Noche de chicas Schwarz_Nacht: Parte 2

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No quedaban rastros de la lluvia pasajera del día anterior, y por lluvia debemos pensar en esa lluvia que no se nota en el cielo (esta referencia va por ti, Roy).

—¡Dame un 10! ¡Dame un 10! ¡Dame un 10!

La trabajadora mujer de cabello rojo llamada Kaname Junko lanzó un par de dados rojos con negro. Por su puesto, rodaron y se golpearon entre sí para no dar un diez, sino un once.

—¡Noooooo! —Llevó sus manos a su cabeza para luego golpear la mesa—. ¡Maldicioooón!

Madoka se echó a reír a todo pulmón, la imagen de su madre fallando y siendo tan exagerada la tenía partida. Las demás chicas también reían sin preocupación alguna.

La escena era encantadora: ocho chicas, todas de edades distintas, charlaban mientras jugaban turista al rededor de la mesa del comedor de la casa de Madoka; sus nombres eran, según sus edades, Sakura, Kyouko, Sayaka, Madoka, Homura, Mami, Rilet y Junko; sí, una de ellas ya tenía una hija, pero era realmente joven por dentro.

Todas estaban ya en pijama, esa casa era un jardín secreto y prohibido para los hombres. Y es que todas estaban en pijama: con holanes y sin ellos, de algodón y de otras telas, desde gris hasta rosa... Todas eran diferentes, pero estaban ahí por una sola razón: hacer que Madoka y Sayaka pasaran el mal trago; incluso Rilet: Walpurgis Nacht estaba cerca y no podían ir a pelear con un corazón vacilante.

—Supongo que es mi turno, Junko-san —sonrió y besó los dados—. No me eche la culpa si termino quitándole todas las propiedades...

—¡Ah, no te pongas chulita sólo porque tienes esos —la señaló justo debajo de los hombros— pechos enormes!

La cara de Mami se puso roja y se cubrió a sí misma.

—¿¡E-E-eso qué tiene qué ver!?

Sayaka y Kyouko se unieron a la batalla, curiosamente del lado de Junko. Madoka decidió que ignorarlas por el momento era lo más sano.

—Sakura-chan, Sakura-chan —susurró—. ¿Cómo están papá y Tatsuya?

—Están bien... —sacó la carta del silencio de la bolsa de su pijama, ese que llevaba cuando llegó a ese mundo—. No se despertarán por lo menos.

—Gracias, pero... ¿Y saben qué está pasando con ellos?

Rilet en su forma de humana se asomó desde un lado.

—Siento su ki, están tranquilos —acarició su cabeza—. Relájate, la Maestra y yo somos una buena combinación, ¿cierto?

—¿Maestra...?

Le preguntó a Sakura con la mirada. Ella sólo negó con una sonrisa en el rostro.

En realidad, la manera en que estaban sentadas era, en círculo: Madoka, Sakura, Rilet, Sayaka, Mami, Junko, Kyouko y Homura. Por supuesto, la mano de Rilet fue golpeada por esta última chica.

—Homura-chan, también puedo darte amor a ti —sonrió, no era perturbadora como siempre—. ¿Quieres?

—No, gracias. Encuentro desagradable que lo intentes.

—Vamos, no será demasiado —movió sus dedos como si fueran las patas de una araña—. Te va a gustar.

—Lo mismo le dijeron a mi pri-.

—¿¡Eeeehhh!? ¡No, no, no, no!

Los gritos de Mami interrumpieron a esa chica fría de nombre Akemi Homura.

—Vamos, con esa delantera debes tener una o dos historias sobre un chico o dos, ¿no?

—¿¡Y cómo se supone que tenga una historia de dos chicos!? —Su cara estaba roja—. ¡No, ese ni siquiera es el problema!

Sayaka se colgó del cuello de la rubia, la harían confesar a la fuerza si era necesario.

—¡Vamos, Mami, cuéntanos!

—¡Sí, dale cuerda!

Por alguna extraña razón, tanto Kyouko como Sayaka parecían ebrias. El asunto es que sólo Yunko estaba bebiendo, así que tal vez se mareaban sólo con el olor.

—¡Entonces empezaré con mi historia, a ver si se animan!

Así pues, comenzó la noche de historias.

Puella Magi Madoka Magica: 青 怪物 の 物語 (Ao kaibutsu no monogatari)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora