Arreglando el malentendido True_Contract: Parte 5

6 0 0
                                    

Sakura Kyouko era, según los recuerdos de Dai, la quinta Puella Magi de ese pequeño grupo. Era una niña linda, salvaje y pelirroja que trataba de vivir libremente y de no necesitar de otros. Era el tipo de persona a la que podría considerársele más un pirata que un héroe, pero por supuesto no era del tipo villano, por lo menos no era uno de tercera categoría. Esa pelirroja usaba como arma una lanza que podía partirse en tres y funcionar como algún tipo de chacos con navaja; verla usando esa arma enorme era todo un espectáculo para la vista. En fin, Dai pensó que podría llevarse bien con ella porque sentía que se parecían, incluso sus peinados eran similares cuando él se ataba el cabello, pero las cosas en ese momento no eran como las imaginaba.

«¿¡Qué jodidos es esa cosa!? ¡No es una bruja, pero...!»

Ella corría a toda velocidad entre los callejones de la ciudad, escalando algunos edificios y saltando de techo en techo bajo un cielo nocturno el cual era amenazado por la llegada de la mañana. Normalmente, ella tomaría el papel de la cazadora, era como se sentía más a gusto, pero esta ocasión no pudo más que huir porque la cosa que la perseguía tenía un poder ridículo.

—¡Sakura Kyouko-chan! —Gritó «esa cosa», unas decenas de metros detrás de ella, realizando sin complicaciones las mismas piruetas que la chica—. ¡No vamos a lastimarte, por favor detente!

—¡Estás loco si crees que me voy a detener, maldito! ¡Tu presencia se parece muchísimo a las de las brujas!

Él habría podido alcanzarla en un santiamén, pero detenerla a la fuerza era algo que no quería hacer porque su corazón no aguantaría tener que comenzar con el pie izquierdo incluso con la tierna Kyouko-chan.

Bueno, visto desde fuera eso era un espectáculo bastante impresionante: una mancha negra persiguiendo a una niña pelirroja que portaba una enorme lanza. Tomoe Mami y Akemi Homura estaban en la cima del rascacielos más grande la ciudad a cargo de Sakura Kyouko, esperando a que Dai, esa mancha negra, terminara de convencer a la guardiana de que escuchara su plática; las dos llevaban puestos sus trajes de Puella Magi.

—Lo que dijo sobre no ser humano... —tragó saliva—. ¿Se refería a Rilet o a él mismo?

—Supongo que... ¿un poco de ambos?

—Tomoe Mami, ¿podemos confiar en él? —Hizo una mueca amarga—. Su presencia es tan parecida a la de una bruja...

Ahora que veían al chico en «esa forma», ¿qué era lo que decidirían hacer? Es decir, si ella decidía que era un enemigo al cual derrotar, sólo incrementarían la cantidad de cosas con las que pelear, si lo consideraban aliado, podrían terminar traicionadas nuevamente, pero... ¿había una opción más que les permitiera ver un futuro mejor? Decidir ese tipo de cosas siempre es de lo peor; y eso que no estaba pensando en Rilet.

—Pero... —llevó sus manos hacia atrás, haciendo que su grande pecho se resaltara aún más—, ayer estuve hablando con él y Ki... —se lo pensó porque la pequeña castaña tenía el mismo apellido— Touya-san. Ambos son personas muy amables...

La cara de Akemi se puso toda roja sólo con recordar lo que pasó unos momentos después de que Mami se desmayara el día anterior

—...

—¿Qué es esto? ¿También Akemi-san también fue víctima de su amabilidad? —Tapó su boca, escondiendo su sonrisa pícara—. ¿Armando-kun o Touya-san? ¿Quién fue el que calentó tu corazón helado?

—¡N-no sé de qué estás hablando! —Desvió su mirada a otra parte—. Idiota... —susurró.

Mami comenzó a reír a carcajadas. Esa era una imagen que la chica del cabello negro jamás había visto incluso en los cien mundos anteriores. ¿Qué era eso? ¿Acaso le gustaban las historias de romance? Aunque claro que no era como si su encuentro con Dai fuera romántico, se sentía muy, muy distinto.

—Él da la sensación de ser como un tonto hermano mayor, sólo eso... —sus mejillas se prendieron ligeramente en rosa—. Dai, quiero decir...

—¡Ah, entiendo, entiendo! ¡Touya-san es más del tipo genial!

La conversación de Akemi y Mami avanzaba sin la más mínima complicación cuando de repente el pequeño cuerpo de Sakura Kyouko salió desde debajo del edificio, cayendo en el techo con una delicadeza poco natural. Justo detrás de ella llegó ese cúmulo de sombras que la perseguía desde hacía unos 10 minutos; aunque, ahora que estaba más cerca, Dai daba la sensación de ser un felino bípedo. Tenía pies un poco más largos de lo normal y caminaba de puntitas como si fuera un digitígrado; también ostentaba pelo negro con manchas blancas creciendo salvajemente cerca de sus pies y manos, cabello aún más despeinado de lo que ya estaba, colmillos enormes y garras algo grandes saliendo de pies y manos. Había una especie de oscuridad pegajosa adhiriéndose a la piel de su cara, y además tenía ojos rojos y penetrantes con pupila redonda, como todo un depredador de gran tamaño. Las dos chicas que ahora formaban parte de su «equipo» no podían quitar sus miradas de encima de ese hombre de aspecto tan siniestro.

—¿Qué sucede, chicas? ¿Tengo algo en la cara?

—Bueno, la verdad es que sí, pero no creo que ese sea el problema...

—Armando-kun, ¿qué es lo que se supone que eres?

—Soy algo así como un balam, pero nivel dios, les explico cuando estemos todos juntos, no quiero repetir eso.

La oscuridad como humo que salía de todo su cuerpo desapareció junto con todos los signos de aquella salvaje apariencia. Al final, sólo quedó un chico algo despeinado con ojos rojos y que no tenía zapatos.

—Bueno, aún es temprano, pero quería estar seguro de su ubicación lo más rápido posible.

—Armando-kun, ¿estás seguro de que ésta era la mejor manera de tratarla? —Preguntó nerviosa, viendo que esa pequeña no despertaba.

—Sakura Kyouko no es alguien débil, no es algo por lo que debas preocuparte —respondió Akemi, avanzando hasta Kyouko.

—Además, sólo reflejé uno de sus ataques, no debería haberle hecho demasiado daño...

Eso era lo que los chicos de cabello color noche podían decir, pero lo cierto era que Sakura Kyouko no despertaba. Aunque sí estaba respirando, parecía estarlo haciendo con dificultad. Dai, al ver eso, se agachó para revisarla, pero esa pequeña pelirroja lo tomó por sorpresa, tirándolo y poniendo una navaja sobre su cuello.

—¡Un movimiento más y lo mato! —Gritó, tratando de contener el temblor de sus manos—. ¿¡Tomoe Mami, te aliaste con las brujas!?

—No, la cuestión es un poco diferente, pero... ¿podrías soltar a nuestro amigo?

El chico que estaba bajo el cuerpo de la pelirroja desapareció. Ella pensó que había sido obra de sus propias habilidades, pero la respuesta la obtendría sólo con ver a la otra Puella Magi que iba con ellos: el extraño escudo de su brazo hacía sonidos raros y se acomodaba como si fuera una máquina con engranajes, casi como un reloj. Por cierto, Dai volvió a aparecer tirado a un lado de esa chica de cabello negro y lacio.

—¿¡Qué fue lo que hiciste!?

—Tranquilízate, Sakura Kyouko. Somos aliadas y... —señaló a Dai, despectivamente—, esta cosa es una bestia guardián.

«Bueno, ya veía venir algo como esto.»

—Sí, eso, una bestia guardiana traída para ayudar a cinco Puella Magi: Tomoe Mami, Akemi Homura, Sakura Kyouko, Miki Sayaka y Kaname Madoka. Sólo faltabas tú, así que vine a hablar contigo pero dijiste: «Tendrás que derrotarme a mí, Sakura Kyouko-sama si quieres que te escuche». No me quedaba otra más que derrotarte, ¿no?

—Bueno, si lo pones así, tal vez haya sido mi culpa... —rascó su mejilla, sus labios esbozaban una sonrisa un tanto apagada—. ¿Y? ¿Qué quieren conmigo?

Armando rio ligeramente.

—Éstas dos tienen que ir a la escuela, pero me gustaría que me ayudaras con algo.

—¿Eh? ¿Qué pasa con esa mirada tan extraña?

Puella Magi Madoka Magica: 青 怪物 の 物語 (Ao kaibutsu no monogatari)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora