en todo lo que puedas usar tu habilidad. Luwan, mejor mira atentamente. 

Los enormes robots que cuidan los monolitos se mueven libremente por todo el territorio, matando a todos los I Znat' que se encuentren por su camino. 

 Pasan al lado del vehículo sacudiendo a todos dentro de él. Los hombres miran atentamente el pecho de una de sus compañeras, Miranda, la chica con los pechos más grandes de todo el escuadrón y quizá de todos lo puestos de avanzada del lugar.

Igual las vestimentas de invierno no dejan mucho que ver para los hombres, aunque ella ya sabe lo que ellos quieren ver.

—Son enormes. Hacen que nos movamos con su andar —dijo Scott haciendo que más de uno pensara mal de sus palabras—. ¿Nunca se han preguntado si son infinitos?

¡El Amor NO Cae del Cielo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora