Malfoy y Potter

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...

No... No... No...— repitió negando y cerrando la puerta de golpe, sin gustarle para nada lo que vio —Me niego, no puedo hacerlo, no me arriesgaré de tal modo.

—Es la única manera, Neela, lo sabes— dijo su no-madre tratando de convencerla, traspasando su hombro cuando quizo tocarla.

—No, claro que no, siempre hay otra opción y ésta no será la excepción— repuso alejándose de la puerta e ignorando sus llamados, saliendo al fin de su espacio mental.

—¿Y bien?— preguntó Tom, emocionado con su varita en mano.

—Bueno... Hay unos pequeños problemitas, pero de ahí en fuera todo está bien— respondió riendo nerviosamente, balbuceando a manera de encontrar cómo explicarle las cosas.

—No podrás enseñarme ¿verdad?— abrió la boca sorprendida, pero al final negó agachando el rostro —Me lo esperaba, no te ofendas. Empezando por el simple hecho de que ni tú puedes hacerlo.

—Tienes razón— fue lo único que pudo decir, haciendo su mejor esfuerzo para evitar contarle lo que había visto tras esa puerta y estaba obligada a hacer —Sabes, es un día hermoso y creo que hemos acabado por hoy así que...

—Hay que irnos— interrumpió Tom, quien estaba sumamente hambriento y enseguida recogió sus cosas, esperando a Neela en la puerta.

—¿Por qué no desayunas sin mí? Tengo que ver a Cassandra— mintió —Así que llévame una tostada al patio y te veré ahí en media hora ¿De acuerdo?— Riddle iba a contradecir esa idea, y lo hubiera hecho si no tuviera tanta hambre.

Así que sólo asintió, se despidió de ella y salió, caminó por el rumbo con el cual normalmente llegaría a la enfermería, pero se desvió cuando llegó a una esquina que le abría paso a la biblioteca para buscar la Diadema en la sección prohibida.

Al principio pensó que sería una mala idea tomarla a la luz del día, pero no había mejor manera para hacer algo a escondidas que enfrente de todo el mundo, porque nadie te prestaría atención.

Pasó vigilando entre estantes que no hubiera nadie que la pudiera echar de cabeza, hasta llegar a la rejilla y abrirla tan rápidamente que ningún chirrido salió del hierro cuando éste se movió.

Le costó un poco encontrar el lugar exacto en el que lo había visto ya que las estanterías ahí eran muy parecidas, pero cuando iba en la segunda vuelta, se dio cuenta de que una de las tablas de madera tenía tallado una 'V' en una de las esquinas.

Además de sentir un cosquilleo en el estómago que la primera vez confundió con hambre, miró a los lados antes de inclinarse frente a ésta y levantar con dificultad el tablón, ya que los bordes estaban bien integrados al bloque.

Pero después de unos cuantos cortes y quejidos lo consiguió, observando una tela de terciopelo verde en éste hueco, la tomó y sólo hizo falta que se asomara por una de los orificios para ver la plata y aquellas palabras talladas en la Diadema.

La sacó y colocó la tabla de madera en su lugar, para después esconder muy bien el bulto esmeralda entre sus libros y agarrar el primer libro que vio titulado "Plantas somniferas y dónde encontrarlas" que le recordó al libro "Animales fantásticos y donde encontrarlos".

Pero lo dejó pasar porque de todos modos, como ella pensaba, no lo iba a leer, pero sería sospechoso que una prefecta entrara a la sección prohibida de la biblioteca y no sacara nada, así que no tuvo opción más que hacerlo para disimular.

Miró su reloj de bolsillo y vio que apenas habían pasado diez minutos, pero para ella él tiempo era oro así que apresuró el paso para llegar hasta la torre de Ravenclaw y encontrarse con su vieja amiga, Helena Ravenclaw.

Enamorada De Tom Riddle [Tom Riddle y Tú] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora