La última semana con Felipe había sido tranquila; después de dejar a mis padres, dimos unas aclaraciones a la prensa así se aburrían y nos dejaban de molestar. Estar con Felipe era tan sencillo, tan natural. Pero seguía sintiéndome rara; la necesidad de irme seguía estando y no sabía cómo decirle a Felipe.
—Entonces, ¿qué sentiste cuando viste a tus padres en la graduación?— me pregunta Carla.
Estábamos en nuestra sesión semanal.
—Me paralicé; mi hermana me abrazó y salí corriendo. No estaba lista para verlos ahí. En realidad en ningún lado estaba lista para verlos.
—¿Y dónde fuiste?
—Tiendo a correr sin rumbo, es como que intento escapar como sea. Aunque me meta en un lugar peor. Básicamente es una metáfora de mi vida.
—¿Por qué?
—Porque yo hui de Manchester y me metí en un lugar peor, con gente peor.
—¿Y después de que saliste corriendo qué pasó?
—Felipe me siguió. Discutimos porque yo pensé que él había traído a mis padres de sorpresa. Él me recriminó que no sabía nada de mí, así que discutimos. Yo entendí que él actuaba ciego, sin saber dónde se metía o qué cosas me podían llegar a afectar. Decidí contarle lo de Gael, pero cuando estábamos en su casa.
—Y al otro día fueron tus padres a la casa de Felipe.
—Sí, él les dijo que vayan. No los podía enfrentar en la graduación. Y ocurrió algo muy raro; yo creí que me iba a costar muchísimo perdonarlos, pero no fue así.
—¿Me querés contar más de eso?
—Sentí que, de alguna forma, estaba esperando que ellos me busquen. Quería verlos, quería volver a estar con ellos. Supongo que, siendo más madura y sabiendo cómo es verdaderamente el mundo, los pude entender. Pude entender porqué ellos no querían que esté con Gael, porqué no querían que tenga un hijo a los 16 años. Yo en ese momento no los pude entender, pero hoy sí. Hoy entiendo que para ellos tampoco fue fácil y, Carla, ellos cambiaron muchísimo. Me doy cuenta por mi hermana.
—¿Por qué?
—Son más cariñosos. Mi madre ya no parece esa mujer superficial y fría que solía ser y mi padre se despega de su celular y de la empresa, nos prestaba atención.
—¿El haberte reconciliado con tus padres te hace feliz?
—Mucho. Pero sé que todos tenemos que trabajar para mantenernos unidos.
Unos días después de mi sesión, estaba armando una pequeña valija porque Felipe me había pedido si lo acompañaba a Londres; aparentemente había otra sede de su empresa ahí y tenía que poner algunos asuntos en su lugar.
De algún modo, se sentía bien volver a mi país. Estaba emocionada.
—¿Lista, preciosa?— dice entrando a la habitación.
—Claro.
Cierro la valija y la bajo de la cama. La agarra y la lleva al recibidor donde el señor Torres se encarga de bajarla al estacionamiento. Bajamos por el ascensor y nos subimos al auto.
—Cariño, este no es el camino al aeropuerto.
Se ríe ante mi observación.
—Tienes un avión privado y viajaremos en él, ¿verdad?
—Sí, preciosa.
Siempre había viajado en primera clase, pero un avión privado era algo a lo que mi familia no tenía acceso. Nunca me iba a acostumbrar a todo el dinero que tenía Felipe.
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Un nuevo camino
Chick-LitMuchas veces buscamos un nuevo comienzo, el problema es que no nos damos cuenta que, para lograrlo, debemos superar las cosas que nos llevaron a buscar ese comienzo. La necesidad de encontrar algo nuevo. Parece un juego de palabras, pero es la reali...