Correspondencia

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...

Pero... No lo entiendo ¿Cómo podría ser eso posible?— se preguntó con la mirada perdida y fija en el piso, sin creer que algo tan importante hubiera estado frente a sus narices todo ese tiempo.

—Creo que ambas sabemos que no hay nada fuera de lo normal en la historia que Eric te contó, pues todas las pruebas están apuntando a que es cierto... Aunque, si no lo crees...— empezó su madre como si la estuviera alentando a hacer una travesura —Sólo hay una forma de saberlo.

—Bajando a la cámara de los secretos— su no-madre asintió, pero no era tan fácil como sólo decirlo, pues aún recordaba cuando aquel basilisco había intentado comerla y sería difícil bajar sin la compañía de Tom, ya que no pensaba contarle nada de lo descubierto.

—Neela, antes de que te vayas... En las vacaciones de Navidad, considera práctico ordenarle a tu abuela que te diga toda la verdad, sin omisiones ésta vez— dijo a sus espaldas cuando la rubia se paró, pero cuando volteó para preguntarle a qué se refería, Odette ya no estaba ahí.

—No veré a mi abuela en Navidad— repuso ilusa antes de cerrar los ojos y volver al baño de prefectos.

Se paró del piso y salió rápidamente, aún perturbada por lo que había pasado. Quería la cura, pero no estaba segura de querer bajar a la cámara de los secretos "Pero mi madre lo merece" pensó.

Necesitaba pensar las cosas, meditar la situación, así que pensó que sería una buena idea refugiarse en su cuarto. Aunque no se atrevió a abrir la puerta.

—Está bien Lea, Alexander ya se fue y no molestará más— escuchó decir a Mia, acompañado de los sollozos de la rubia Abbott.

—Lo odio, Mia, en serio lo odio— dijo entre lágrimas, y Neela no pudo hacer más que sentirse mal por su amiga, quien era denigrada y maltratada por el simple hecho de amar.

Les dio su espacio y siguió de largo cuando unos jóvenes de su casa la invitaron a celebrar como todos los demás la victoria en el campo, porque tenía cosas más importantes que hacer.

Se dirigió a las afueras del colegio para refugiarse en la cabaña de Hagrid, pero antes de que sus nudillos chocaran contra la puerta, escuchó una voz femenina que conocía muy bien.

—Y por eso soy la más alta de mi familia, mis padres siempre tienen que levantar un poco la mirada para verme a los ojos— dijo Penélope y ambos rieron —He e-escuchado que eres muy bueno con las criaturas mágicas...

—O-Oh, s-sí, s-sí, es cierto. Pienso que alguien debe de comprenderlas ¿No?— respondió el semigigante con un tono más suave.

—Eso es muy... muy tierno de tu parte— él soltó una risa casi inaudible, y a partir de ahí Neela ya no escuchó nada, y creyendo saber lo que estaba pasando, se fue para dejarlos un momento a solas.

—¡Neela!— exclamó Abraxas cuando estuvo en el pasillo, rodeando sus hombros de repente, llegando con Rabastan y Orión detrás de él como ya era costumbre, formando una mueca al ver al pelinegro —Éste idiota quiere disculparse.

—No quiero palabras vacías, Orión, así que si no sientes lo que sea que vas a decir, guárdatelo, porque no quiero tus mentiras— dijo enojada, caminando de largo, deteniéndose cuando él habló.

—Antes te encantaban— y ahí fue cuando le colmó la paciencia, se dio media vuelta, se colocó sólo a unos centímetros de Black, que muy iluso creyó que lo besaría cuando lo tomó de los hombros, sonrió, y cuando él bajó la guardia, depositó un rodillazo justo en su entrepierna, haciéndolo soltar un quejido mientras cubría la zona afectada, retorciendose del dolor.

Enamorada De Tom Riddle [Tom Riddle y Tú] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora