Capítulo 12

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Mare había preparado un pollo al horno con papas y batatas. Estaba delicioso. Lo acompañamos sin alcohol porque nuestros hígados tenían que descansar después de esta semana; en especial el mío.

Charlamos animadamente; les conté todo sobre mi noche con Felipe pero no logramos sacarle información a Anna. Algo se traía y no nos estaba contando.

Mare se fue y sólo quedamos Anna y yo en nuestra habitación.

—¿Me vas a contar con quién estuviste anoche y ayer a la tarde y el otro día?

Anna me miró sorprendida; no esperaba que se lo pregunte de forma tan directa.

—Si no me lo quieres contar, lo entiendo. Pero quiero saber si estás bien, es lo único que me interesa.

Se le llenaron los ojos de lágrimas y me preocupé; ¿qué estaba pasando?

—No puedo contarte, Meredith. Pero no es por mí.

Su voz sonaba triste. Ay, Annie. Haría lo que sea por ayudarte.

—¿Es alguien que conocemos?

Asiente levemente.

—Oh, Annie. Ven.

Estiro mis brazos y se acuesta a mi lado, la abrazo.

—¿Me quieres contar sin decirme quién es?

Suspiró.

—Es más grande que yo, nos conocimos y después de un tiempo, había algo entre nosotros.

La miro atenta y la animo a seguir.

—Bueno, hace un mes vino aquí y...

—¿Un mes?— la interrumpí.

Se mofó.

—No es como que estés todo el tiempo aquí, es bastante fácil ocultarte algo. ¿Viste el día del show?

Asiento asombrada; el tono amargo de su voz me descolocó.

—Cuando América me dijo que no ibas a ir, tampoco fui yo. Y vino aquí.

¿Qué?

—Anna Gilbert, estoy completamente pasmada.

No podía salir de mi asombro, hasta que algo cruzó por mi mente.

—Espera.

La miré con el ceño fruncido.

—Sí, te mentí la otra vez cuando me atrapaste. No había sido la primera— dijo adivinando.

—¿Quién eres y qué hiciste con mi dulce y santa compañera de cuarto?

Me miró mal.

—Mer, siempre fui así. Sólo que siempre estuviste muy ocupada con tus cosas como para darte cuenta.

¿Otro reclamo?

—No me digas eso, Annie. Me haces sentir mal.

Lo que dijo me había dolido, y mucho.

—No lo digo por eso. — me tranquiliza— Sólo, es la verdad, Mer, siempre estuviste muy ocupada ocultando tus cosas que sólo no prestabas tanta atención a lo que pasaba a tu alrededor.

Realmente me había quedado sin palabras; ¿Anna había fingido todo este tiempo? ¿Sabía lo que le ocultaba? ¿Qué más me ocultaba ella?

—Te dejo tiempo para que lo pienses, nos vemos.

Me dio un beso en la cabeza y se fue dejándome con las palabras trabadas.

Tenía que hablar con ella, pero antes, iba a llamar a Laura.

Un nuevo caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora