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No podía creer que Tom, quien creía la amaba más que a su vida, hubiera creado otro Horrocrux sin importarle lo que ella le había dicho, que quería tener una vida normal. Lo había hecho a propósito, para poder controlar su vida como lo había hecho desde que ambos entraron a Hogwarts (en parte porque lo espiaba por órdenes de Dumbledore para tenerlo controlado).
Y eso la enfurecía, ya que Neela siempre había sido buena con él desde que tenía memoria apesar de que lo único que quería Riddle era alejarla. Incluso lo había ayudado con sus planes apesar de no estar de acuerdo con ellos (también en parte porque sin ella al lado de Tom, controlando su mal genio, las cosas habrían sido peores, y más inocentes hubieran sufrido).
Inhaló y exhaló tratando de controlarse, ya que sentía que un poco de enojo más y haría la cámara secreta sólo un montón de piedras y polvo. Cerró sus puños, que estaban recargados sobre la puerta de la bóveda, para lograr su cometido, pero se expuso cuando, gracias al contacto con la puerta, ésta se abrió un poco haciéndola rechinar levemente.
Pero claro, fue suficiente para que el basílisco al lado de Tom se erguiera tomando una altura de más de 5 metros, comunicándose con él en parsel.
—Hay alguien— el pelinegro frunció el ceño guardando la Diadema en una bolsa de terciopelo verde, tratando de distinguir una figura atrás de la puerta, y al no hacerlo dio media vuelta para recoger las cosas.
Neela lo vio como una oportunidad para escapar, y eso iba a hacer, hasta que pisó un charco junto a su pie cuando se deslizó por la puerta para no ser vista, maldiciendo por lo bajo, y sabiendo que no tenía salvación empezó a correr por la oscuridad para salir por donde había entrado.
—¡Ve!— ordenó Tom a su basilísco temiendo que alguien lo hubiera descubierto, sabiendo que esa noche un estudiante no regresaría a su cama, desconociendo de quién se trataba.
Neela corrió y corrió lo más rápido que pudo, pero no era una atleta y rara vez en su vida había corrido, por lo que sólo le llevaba 10 metros de distancia al basilísco, los cuales se fueron acortando cada segundo, hasta que ella sintió de cerca el siseo del animal.
Y asustada por ésto, sólo se le vino una sola mala idea a la mente, la cual llevó a cabo sin pensarlo cuando el colmillo rozó su brazo, haciéndola soltar un grito de dolor.
Tomó la fuerza que le quedaba y corrió un poco más rápido, lo que le permitió tan sólo sacarle 33 centímetros de ventaja. Pero eso fue suficiente para girar súbitamente y esconderse tras una gran pila de piedras.
Lo cual desconcertó al animal que la perdió de vista tan pronto que no supo a dónde ir. Así que recurrió a su olfato y se deslizó tan cerca de ella que por un momento creyó que todo estaba perdido y no volvería a ver la luz del día, pero una gotera más allá le hizo creer que se escondía en aquella roca.
Neela sollozó aterrada por el color rojo tan potente que había adquirido la manga de su chaleco y el hueco que se veía. No podía seguir así, no podía tolerar el terrible ardor que sentía, pero tenía que ser fuerte, tenía que salir de ahí en una sola pieza y con vida, tenía que luchar un poco más, tenía que aguantar, ella podía y lo sabía, era una guerrera y un tonto rasguño en su brazo del largo de un libro y tan profundo como el propio lago negro no la haría rendirse.
Con ayuda de su varita cortó la manga izquierda de la camisa y el chaleco, para después sacarse la camisa y cortar un pedazo grande para limpiar la sangre, quitándose las calcetas para amarrarlas en la herida y que ésta no sangrara más.
Colocándose los zapatos rápido y en silencio, ocupando su túnica para cubrir su torso. Inhaló fuertemente buscando valor, para después tomar su varita y correr hasta la salida lo más rápido que pudo, causando que el basilísco saliera detrás de ella una vez más mientras le decía lo mucho que quería comerla.
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Enamorada De Tom Riddle [Tom Riddle y Tú]
FanfictionAquel que nazca bajo el efecto de una poción de amor será incapaz de poder sentir algo, eso es lo que Dumbledore decía, pero ella no estaba tan segura de eso. A veces le tenía envidia de que no pudiera sentir el dulce veneno del amor, que puede lleg...