Noche de chicas Schwarz_Nacht: Parte 8

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La botella de Junko estaba por acabarse, le quedaría un décimo de contenido como mucho; la mujer ya estaba medio inconsciente y prácticamente recostada sobre la mesa. El juego de mesa por fin fue relegado a segundo plano, la mayoría de las fichas estaban bajo el cuerpo de la mujer de todas formas.

—¡Lo siento! —La vergüenza que sentía estaba en otro nivel, sólo quería desaparecer cuanto antes—. Mi mamá está toda ebria...

—La historia de Sakura-chan y Shaoran es impresionante... ¡Tiene magia y todo!

Cuando se dieron cuenta de que estaba lo suficientemente ebria, le pidieron a Sakura que siguiera contando su historia como realmente había sido. Pensaron que para la mañana lo olvidaría todo o pensaría que fue una mala jugada de su mente.

—¿Qué hacemos? No podemos dejarla aquí...

—Yo me encargo, pato.

Cargó a la mujer y la puso en su hombro, después tomó la botella y se la empinó toda, no dejó nada. Las demás chicas se quedaron en blanco.

—Sabe horrible... ¿Por qué toma esta porquería, pato?

Las demás negaron con la cabeza o las manos. «No nos preguntes», decían. Se alzó de hombros y se perdió en las escaleras.

—¿¡Por qué hizo eso!?

—No lo sé, pero ¿vieron la cara que puso cuando Sakura-chan contó la historia del elevador?

—¡Tal vez le paso algo parecido!

Mami, Sayaka y Kyouko discutían a susurros lo que pudiera significar las acciones y las caras de Rilet. Incluso esa pelirroja antipática había entrado en modo doncella después de contar su propia historia.

—Madoka, ¿qué opinas?

—¿Que qué opino? Bueno, que a Rilet-chan sí le gusta Dai-kun, pero es un poco rara, ¿verdad, Sakura-chan?

Sakura tenía la mirada perdida en el vacío y su expresión no era la habitual y suave, parecía realmente concentrada en algo serio.

—¿Sakura-chan?

—¿¡Hoe!? —Faltaba poco para que un signo de interrogación apareciera sobre su cabeza—. ¿De qué hablaban?

—Sobre esa mujer y Armando, ¿no te parece que de verdad tienen algo aunque ella lo niega? —Una vena se saltó en su mano y apretó tan fuerte como pudo—. ¡Ese maldito sólo le dio falsas esperanzas a Madoka!

—No, espera, Homura-chan, eso no fue lo que...

Los pasos de Rilet se escucharon de nueva cuenta. Todas se callaron y regresaron a sus asientos. Pero entonces Madoka reconoció el ritmo vacilante de las pisadas y ciertos golpecitos contra el barandal y la pared.

«¡No me digas que...!»

—¡JAJAJAJAJA! ¿¡Por qué nadie me dijo antes que beber esa porquería era tan divertido!? —Bajó los escalones que le faltaban de un salto, por poco cae de bruces contra el suelo—. ¡Yo pensaba que sólo les daba sueño, pero todo da vueltas y vueltas!

No era la Rilet disfrazada, era esa mujer de piel casi tan negra como la noche y cabello plateado y brillante como la Vía Láctea misma.

—¿¡Está ebria!?

—¡Rápido, hay que hacer algo, Madoka! ¡Eres experta lidiando con tu mamá, ¿no?!

—¡Incluso si me dices eso...! Mi mamá es mucho más débil que Rilet-chan.

Akemi tomó su carta del pactio y la colocó en su frente. Estaba a punto de llamar a Dai, era la única manera de contener a esa ebria altamente peligrosa, pero la carta desapareció de sus dedos de pronto.

—Vaya... Yo también quiero que Dai me dé una de estas... ¿Por qué no quiere si ya nos hemos besado y le gusto? ¿Por qué? ¿Alguna lo sabe?

Era Rilet, parada encima de la mesa.

—¡Devuélveme eso!

Se lanzó contra la mujer, pero lo único que logró fue caer de cara contra la tabla de la mesa. Rilet, con pies ligeros, se posó en la barra de la cocina.

—¡Vamos, vamos! —Sacó las demás cartas del pactio—. ¡Quítenme sus cartas si pueden!

Las chicas buscaron su propia carta, pero no la encontraron por ningún lado.

—¡Ey, Kyouko!

—¡Lo sé, Sayaka!

Corrieron en sentidos contrario y se lanzaron contra la huitzilica en una pinza, pero ella las esquivó con un salto y se golpearon las cabezas la una con la otra. El trasero de Rilet cayó sobre sus cabezas.

—¡JAJAJAJAJA!

Madoka suspiró y se tapó la cara con ambas manos.

—Ay, no...

Puella Magi Madoka Magica: 青 怪物 の 物語 (Ao kaibutsu no monogatari)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora