Capítulo 42

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Besos se regaban por mi espalda desnuda; estaba demasiado cómoda como para moverme. Me estremecí de pies a cabeza.

—Buenos días, dormilona.

Sonreí y abrí los ojos. Ahí estaba él, tan perfecto como siempre.

—Mmm, muy buenos.

—Está muy cansada, señorita Robbins.

—Es que mi novio me mantuvo despierta hasta muy tarde, señor Mills.

—Qué desconsiderado.

—Totalmente.

Sonrío y lo beso.

—Desconsiderado e insaciable— digo al separarme de sus labios.

—Es todo su culpa, señorita Robbins.

Miro el reloj y veo que era considerablemente temprano, frunzo el ceño.

—¿Por qué me despertaste tan temprano?

—Me tengo que ir a trabajar. Ayer tuve que rogarle a una bella dama que se quede a mi lado y, para eso, tuve que escapar de la empresa. Soy el jefe pero no me puedo dar tantos lujos.

—Mmm el jefe... Me voy a poner una pollerita y voy a ser su secretaria. Así arruinamos algunos papeles sobre el escritorio.

Él suspira y yo sonrío, mordiéndome el labio.

—Mierda, ahora voy a pensar todo el día en eso. ¿Qué es lo que haces conmigo?

—Soy irresistible, cariño.

Me acerco otra vez y lo beso.

—Basta, o no podré irme.

Hice un puchero; no quería que se vaya.

—Preciosa, tengo que irme. No sabes lo que me gustaría quedarme todo el día contigo pero tengo responsabilidades.

—Es tu culpa por salir con una desempleada.

Él ríe y se levanta de la cama para cambiarse.

—Estoy buscando trabajo, de todos modos. Sólo te estaba molestando.

Me mira serio y confundido.

—¿Por qué buscas trabajo?

—Porque no puedo ni quiero vivir del dinero de mis padres, porque para algo estudié y me gustaría ejercer. ¿Necesitas más razones?

—¿Y la fundación?

—¿Eso sigue en pie? Digo, con todo esto de Victoria.

—Ella vive en Manchester; no creo que se quede mucho tiempo más aquí. En algún momento se irá y nosotros podemos ir a Londres, si eso es todavía lo que quieres.

—Sí, claro que me gustaría. Sólo que... Nada, olvídalo.

Suspira y se acerca a mí.

—¿Qué es?

—Todavía intento entender cuál es mi lugar en tu vida; no quiero sobrepasarme o meterme en temas que no me incluyen. Eso es todo.

—Meredith, tú eres la persona con la que yo elijo estar; la persona que quiero a mi lado. Puedes decir lo que quieras. Me encantaría poder decirte que eres lo más importante en mi vida pero ahora tengo otra responsabilidad. Me encantaría poder decirte que elijas el lugar al que quieres ir y que vayamos.

—Lo sé; ambos sabíamos que esto sería difícil. Aún me cuesta procesarlo todo.

—Cariño, hace menos de 24 horas estabas en un aeropuerto esperando para irte a la otra punta del mundo. No te sobre-exijas. Hagamos algo; no quiero que te reprimas de decir algo ni nada, así que tú di lo que quieras decir y haz lo que quieras hacer. Si yo considero que te estás sobrepasando, te lo digo. ¿Te parece bien?

Un nuevo caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora