Metamorfosis

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...

Dumbledore llevó a Neela a su oficina, mientras ésta trataba de contener sus visiones tallando con las dos manos su cabeza, cuando llegaron la colocó en una silla mientras él le servía un poco de té en una taza.

—¿Qué está ocurriendome?— preguntó levantando la mirada hacia él cuando otra visión la acosó, pero no pudo entender las imágenes en su cabeza.

—Bueno— empezó Dumbledore después de que le dio el té, caminando de aquí para allá como si así recolectara más información —Supongo que es la razón menos mágica que encontrarás, pero estás creciendo, tu mente se adapta a los cambios y por ende tus visiones se salen de control.

Neela lo miró sin comprender lo que decía, tratando de llevar el té hasta su boca sin derramar una sola gota, lo cual parecía imposible ya que su mano le temblaba a más no poder.

—Verás, con los cambios, viene la adaptación, ¿hasta ahí todo está claro?— ella asintió —Tu cerebro está expandiéndose, evolucionando, como lo hacen los de tus compañeros.

—¿Y por qué a los demás no les pasa esto?— el profesor se sentó junto a ella cuidando no tocarla, mirándola comprensivamente.

—Ellos no tienen visiones, su mente no está desarrollada para tanta información, desde pequeña, la tuya sí— después de observarla un rato, colocó su mano en su hombro, provocando que le doliera la cabeza al ver cómo él tomaba un líquido en aquella cueva que visitó en su infancia junto con Tom —Debes de luchar contra ello, Neela, se fuerte.

Al escuchar sus palabras asintió, cerró los ojos y suspiró lentamente, logrando calmar el dolor, pero las imágenes seguían apareciendo —No se van— dijo volviendo a preocuparse.

—Entonces, lo mejor será que no luches contra ello, déjalo que siga su curso, que las visiones te llenen de pies a cabeza— lo miró preocupada, tragó saliva con dificultad y volvió a cerrar los ojos cuando dejó la taza a un lado.

Millones de imágenes se formaron en su cabeza, haciéndola arder, pero suspiró lentamente unas cuantas veces y así pudo combatir el dolor.

Se relajó aún más y las imágenes comenzaron a aclararse lentamente, cuando se dio cuenta, estaba en un pasillo, pero no como el de su espacio mental, éste era diferente.

Las imágenes no parecían estar separadas ni por puertas ni por ventanas, simplemente estaban revueltas, encontrándose en su cabeza, a sus lados y a sus pies.

Éstas pasaban como caballos de carrera a su alrededor, logrando un leve efecto mareador que pasó casi en seguida, cuando ahora veía desde tercera persona una visión.

—Te prometo que lo cuidaré con mi vida— le dijo ella a Fleamont con un bulto en brazos, se acercó y pudo ver a un bebé dormido ahí.

—Te creo, Neela— respondió el castaño, y al momento de posar su mirada en él, aquel escenario se deshizo y volvió a estar en aquel pasillo lleno de visiones.

Avanzó por unos segundos antes de volver a adentrarse en una de éstas sin querer, observando un cuarto oscuro que estaba segura había visto en la mansión Malfoy.

—Lo que hice estuvo mal, Tom. Debemos parar— trató de convencerlo mientras el pelinegro servía de espaldas un vaso de agua y le ofrecía uno a ella.

—Ya no hay vuelta atrás, Neal, sino esas muertes serán en vano y será peor ¿No es cierto?— ella agachó la mirada con el vaso de plata en manos —Basta de lamentos, brindemos por nuestro logro.

Enamorada De Tom Riddle [Tom Riddle y Tú] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora