Capítulo 57

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—Tierra a Meredith— me dice mi jefe.

—Lo siento— digo saliendo de mi trance.

Sigo acomodando los papeles; tenía que dejar a todos mis pacientes en orden antes de irme de Barcelona.

Estaba pensando en Mare; ayer la vimos y estaba un poco desanimada. Aún no pude decirle que me voy a ir en un futuro bastante cercano. Por otro lado, las cosas con Felipe están funcionando; después de nuestra cita del sábado ambos nos sentíamos con la energía renovada y sentía que éramos capaces de resolver lo que se nos presente. 

Mi jefe sale de su despacho y entra Santiago.

—¿Cómo estás?

—Bien, ¿y tú? 

—Muy bien, ¿cómo está tu amiga?

—No lo sé; el sábado la vimos y parecía bien, ayer no tanto. Sé que es un proceso y que puede haber retrocesos pero sólo quiero que esté bien. 

—Tranquila, estará bien. Se nota que es una persona fuerte y no estuvo mucho tiempo sometida al maltrato.

—Lo sé— digo con una sonrisa.

—Meredith, hay un paciente tuyo con un ataque. Tienes que ir rápido— me dice una enfermera en la puerta del despacho de mi jefe.

—Voy para allí— digo y empiezo a correr al área de urgencias.

Al llegar a urgencias, busco a mi paciente hasta dar con ella. Consigo calmarla y que me cuente lo que le sucede. Una hora más tarde, puedo abandonar su habitación; estaba agotada.

Me siento en una silla de la sala de espera; sentía como si hubiera corrido dos horas. Busco mi celular y me doy cuenta que no lo tenía en mi bolsillo. Quería llamar a América así que me levanté con pesadez y fui al despacho de mi jefe a ver si lo había dejado ahí.

—¿Cómo fue con tu paciente?— pregunta Santiago cuando entro al despacho.

—Bien— digo suspirando— ¿Viste mi celular?

—Sí, lo dejaste aquí. Llamó tu novio.

—Oh, después lo llamaré.

Agarro mi celular y veo la notificación del calendario: tenía turno con mi ginecóloga en media hora y lo había olvidado. Por suerte mi turno ya había terminado.

—¿No terminó tu turno?— pregunta Santiago al ver que me acuesto en el sillón.

—Sí,— río— pero tengo que hacerme unos chequeos con mi ginecóloga así que esperaré aquí. No te molesta, ¿verdad?

—Claro que no. Así que supongo que te arreglaste con tu novio…

—Sí, estamos en un proceso. Empecé a perdonarlo, por así decirlo.

—¿Y se lo merece?— pregunta riendo.

—Sí, está haciendo buena letra.

—Me alegro que estés bien, entonces.

Él se fue y aproveché para llamar a Mare mientras.

—Hola, Mer.

—Hola, linda. ¿Cómo estás?

—Igual, ¿tú? 

—Agotada. Tuve una paciente difícil así que no doy más.

Me levanté y me puse a caminar para el sector del hospital en el que me tenía que atender, de otro modo, no llegaría.

Un nuevo caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora