Lo Malo de lo Bueno

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...

—Tom— repitió aliviada después de haber guardado de nuevo la Diadema en la caja de madera y empezó a andar rápidamente hacia él para aferrarse a su torso lo más pronto posible.

Toda la soledad que la había abrumado por las últimas semanas se fue en cuanto recargó su cabeza en su pecho, sintiéndose a salvo finalmente.

—Siento que hayas tenido que pasar por todo eso sola— murmuró él, sediendo a sus impulsos de acariciar su cabello y rodearla con sus brazos, a pesar de lo que su subconsciente le ordenaba.

—Está bien, no fue tu culpa. Lo que importa es que estás aquí, conmigo— paró a pensar un momento acerca de la Diadema de Ravenclaw, y para tomar el control de la situación dijo —Ven, hay algo que quiero mostrarte.

Tom la siguió, recordando aquella escena que él creyó haber visto de Neela a punto de atacar a un ave, pero cuando llegó frente al árbol vio al cuervo completamente tranquilo y sano, al lado de éste estaba una caja y en su pico una Diadema.

—¿Es eso lo que yo creo que es?— ella asintió.

—Muy bien, ave, lograste sacarla. Iba a golpear la caja con una roca para lograr abrirla, pero al parecer él lo logró más fácilmente— mintió tomando la Diadema y ofreciéndosela a Tom —Iba a ir a mi casa principalmente pero decidí mejor venir a Albania para buscarla y entregártela— Tom sonrió.

—Eres única— añadió casi en un susurro, tomando su mejilla con su mano y depositando un beso en sus dulces labios —Y eres mía— cuando dijo ésto, un cosquilleo se adueñó de cada rincón del cuerpo de Neela, haciéndola sonrojar.

—Ven, te ayudaré a acomodarte— se despegó de él para recoger la caja y cuando por acto reflejo tomó su mano una visión invadió su mente.

Escuchaba murmullos, pero no podía ver nada, sólo sombras blancas entre la oscuridad. Sintió como un nudo se formaba en su estómago a respuesta de un mal presentimiento.

Las voces subían de volumen pero aún así seguían siendo inexistentes susurros que ella no podía entender, y aquella oscura habitación de repente fue iluminada por una fuerte luz verde que llegó a lastimar sus ojos.

Luego vio a dos ancianitos sin vida, o eso aparentaban al estar con su mirada oscura, y escasa de algún brillo, y la última luz verde que estalló la hizo volver en sí.

Tom la tomó por la cintura cuando sus piernas le fallaron para evitar que cayera al suelo y se lastimara, mareada y confundida levantó su vista hacia los ojos negros de Tom, sin entender ni pizca de lo que había ocurrido.

—¿Estás bien?— asintió recobrando la postura y caminando hasta la tienda.

Al llegar no pudo evitar notar cómo el cuervo no paraba de graznarle a Tom ni picar su ropa, logrando hacerlo enojar y que le apuntara con la varita —¡Espera! — pidió interponiendose entre ellos para protegerlo.

—¿Por qué? Muero de hambre— recalcó volviendo su mirada al cuervo, que le volvió a graznar.

—Tranquilo, es inofensivo, ha sido una gran ayuda. Creelo o no, sin él no hubiera encontrado el paradero de la Diadema hasta dentro de unos meses, hazme caso y baja la varita— después de poner los ojos en blanco, obedeció.

—Bien, pero si vuelve a poner su pico en mi cuerpo comeremos ave a las brasas.

...

—¿Y te echaron sólo por ser mayor de edad?— enojado asintió dándole vueltas a su varita —Cuando vea a la directora, se va a enterar... — murmuró rechinando los dientes sin poder controlar que sus ojos se tornaran amarillos como cuando se transformaba en reptil.

Enamorada De Tom Riddle [Tom Riddle y Tú] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora