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—Gracias por acompañarme, Rilet... ¿san?

—Es verdad, nunca hablamos directamente, pato. Puedes decirme Rilet.

—Está bien, gracias.

Rilet y Sayaka, después de asegurarse de que los dos chicos mayores del grupo no murieran por culpa de la flecha de Madoka, regresaron al hospital donde estaba internado Kamijou Kyousuke, alguien que, a pesar de tener el apellido del héroe legendario y el nombre del Mayor Chunibyou, no compartía ni una de sus virtudes. Por cierto, ese chico era el amigo de la infancia de Sayaka, su interés amoroso y un violinista que podría pararse en el mismo escenario que nuestra querida Miyazono Kaori (quiero salvarla en un fanfic TTnTT).

Caminaban por el pasillo a pesar de que la hora de visitas había pasado hacía mucho. Las enfermeras pasaban, por un lado, y no les decían nada; era como si fueran invisibles.

—La magia es muy conveniente, ¿verdad?

—Esto no es magia —respondió, con cara de quien responde a una obviedad—, es tleyoliztli... —hizo una mueca de hastío—. Ki, es ki, japonecita.

—¡Ese es un comentario muy grosero!

Rilet rio entre dientes, como si fuera una niña pequeña. Era raro ver esa cara en ese monstruo con forma de muchacha.

—¿Qué te pasa? —Era como si no hubiera nada mal con ella—. ¿Estás feliz?

—¿De qué hablas? ¿Esto es felicidad?

—No lo sé, tú dime...

—Bueno, no sé si sea eso, pero Pato perdió los poderes de su hermano, tal vez regrese a ser normal ahora.

«¿Normal? ¿Los poderes de su hermano? Me estoy perdiendo de algo gordo...»

—¿Y eso es bueno?

—¡Sí! —Saltaba de un lado para otro—. ¡Dai azul es un mejor Dai que el Dai negro!

—¿Azul? No entiendo nada.

Rilet no le respondió, sólo tarareaba dando brinquitos.

—Ese tipo Kyousuke, ¿es tu macho?

—¿Mi macho? —Se le encendió el rostro—. No, bueno, yo...

—Olvidaba que a los humanos le gusta usar eufemismos para todo... —buscó en sus recuerdos—. ¡Tu novio, ¿no?!

—¿¡Cómo eso es un eufemismo!?

Sayaka comenzaba a pensar que jamás llegaría el día en que entendiera a esa mujer tan loca. Era divertida a su manera, pero comenzaba a dolerle la cabeza.

—¿Sí es o no, pato?

—Sí, bueno... No, aún es mi amigo...

—¿Y quieres que sea tu macho?

La peliazul asintió como una niña de primaria apenada. Ahora que ella sabía sobre Kyousuke, tal vez le daría consejos.

—¿A ti te ha gustado alguien además de Dai?

—¿Dai? ¿A mí me gusta Dai? —Dejó de brincar—. A mí no me gusta Dai, yo no tengo esos sentimientos.

—¿De verdad? ¿Entonces por qué te le pegas e intentas seducirlo?

—¿Eso? —Se cruzó de brazos y ladeó la cabeza—. Es divertido molestarlo, puedo pelear con él si lo hago.

«¿Una busca pleitos?»

Caminaron un poco más antes de llegar a su destino. Ya no hablaron mucho, se sentía raro conversar con alguien que "no tiene esos sentimientos". Antes de entrar a la habitación de hospital de ese chico Kamijou, Sayaka se plantó en su lugar.

—Rilet, ¿crees que puedan usar magia para curar la mano de Kyousuke?

—Nadie va a utilizar magia para eso, pato. Kyousuke no me importa y pienso que a Pato tampoco.

Un frío helado recorrió su espalda. Entendía que Rilet dijera tales palabras, pero ¿incluso Armando opinaba así?

—¿Qué quieres decir?

—Eso: Kyousuke no es nuestro asunto —levantó el dedo índice—. Yo sólo quiero pelear y Dai quiere salvarlas a ustedes, Shaoran quiere regresar a salvo con Sakura-chan, lo mismo pasa con Touya-chan. Lo veas por donde lo veas: no nos interesa.

El estómago de Sayaka hirvió por la rabia. Apretó sus manos y mordió con todas sus fuerzas.

—¿¡Cómo puedes decir eso!? —Estaba gritando—. ¿¡No tienes sentimientos!? ¡Sólo estarían ayudando a una persona en apuros!

Rilet negó en silencio.

—La magia es un secreto del mundo oculto, una persona del escenario no puede usarla, es una regla.

—¡Pero si puedes salvar a alguien...!

—Será cuando alguien lleve la magia al escenario, pero esos no seremos nosotros.

—¿¡Por qué no!?

—Porque Kamijou no nos interesa, no está en nuestros planes. Dai ni siquiera puede con sus problemas.

—¡Pero...! ¡Pero...! —Sus ojos ya tenían lágrimas—. ¡Pero Kyousuke necesita que alguien le ayude!

Rilet suspiró y dijo lo obvio.

—Entonces ayúdalo tú.

El rostro de Sayaka se iluminó. Era cierto: ella podía ser la que llevara la magia al escenario del mundo normal, ella podía hacer que Kyousuke se recuperara, sólo tenía que aprender magia.

—¿Tú me enseñarás?

—No, pero no creo que Dai y Shaoran se nieguen.

—¡Genial, vamos de regreso, debo decirle a Armando que quiero hacer el pactio!

No entró a la habitación, comenzó a correr por el pasillo.

—¿¡No vas a entrar!?

—¡No, y se te olvidó el "pato", no pensé que fuera fingido!

—¡Ah! —Se retorció en su lugar—. ¡Ese no cuenta, pato, espera a que hayamos derrotado a las brujas para que Dai se sorprenda!

«Rilet es idiota, no se da cuenta de que le gusta Dai, pero tiene razón: yo debo salvar a Kyousuke, yo debo hacerlo si es que quiero que suceda.»

Con una resolución que nunca tuvo en toda su vida, Miki Sayaka de catorce años, corría dispuesta a aprender lo oculto para curar al chico que le gustaba.

Puella Magi Madoka Magica: 青 怪物 の 物語 (Ao kaibutsu no monogatari)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora