Hagamos un Trato

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Al llegar frente a su puerta, se aseguró  de que no hubiera nadie cerca y después de un gran suspiro, tomó el pomo firmemente y entró sin avisar, observando cómo Tom se enderezaba en su cama sorprendido por repentina acción.

Cerró la puerta tras ella observando su rostro y desviando la mirada, se apresuró a cerrar las cortinas para que el reflejo del agua no interrumpiera su charla, finalmente se colocó a un metro de él jugando nerviosa con sus manos.

—Te diré todo, cualquier cosa que me pidas, te enseñaré lo necesario pero antes debes de prometerme que tú harás lo mismo conmigo— empezó tratando de no titubear, haciendo su mejor esfuerzo para mantener su mirada en fija la de él.

—¿Qué quieres saber?— preguntó después de habérselo pensado unos minutos, mientras se ponía la parte superior de la pijama, Neela tragó saliva y prosiguió tan pronto como pudo.

—¿Cuántos Horrocrux quieres hacer?— Tom suspiró, pero tenían un acuerdo y si quería saber la verdad, entonces él también tendría que ser honesto.

—Siete— respondió y ella no pudo evitar soltar un grito ahogado, sin creer aquella cantidad.

—¿Ya sabes los objetos en los que los harás?— él asintió —¿Has matado a más personas desde nuestra discusión?— él negó, después de pensarse la última pregunta una vez más continuó —¿En algún momento sentiste algo... por mí?

Tom se quedó viendo sorprendido un punto en la habitación sin saber la respuesta que tendría que dar, pero no le importó más su plan de alejarla, sabía que sin ella todo sería en vano, además de que no toleraba la idea de verla en los brazos de alguien más.

Tomó su mano y la colocó en su pecho, donde estaba su corazón que palpitaba fuertemente. Acarició su mano mientras la veía, con aquel rostro tan inocente que podría cautivar a cualquiera.

—La única razón por la que late, eres tú— en ese momento, Neela sintió algo en su interior que no supo describir lo que fue, pero se sintió muy bien —¿Eso respunde tu pregunta?— ella asintió nerviosa mientras él se acercaba más a su rostro.

Hasta que al fin, después de tanto tiempo, sus labios se volvieron a juntar en un dulce beso, y mientras Tom acariaba su mejilla sintió una gota fría que se deslizaba desde sus pestañas.

—¿Qué pasa?— secó sus lágrimas mientras lo observaba, y con sus dedos acariciaba cada línea de su rostro.

Pensé que te había perdido...— murmuró con tristeza, pero Riddle no la dejó continuar mientras negaba.

—No seas ingenua— fue lo único que dijo sin saber que más podría decir, así que la atrajo hacia él y la envolvió entre sus brazos mientras jugaba con sus mechones dorados.

Después de eso, Neela le contó todo acerca de sus visiones, también de las reliquias de la muerte, que gracias a la Dama Gris sabía volar, sus verdaderos planes con la Diadema (que en un principio lo hicieron enojar) y su conexión de Tanatos.

Acerca de su familia y que el verano lo había pasado con su madre y unas cuantas cosas demás, así que Tom le devolvió el favor, le contó que había matado a su padre y abuelos e incriminado a su tío para que se fuera a Azkaban.

Le contó además que había ido a la mansión Malfoy en su búsqueda, haciéndola reír cuando le contó cómo casi se ponen a pelear él y Septimus de no haber sido por la interrupción de Abraxas.

Hablaban acerca de lo que podrían hacer a futuro, sin necesidad de matar a alguien, Neela le pidió tiempo para saber qué alternativas podrían tomar, él difícilmente aceptó, y cuando iban a acordar los términos, tocaron a la puerta.

Enamorada De Tom Riddle [Tom Riddle y Tú] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora