Capítulo 6

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—Bueno, parece que la resaca te sienta muy bien— dice a modo de saludo— Estás bellísima.

Instantáneamente sonrío, ¿qué poder tiene este hombre sobre mí?

—Créeme que no;— rio nerviosa— tengo muchas capas de maquillaje para tapar mi verdadera cara.

—Entonces espero poder descubrir a la persona debajo del maquillaje.

Río nerviosa.

—Espero que no. — bromeé— Descubrirías todos mis secretos.

Estaba bromeando pero de alguna forma estaba diciendo la verdad; él nunca se podía enterar de quién era yo realmente.

Nos subimos al auto y saludo al chofer, aunque no sabía su nombre.

—Buenas noches, señorita Robbins— saluda alegre.

Aunque él sí sabía mi nombre, no tenía idea de cómo. Supongo que presta atención a lo que sucede en la parte trasera del auto.

—Espero que tu amigo sea bueno— digo para iniciar una conversación.

—Supongo que lo es, no es mi terreno— se mofa.

—El mío tampoco. — río— Me gusta ver pero la verdad es que no lo termino de comprender.

—Quédate tranquila, no estaremos mucho tiempo. Después podemos ir a cenar.

—Mi asesora de imagen me obliga a que cene, así que dalo por hecho— respondo.

—Creo que estoy de acuerdo con tu asesora de imagen, que sigo sin entender quién es. ¿Es la que me gritó anoche?

Mierda, mencionó el tema de anoche.

—No,— trato de reír— esa es Anna, mi compañera de habitación. Ella bailó en el teatro el otro día. América es mi asesora de moda, estudiamos juntas.

—¿América?— pregunta con diversión.

—Nunca te burles de su nombre frente a ella, puedes no salir ileso.

¿Por qué le decía eso? Él nunca iba a conocer a Mare.

—Lo tendré en cuenta. ¿Tienes muchas amigas?

—Sólo ellas.

—Y la de anoche— dice y me pongo un poco nerviosa por mi mentira.

—No,— respondo— es que no es del grupo, es un poco más grande entonces son pocas las veces que nos vemos.

—Y el chico que te abrazó, también es tu amigo— dice con molestia.

Sonrío internamente, ¿estaba celoso?

—También él— digo con una sonrisa— ¿Qué hay de tus amigos? ¿Son todos asquerosamente ricos como tú? ¿Hacen fiestas cada uno desde su yate?

—Me siento ofendido, señorita Robbins— dice poniendo una mano en su pecho— No tengo muchos amigos, de todos modos. Cuando mi fortuna empezó a crecer, muchos se acercaron por éso.

—Es triste éso— digo— Sentiste que lo único bueno que había en ti era tu dinero y por eso te alejaste de las demás personas.

Me mira incrédulo.

—Señorita Robbins, ¿usted me está psicoanalizando?— pregunta divertido.

—Ay, perdón. — digo arrepentida— A veces no me doy cuenta y lo hago. Me sale del alma.

Mierda, lo había hecho de nuevo. A veces las personas me cuentan algo y en mi cabeza ya estoy buscando la razón psicológica de por qué pasa todo eso. Y muchas veces, pienso en voz alta.

Un nuevo caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora