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Para su buena suerte, los pasillos estaban despejados ya que no había ni una sola alma fuera de su cama, así que ir hasta la oficina de Dumbledore sin ser vista sería tarea fácil, o eso pensó.
—¡Neela!— exclamó Rabastan, que pasaba por una esquina del pasillo junto a ella, avanzando hasta la rubia con una sonrisa —Te he estado buscando desde la cena, ven, vamos a la sala común, hay algo que quiero mostrarte.
—Pero... Yo iba a... No importa, vamos— titubeó mientras el castaño la tomaba de la muñeca y empezaba a avanzar hasta las mazmorras —No es por ser grosera pero ¿Qué me vas a enseñar que no puede esperar hasta mañana?.
—Ya lo verás, te gustará mucho, estoy seguro— respondió aún con su característica sonrisa en la cara, acercándose cada vez más a la puerta para entrar a su sala —Por aquí, ven— y se detuvieron en una de las mesas que ocupaban para hacer las tareas, donde había una caja envuelta con un listón —Es un regalo de cumpleaños atrasado.
—Oh, Stan, no tenías que gastar tu oro— repuso su amiga con una sonrisa en el rostro, Rabastan sonrió un poco apenado para después decir.
—En realidad no gasté nada, sólo tuve que... Mejor ábrelo— tomó la caja rectangular de color verde y se la ofreció, era un tanto delgada, quizá sería un collar, pensó. Pero la agarró y agitó con cuidado y escuchó el objeto dentro de ésta rebotar.
—No es un collar— el castaño negó al parecer entusiasmado por la reacción que su amiga podría tener —Bueno, veamos que se esconde en ésta bella cajita— tomó el listón plateado brilloso y lo deshizo, colocó la caja en la mesa y quitó la tapa, viendo lo que parecía ser un palo envuelto en tela de seda púrpura oscura —¿Qué es...?.
Pero sus palabras se vieron interrumpidas por sí misma, ya que en el momento que su dedo índice rozó la seda, sintió la misma vibra de familiaridad que había sentido con Grindelwald. Miró un tanto conmocionada a Rabastan a su lado, y con más cuidado que antes, terminó de desenvolver el objeto para confirmar sus sospechas.
—La... La varita de mi padre— murmuró notando como su vista se nublaba, con las manos temblorosas la agarró, sintiendo un confortable calor en el cuerpo, mejor que el que sentía al beber cerveza de mantequilla; desde que se fueron a investigar acerca de la maldición, nunca había estado tan cerca de él.
Abrió la boca para agradecer pero no pudo decir nada, un enorme nudo en la garganta le retenía las palabras, sólo volteó y observó a Rabastan (quien se sorprendió al ver que su amiga estaba al borde de las lágrimas) y lo abrazó, y al cerrar sus ojos las lágrimas se escurrieron por su mejilla sin antes poder evitarlo.
—Gracias— dijo aún estando aferrada a su torso, sintiendo como tímidamente su amigo le devolvía el gesto. Después de unos largos segundos y más lágrimas derramadas, Neela se separó de él limpiando sus mejillas, aún sosteniendo la varita —¿Cómo la conseguiste?— preguntó mientras ambos se sentaban en el sillón frente a la chimenea, donde casi no había estudiantes.
—Bueno, verás, desde que el altercado con tus padres en Azkaban sucedió, su historia fue conocida por casi todos los magos que leyeran el profeta (incluyendo la vez que se disculparon por su error y aclararon que el fallecido fue tu padre). Así que cuando dijiste ser Neela Bloom en la clase de pociones, me puse a investigar tu pasado una vez más preguntándole a mi padre acerca de éso. Así que, como fue despojado de su varita y ésta fue guardada en el ministerio, le pedí a mi padre (que tiene muchos contactos) que me la consiguiera; tardé un poco en convencerlo y luego en recuperarla, pero al final, en las vacaciones de verano, la conseguí ¿Te gustó?.
—Rabastan, no tengo palabras para agradecer éste maravilloso gesto, en serio, gracias— respondió observando la varita de madera oscura una vez más, sonriendole y recibiendo una sonrisa de vuelta.
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Enamorada De Tom Riddle [Tom Riddle y Tú]
FanfictionAquel que nazca bajo el efecto de una poción de amor será incapaz de poder sentir algo, eso es lo que Dumbledore decía, pero ella no estaba tan segura de eso. A veces le tenía envidia de que no pudiera sentir el dulce veneno del amor, que puede lleg...