Caminos Separados.

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Ethan mira al viejo acercase a él. Las enfermeras que lo atendían se alejaron por miedo a lo desconocido. Todos miran con atención y esperan la respuesta de Ethan.

—¿Habla de Sealtiel? —preguntó Ethan. Comentarios en voz baja comenzaron a escucharse.

—Claro que hablo de ella chico. Tu vida aburrida y carente de la emoción de afecto después de cierto incidente con cierta conocida mía; te quitó la felicidad de tan hermoso sentimiento, como disculpa de ella de mi parte, te permití conocer a una chica que quizá iba a cambiarte, no solo porque es bella, si no por su actitud y comportamiento. Elegí a la mejor para ti, ¿no lo crees?

Todos en la sala lo miraron raro, no es normal que alguien a quien no conocen se haya metido en la sala e ignorara la presencia de todos los demás como si solo Ethan estuviera presente en el lugar.

—No te salió como tú esperabas la verdad —contestó Ethan algo nervioso, pues sabe que todo lo que diga lo sabrán los demás con respecto a su nula relación Sealtiel.

—Entonces eres tú el que no esta aprovechando la oportunidad que te he dado. Descuida, el ponerte ahí solo ha sido el principio de lo que realmente era, pero sí, debo de admitir que esperaba más de tu relación con la chica.

Las palabras del viejo siguen de la misma manera desde que comenzó a hablar. Que es una de felicidad y de que ignora todo alrededor.

—¿Usted quién es? —preguntó un poco más exasperado el gobernador.

—Yo solo soy un viejo —contestó el hombre con una túnica blanca sin voltearse a ver al gobernador—. Digamos que soy alguien a quien debes de respetar por el bien de todos en la ciudad.

Los diez primeros cazadores se pusieron en alerta menos Ethan. La tensión se puede sentir literalmente.

—No se preocupen en querer atacarme. Pueda que parezca un viejo, que realmente lo soy —El viejo se volteó a todos—. Buscan a los ángeles del mundo, y no saben reconocer cuando tienen a uno delante de ustedes.

Las alarmas de la sala comenzaron a sonar de inmediato y las luces rojas se reflejan en la cara de todos. La alarma la hizo sonar el General a cargo del momento.

—Te tenemos. No podrás salir del complejo —anunció el General.

El anciano piso levemente el suelo apenas haciendo ruido. Las alarmas dejaron de sonar y las luces rojas se apagaron.

—Fingiremos que no pasó lo que acaba de pasar.

Los demás no se movían a causa de una fuerza que los dejaba quietos. Todos forcejeaban para poder librarse de la extraña presión.

—No soy como mis demás compañeros, ya estarían muertos si así lo quisiera.

Solo Ethan solo se podía mover en esos momentos.

—Entonces... ¿Qué es lo que haces aquí? —preguntó Ethan poniéndose de pie.

El anciano se giró de nuevo a Ethan.

—Tú sí que eres un problema para nosotros —mencionó el viejo mirando los ojos de Ethan—. Y alguno que otro de por aquí también lo podría ser.

La mirada de Ethan si dirigió de inmediato a Ciel. Pero ella no se podía mover, solo se mira su rostro que lucha por querer moverse.

—Bueno. Escuchen —pidió el viejo. Pronto todos respiraron aliviados. Se pueden mover—. Mi tiempo en Edén se ha acabado, he ayudado a solo un puño de personas, bueno, más bien a dos puños. Diez personas para que entiendan.

¡El Amor NO Cae del Cielo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora