Capítulo 1: Coincidencia inevitable Blue_and_Pink

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Un día como cualquier otro, el chico fue a dormir.

En realidad, era un día especial. Él decía que era uno de «esos días». Durante «esos días» tenía sueños extraños de los que a veces recordaba algo.

Si se había acostumbrado o no a ello ya no importaba tanto.

—¿Es hoy...? —Le dio un vistazo al lugar en el que estaba: vacío de todo, blanco hacia todos lados—. ¿Crees que hoy podamos hablar de eso...?

—...

Apareció un tipo. Parecía un humano normal, con mirada y sonrisa algo felinas, pero completamente humano. Es decir, sus ojos eran amarillos y su pupila vertical, su cabello, naranja, lacio y estaba algo despeinado, su piel, clara como la luz de la Luna y tenía un aura traviesa que denotaba al mismo tiempo una gran madurez... De acuerdo, tal vez no era muy humano después de todo.

—¿¡Por qué nunca respondes cuando te pregunto!?

—Mira, no te enojes tanto, ya te dije que no es tan sencillo.

Nuestro chico resopló suavemente. Eso hizo que su lacio cabello negro se levantara ligeramente de su moreno rostro.

Por su parte, el hombre (¿?) frente a él caminó y pasó su brazo por detrás de su cuello.

—¿Qué estás planeando, Blas?

—Nada, nada —sonrió, era un frívolo de mierda—. Esta es la última vez después de todo, ¿cierto?

«Última vez», esas palabras resonaron en su cabeza como si fuera una clase de sentencia.

—¿De verdad cumplirás mi deseo? —Se lo quitó de encima con un movimiento de hombro—. Quiero decir, ¿me dejarás quedarme en uno de esos mundos?

—Eres aferrado hasta el final, ¿no? —Extendió su mano, como pidiéndole que le diera cinco—. Tu poder está por acabarse, ya no podrás viajar más, así que te dejaré quedarte en el mundo que elijas, pero tienes que elegir con sabiduría, no quiero que vivas una vida infeliz en un mundo post apocalíptico.

—Entiendo... —sonrió por primera vez, era como quitarse un lastre de encima—. Gracias, Blas.

—No me las merezco, te has esforzado desde que te encontré —negó con la cabeza—, desde antes incluso.

Después de todo no era tan malo y frívolo.

El chico levantó la cabeza y dejó que los mechones de negro cabello que cubrían su cara se resbalaran hasta revelar lo que había detrás. Un par de ojos rojos incrustados en una cara que se veía completamente normal, como la de alguien que te encontrarías caminando por la calle un domingo.

—¿A dónde me mandó esta vez?

—A decir verdad, estarás bastante feliz, son unas niñas lindas de secundaria —hizo un movimiento de curvas con sus manos—. Son algo pequeñas para ti, pero una de ell-.

Arremetió en contra de ese pelirrojo con un coscorrón.

—Son niñas de secundaria, no deberías...

—Apenas tienes dieciséis, no seas aburrido...

—Si me vas a mandar con mujeres lindas, mejor mándame con unas modelos —se rascó la mejilla, no estaba acostumbrado a esas bromas—, les ayudaría a cambiar su lencería...

—Sabes que ninguno de los dos puede controlar al completo tu poder —hizo como que apretaba algo entre sus manos—. Apenas y puedo dirigirlo un poco para que no acabes en medio del espacio, tuviste suerte de no morir antes de que te encontrara. Y, mira, también es difícil saber dónde vas a quedar...

—Entiendo... Gracias.

Ver al chico viendo hacia el suelo con rostro resignado le apretaba el corazón, así que esta vez le dio una palmada en la espalda.

—¡Vamos, Armando, esa no es la actitud de un héroe! —Le dio varios golpes más—. ¡Eres bueno con el sarcasmo, explótalo más, ten más confianza!

—Eso dices, pero estás preocupado por algo —lo vio a los ojos—. ¿Cuáles son las malas noticias?

Su mano golpeadora se detuvo de repente y la frívola máscara del pelirrojo desapareció junto al movimiento. Todo lo que quedó fue silencio.

—Esta vez... —su voz era más grave de repente— volverás a ir al futuro...

Los ojos de Armando se abrieron a tope y tomó a Blas por los hombros. Sus labios temblaban y sus cejas se crisparon por completo; decir que estaba a punto de llorar no sería una exageración.

—¿¡El futuro!? —Su voz también temblaba—. ¿¡Ella es...!? ¿¡Ella volvió!?

Blas tomó las manos del muchacho en las suyas y las apretó con fuerza. «Tranquilo, estoy aquí», parecía que eso era lo que quería decirle.

—Tranquilo, no es «ella», es sólo la Rilet que tú conoces.

—¡Lo dices demasiado fácil! —Jaló sus manos hacia sí mismo y se dio la vuelta; caminó algunos pasos y luego se dio la vuelta de nuevo—. ¿¡Tienes idea de lo que yo le...!?

—¿Y tú recuerdas lo que te hizo? —Era un adulto regañando a un niño—. Están a mano, completamente. Es más, yo diría que aún no le pagas todo, tanto a «ella» como a la Rilet de tu tiempo.

—¡Pero...!

Las palabras se detuvieron, no pudo dejar que salieran. La razón era que él también, desde muy dentro de sí, creía eso: que aún debía arreglar las cosas con ella. Sí, quería causarle más daño a esa tal Rilet, la odiaba; y eso era lo que le daba terror: pensar que quería destrozarla hasta que no quedara nada.

—Tienes que aprender a lidiar con esos sentimientos —se cruzó de brazos—. Estoy seguro de que has podido superarlo ya incontables veces, no pienso que esta sea una excepción.

—Entiendo... Gracias —seco y tajante: no lo entendía.

—Ahora bien —se lanzó y colgó de la espalda del chico, había cambiado de modo por completo—, ¿quieres saber a quiénes verás del otro lado?, te pondrás realmente feliz, lo digo en serio.

Armando negó con la cabeza, escondiendo sus ojos de nuevo bajo ese enmarañado cabello suyo.

—Ya me diste la noticia mala —sonrió para sí mismo, aún cabizbajo, sin mostrar su rostro al hombre que tanto lo había ayudado—, deja que me lleve una sorpresa con la noticia buena.

El gato se echó a reír. No era una risa maliciosa, era realmente relajante escucharlo reír.

—¡Me parece perfecto!

—Sólo dime una cosa —hizo que el hombre se bajara de su espalda—, ¿cómo sucedió?

—Tu poder resonó con el de Rilet, modificando tu destino —levantó tres dedos de su mano derecha—, eso se combinó con el poder de una niña de ese nuevo universo, cambiando de nuevo el destino a otro lugar completamente distinto y jalándola a ella con ustedes.

—Ay... —se rascó la cabeza, era una costumbre suya—. Si le dices niña, supongo que es una persona muy buena... Voy a cuidarla, no te apures.

—Déjate cuidar por ella, es alguien muy fuerte. También... —sonrió y negó suavemente con su cabeza—. Cuídalas a todas y cuídate tú mismo, ¿sí?

Armando asintió.

—Sí, gracias por todo... —caminó algunos pasos—. Ya me voy, adiós.

—Diviértete y recuerda: ésta es la última vez.

—Lo sé.

La consciencia del chico se desvaneció y, con ella, su figura. Entonces quedó solo el hombre, esa soledad hizo que su corazón se tambaleara.

—Te voy a extrañar, Dai —vio su mano y la apretó con fuerza—. No dejaré que «ellos» te encuentren, voy a protegerte porque... tú también eres un buen niño.

Puella Magi Madoka Magica: 青 怪物 の 物語 (Ao kaibutsu no monogatari)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora