Capítulo 56

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Llegamos a la casa de los padres de Mare y me tuve que preparar mentalmente para entrar. 

—Escucha,— dice Felipe, sacándome de mis pensamientos— yo estaré aquí para cuando quieras irte, ¿de acuerdo?

—Claro.

Bajamos del auto y nos unimos a Anna y Henry que llegaron junto a nosotros. 

—¿Estás lista?— Anna asiente— Escucha, Mare puede intentar estar como siempre. No la presiones para que nos cuente cómo está. Hay que dejarla que ella sola, de a poco, nos vaya hablando.

—Entiendo. Si en algún momento ves que digo algo inapropiado, házmelo saber.

Asiento y tocamos la puerta. Una señora de mediana edad nos abre y le decimos que venimos a ver a América. Nos deja pasar y la mamá de Mare nos recibe con un abrazo. Henry y Felipe la saludan y entramos en la sala de estar. 

América está ahí; su cara se ve bastante mal y trato de no hacer ninguna mueca extraña para no ponerla mal. Ella nos sonríe y se levanta para saludarnos. La abrazamos y fue a saludar a los chicos. 

Felipe la abrazó y sentí algo extraño; no eran celos, me ponía feliz estar con un hombre así. A pesar de sus defectos, Felipe era un gran hombre y sabía que nunca me lastimaría intencionalmente. 

—¿Vienen conmigo un momento?— pregunta Mare a Anna y a mí.

—Claro— respondo y la seguimos. 

—Ahora venimos, pónganse cómodos— les dice a ellos. 

Nos dirige a su habitación y cierra la puerta, detrás de ella. Tiene una mirada acusadora. 

—Tú tienes que dar muchas explicaciones— me dice. 

—¿Yo?— pregunto confundida. 

—Sí, tú— la secunda Anna. 

—¿Qué pasó con Felipe? Claramente, se arreglaron. Pero quiero saber más— dice emocionada. 

La alegría llenó mi cuerpo al ver a Mare así. Sabía que el camino para que se recupere de esto sería difícil pero me alegraba tanto saber que no tenía graves secuelas.

—Estamos trabajando en eso— respondo con una sonrisa. 

—Quiero saber más— dice América. 

—Ayer discutimos mucho y…

—Y si. Después de tu escenita era obvio que reaccionaría— me interrumpe Anna. 

—¿Qué escena?— pregunta Mare emocionada. 

—Ayer entró a la sala de espera abrazada a tu psicólogo.

—¿Santiago?— asiento— Con razón…

—¿Qué cosa?— pregunta confundida. 

—Termina de contar, y te cuento.

—Y Felipe estaba ahí. Lo mejor es que ella lo llamó "Santi" delante de él. Oh, Mare. Su cara fue épica. 

—Bueno, sigo contando. Peleamos y le dije que ya no soportaba seguir luchando por nuestra relación si él no me daba ni una razón para hacerlo. Bueno, después nos besamos y…

—¿Te acostaste con él en plena discusión?— dice Annie y asiento. 

—Y me pidió perdón, me dijo que me amaba y lo estamos intentando. No lo podré perdonar de un día para otro pero lo amo y no me quiero rendir con nuestra relación.

Un nuevo caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora