Noche de chicas Schwarz_Nacht: Parte 13

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Dentro de uno de los muchos refugios contra tifón, ciudad Mitakihara.

Los árboles fuera del cristal se movían con tanta fuerza que no sería extraño que en un arrebato del viento terminaran golpeando el refugio causando un accidente. Quien sabe, con un viento tan fuerte, hasta las vigas de acero parecían poco confiables. Pero a Kaname Junko eso le importaba poco.

—¿¡Dónde está mi hija!? —Gritaba a todo pulmón—. ¿¡Dónde está Madoka!?

Su adversario: Armando Luna, el "hombre" del que su hija se había enamorado y el maldito que se la había llevado a quién sabe donde durante una alerta de tifón.

—Le prometo que está bien —el cabello cubría su cara, no podía verla a los ojos—. No dejaré que algo le pase a Madoka —negó con la cabeza—, no dejaré que algo le pa-.

Una cachetada resonó. ¿Ardía? La verdad es que no tanto, pero dolía como los mil demonios en el pecho.

—¡Veme a los ojos cuando te hablo!

El chico lo hizo, obedientemente alzó el rostro y amarró su cabello en una cola de caballo.

—Ja, eres un extranjero. ¿Cómo le hiciste para engatusar a Madoka? ¿Con tu linda cara?

—Esta cara es la de alguien feo aquí y en Marte, señora. Es doloroso que haga esos comentarios.

—Eso no me interesa, ¿dónde está mi hija?

«Supongo que no hay de otra», suspiró.

Llevó su mano derecha a su oído izquierdo. De buenas a primeras, Junko pensó que ese patán la golpearía en la cara como respuesta, pero el golpe nunca vino.

—Xiuhcoatl, préstame tu poder.

El arete no reaccionó. No lo haría si la llamaba así en una situación como esa.

—No eres nada amigable, ¿sabes? —Suspiró otra vez—. Ángel hermoso que murió en la oscuridad, préstame tu poder, Ekaterina.

La espada brilló y tomó la forma de una katana real. Junko dio un gran salto en respuesta; se puso en guardia de inmediato, realmente delataba su modo de vida anterior.

—Este tifón no es uno, señora, es un monstruo que planea tragarse a los habitantes de esta ciudad. Yo tampoco soy un humano, soy algo más aunque nací de padres humanos. Nosotros estamos luchando contr-.

—¡Tú...! ¿¡Ustedes están luchando!? ¿¡Te llevaste a Madoka para pelear con algo que tiene el potencial de acabar con la población de una ciudad tan grande como Mitakihara!? ¿¡Estás loco!? —Lo tomó del cuello de su sudadera—. ¡Ella apenas y se defendía de los abusones en la primaria! ¡Nunca ha tenido muchos amigos, apenas levanta la voz cuando es necesario! ¿¡Me estás diciendo que llevaste a esa clase de niña, a mi niña, a pelear contra un monstruo!?

—¿Es esa de verdad su hija?

—¿Qué quieres decir?

—¿Su hija, Madoka, es de verdad una niña tan débil? —Tomó una de las manos de Junko con delicadeza y sin hacerle la más mínima cantidad de daño—. Es una mujer que me robó el aliento cuando apareció frente a mí en nuestra cita. También es la maga que borró el poder de un dios de mi interior, la peleadora que pudo poner en aprietos a Rilet el otro día y la humana con el poder mágico más fuerte de este mundo. Le vuelvo a decir... ¿Su hija de verdad es la que usted tiene en mente? —Negó con la cabeza sin apartar sus ojos de Junko ni un segundo—. ¿Usted la crio para que fuera tan débil?

Junko vaciló. Las palabras no le salían de la garganta. ¿Era cierto lo que decía ese chico? ¿Cuántos años tenía? ¿De dónde había salido? ¿Quién era para empezar? Si estaba mintiendo, lo estaba haciendo muy bien. Necesitaba más información para determinar lo que sucedía.

—Se lo prometo, yo protegeré a su hija.

—¿Tienes la capacidad de hacerlo?

—No.

—¿¡Entonces cómo...!?

—¡Pero lo haré, la protegeré sin importar qué me pase! Si es necesario, regresaré de la muerte para protegerla, tengo una vida de repuesto aunque no lo crea.

«¡No está mintiendo!»

Lo soltó lentamente.

—Llévame contigo —negó con su cabeza—. ¡No, llévame con todas! ¡Sayaka, ella también está con ustedes, ¿no?! ¡Y no sólo eso, las niñas de ayer: Mami-chan, Kyouko-chan, Sakura-chan, Homura-chan y Rilet-chan! ¡Las estás llevando a todas a pelear, ¿no es así?!

—Sí, pero...

El sonido de ciertas botas/tenis rompió con el silencio.

—¡Dai, ya hablé con la mamá de Sayaka-chan! ¡Todo listo, pato!

Junko se dio la vuelta, reconocía esa voz, pero sonaba tan distinta a como se escuchaba siempre...

Encontró a esa chica con el atuendo que Dai le hizo. Pero su piel no era blanca y su cabello, oscuro. Era todo lo contrario. Su rostro tampoco era inexpresivo, tenía una sonrisa alargada y espeluznante en el rostro.

—Junko, déjame decirte algo, tienes que dejar de tomar esa porquería, hace mu-.

—Tú... ¿Te divertías engañándome, monstruo?

—No —señaló a Dai—. Fue su idea, pato.

La pelirroja fulminó al chico con la mirada. Él tuvo que volver a esquivar los ojos de esa mujer, sería demasiado doloroso no hacerlo.

—B-b-bueno... Ése fue un error de cálculo, mi error. Por cierto, tengo un mensaje de Madoka.

—¿De Madoka?

—Sí: "Mamá, tú quédate con Tatsuya y papá, ellos te necesitan para que los tranquilices; yo voy a proteger a todos".

La madre de la chica en cuestión asintió sin decir palabra alguna. Sus labios temblaban y no entendía del todo el sentimiento que le ocasionaban esas reacciones.

—Lamento haberte golpeado.

—No se preocupe, estoy acostumbrado a que mujeres atractivas me golpeen, me apuñalen, me claven flechas y muchas otras cosas más.

Una vena se saltó en la frente de la mujer.

—Ahora lo entiendo, fue esa maldita lengua... ¡Te quiero lejos de mi hija en cuanto esto acabe!

Rilet y Armando rieron al unísono y bajaron las escaleras corriendo. Sus espaldas se veían demasiado bien juntas. Aunque ya eran algo mayores y parecían haber vivido algunas cosas malas, ambos se comportaban como un par de chiquillos, eso significaba que eran fieles a sí mismos.

—No se excedan.

Puella Magi Madoka Magica: 青 怪物 の 物語 (Ao kaibutsu no monogatari)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora