Little Hangleton

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Mientras tanto con Tom...

Al salir del tren empezó a deambular entre la multitud, haciendo tiempo para vigilar a Septimus Malfoy, cuando Neela llegó hasta él y levantó su bastón, estuvo a punto de sacar su varita y lanzarle un crucio, pero se detuvo al ver que sólo lo ocupó para levantarle la barbilla.

De cualquier manera, el gesto no le había gustado a Riddle, y después de asegurarse de que los Malfoy se fueran, atravesó la plataforma para llegar al orfanato.

Al fin estuvo frente a éste, al lado de los demás niños que también llegaban de sus escuelas y empleadas que tomaban la mano de los pequeños que venían del parque.

Observó su fría y oscura habitación con desprecio, colocó su baúl en el camastro de hierro y empezó a desempacar las pocas cosas que tenía. Pero al final de éste, en una esquina estaba la pulsera de Neela, y al recordar a su dueña una sonrisa se formó en su rostro.

Se sentó frente a la mesa y tomó el libro de animales fantásticos que tenía un nombre escrito 'Éste libro pertenece a Belmont Bloom' y unos centímetros más abajo estaban otros rayones con mala caligrafía 'Este libro ahora es de Tom y se lo dio Neela'.

Los garabatos de su "amiga" sobresalían de las letras del libro, por ejemplo: Donde hablaban acerca de los Matagot, un dibujo para nada bien elaborado estaba junto a la imagen descriptiva, que mostraba a un gato de cuatro patas, sin cuello, orejas de triángulo y ojos más grandes que la propia cara.

Pero conforme pasaban las páginas los dibujos se hacían mejores, hasta más realistas que los del libro. La campanilla sonó interrumpiendo su lectura, haciéndole saber que debía de ir a comer.

Salió de su cuarto sin darle importancia a las miradas clavadas en él, pero antes de que pudiera llegar al comedor una empleada nerviosa le interrumpió su trayectoria.

—Disculpa, Tom. Pero... Verás, básicamente ya eres un mayor de edad y...

—Tengo 16— interrumpió él, deduciendo de qué se trataba esa conversación.

—Si pero, bueno, ya han pasado 16 años y nadie... Mmm... Nadie te ha, ejem.

—¿Adoptado?— asintió tallando sus manos nerviosa y sin mirarlo, al fondo demás empleadas miraban la escena, parecía que ella había perdido la apuesta sobre quien le decía a Tom que tenía que irse.

—Y bueno, hay demás niños que en realidad necesitan tu lugar y...

—Claro, como estoy aquí por gusto— murmuró él molesto.

—Pues tienes que irte, lo siento pero es así, son las normas del orfanato y no hay nada más que pueda hacer. Lo siento.

—No debería, sólo lo dice porque siente lástima, y si su lástima no me va a mantener, entonces no la necesito, iré por mis cosas después del almuerzo para darle mi lugar a ese "niño necesitado", claro, si es que me permiten comer— la empleada asintió.

Negado a sentir desesperación, se dirigió lo más normal posible al comedor, tomó unas cuantas tostadas a las que puso mermelada y después de un buen vaso de leche fue al baño para lavarse los dientes y refrescar su cara.

Finalmente tomó todas sus pertenencias, y pensó más de una vez en la posibilidad de hechizar a todos ahí para que le dejaran quedarse o simplemente en venganza. Pero la Neela en su consciencia le impidió que lo hiciera.

Sin más que pudiera hacer, salió con el mentón en alto y su baúl en una mano, por unos días tuvo que pasar noches en el caldero chorreante mientras trabajaba para poder pagar porque no tenía dinero.

Enamorada De Tom Riddle [Tom Riddle y Tú] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora