Los sentimientos de las chicas

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...

—Ahora, será mejor que nos apresuremos al salón de Encantamientos si no queremos que el profesor nos lance por la ventana— le dijo Neela a Tom estando aún a menos de cinco centímetros de sus labios.

—Pero estoy muy bien aquí— repuso el pelinegro en un tono que hizo que Neela sintiera un cosquilleo en el estómago haciéndola estremecerse, y con su descuido, él la tomó por el cuello y la atrajo hacia sus labios, haciéndola reír por su comportamiento.

—La gente nos ve, Tom— volvió a decir, tratando de separarse del agarre de Riddle, pero éste colocó su brazo alrededor de su cintura para que no pudiera retroceder ni un milímetro más, Neela se rió de nuevo.

—Pues que nos vean— contestó parándose del asiento, colocando a Neela en su hombro y cargandola como un costal de papas —Ya quisieran tener a alguien como yo que les escoltara a clases— la rubia no lo pudo contener y se puso roja, ahora luchando para que la bajara.

—No creo que ésta sea la manera correcta de escoltar a tu pareja a clases, nos podría regañar un profesor— se excusó después de darse por vencida en su lucha por poner los pies en el suelo, pero estando en uno de los pasillos la bajó y le dio la espalda —¿Estás enojado conmigo?— preguntó preocupada, escuchando a Tom reírse al formular la pregunta.

—Claro que no tonta, súbete a mi espalda— Neela miró a su alrededor, varios alumnos que pasaban habían detenido su trayecto sólo para contemplar la escena —No tenemos todo el día Neal— y con un suspiro pesado, aceptó la "invitación" (orden) de su novio, colocó su mano en sus hombros para apoyarse y con un brinco se aferró a la espalda de Tom como un panda a su bambú.

—¿De dónde salió tanta caballerosidad?— murmuró, escondiendo su rostro en el cuello del pelinegro para que los demás alumnos no vieran su color rojo tomate que ahora tenía en sus mejillas y nariz.

—Quiero que veas que sí decides dejarme, nadie te tratará como lo hice yo— Neela abrió los ojos como platos, 'Qué directo' pensó, y Tom volvió a hablar —Además . . . Me gustaría que fueras consciente de que hay más en mí que sólo poder y maldad— añadió casi en un susurro, quizá apenado por su respuesta final.

—Oh, Tom, eso lo sé desde que te conozco— respondió la rubia depositando un beso en la mejilla de su pareja, aferrándose a su cuello con más tranquilidad, dejando de esconder su cabeza y colocándola en su hombro, sin importarle las miradas atónitas de los demás.

Tras un rato de camino y unas cuantas escaleras subidas, llegaron casi al aula de Encantamientos, y Neela que buscaba las palabras correctas para empezar a hablar acerca del asunto de Rabastan, se vio obligada a hacerlo cuando vio al castaño llegar por el lado opuesto del pasillo y Tom soltó —Otra vez él...— con tono de fastidio.

—Vamos en la misma casa— le dijo Neela, observando cómo Lestrange se paraba en seco y esperaba a que los dos entraran a la clase, haciendo que "sin querer" se le cayera la mochila, libros, plumas y tinta para dar una excusa a su parada —Tom, hay algo que quiero pedirte.

—Mientras que no sea...

—¿Podrías disculparte con Rabastan?— interrumpió con tono de súplica, bajando de la espalda del pelinegro para llevar su mirada hasta él tomándolo por el mentón —Él es bueno, y tú también, recuerda lo que hablamos afuera del Gran Comedor. Vamos— ordenó tomándolo de la mano, caminando hasta el castaño mientras Tom ponía los ojos en blanco.

Neela se arrodilló y lo ayudó a levantar sus cosas del piso y meterlas a su maleta, pero él al ver su rostro dio un brinco del susto, y al notar a Tom detrás de ella pareció haber visto un muerto. La rubia terminó de meter los útiles escolares en la mochila y se la ofreció, aunque la vista de Rabastan estaba clavada en Tom, que negaba con la cabeza.

Enamorada De Tom Riddle [Tom Riddle y Tú] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora