Capítulo 54

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En cuanto vi a Felipe me percaté de que Santiago tenía su brazo rodeando mis hombros. Ah, qué más da, no es como si a Felipe le importara. Aunque pude ver cómo lo fulminaba con la mirada. 

—Annie, Santi— dije señalando al susodicho— dijo que podíamos pasar a ver a Mare.

Ella se paró rápidamente pero me miraba de forma extraña. La miré intentando preguntarle con la mirada qué pasaba y ella señaló con sus ojos a Santiago. Yo reí por lo bajo y entramos en la habitación de Mare. Henry le había traído un poco de ropa de Anna. 

En cuanto nos vimos, nos abrazamos nuevamente. 

—Gracias, chicas. No sé cómo agradecerles.

—¿Quieres contarnos qué pasó? Si no quieres, no importa. Te entendemos, lo único que nos importa es que estés bien.

—Tus padres ya están en camino; ¿quieres quedarte con ellos? O puedes quedarte con nosotras, lo que tú quieras— le dice Annie. 

Mare suspira, la habíamos atacado a preguntas. 

—Me quedo con mis padres, estaré bien con ellos. Si quieren, pueden ir a visitarme ahí.

—Claro, cariño. Ahí estaremos tanto como tú quieras.

—Al principio, todo estaba bien.— empezó a contar— Ustedes saben, el día que nos vimos en la cafetería todo estaba bien. Pero empezó a tener actitudes raras conmigo, me empezó a llenar la cabeza con cosas en contra de ustedes. Me decía que ustedes no me querían tanto, que yo siempre sería ajena a la relación que ustedes tienen. Cada vez que le decía que las iba a ver, él me decía que porqué no me quedaba con él.

Su voz se empezó a quebrar. 

—Cariño, no es necesario que nos cuentes todo hoy— la interrumpí. 

—No,— dijo negando con la cabeza— quiero hacerlo.

Asentimos y siguió contando. 

—Si le decía que nos íbamos a ver, él se enojaba y terminábamos peleando. Eran peleas fuertes pero yo lo atribuía a que ambos teníamos carácter fuerte, como una tonta.

—Mare, nada de esto es tu culpa— le dice Annie tomando su mano. 

—Pero se supone que yo debería haber interpretado las señales, eso es lo que estudié.

—Mare, nosotras también estudiamos que, cuando le pasa a uno, es muy difícil identificarlo. Nada de lo que pasó es tu culpa porque no hay nada que justifique lo que hizo.

—Como no quería pelear más, empecé a poner excusas para no verlas. Pero se molestaba cada vez que hablábamos por mensaje, así que también empecé a responder de forma escueta. Yo creí que así se iba a calmar pero no, cualquier cosa era motivo para enojarse. Hoy había decidido ir a verlas, de todos modos se iba a enojar. Y bueno, el resto se lo pueden imaginar.

—Oh, Mare. Lamento que hayas tenido que pasar por eso— dice Annie y la vuelve a abrazar. 

Intentaba contener las lágrimas pero fue imposible, salí rápidamente de la habitación y Santiago estaba esperando fuera para que nadie nos moleste. No tuvimos que decir nada, él me entendió y me permití refugiarme en sus brazos. 

—¿Meredith?— preguntan y me doy vuelta para saber de quién era la voz. 

Eran los padres de Mare, me separé de Santiago y me acerqué a ellos; su mamá me abrazó fuertemente. 

—Gracias, Meredith. Salvaste a mi nena. No me alcanzará la vida para agradecerte.

Las lágrimas volvieron y, con sus palabras, me di cuenta de lo mucho que extrañaba a mi mamá. 

Un nuevo caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora