Capítulo 36

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Amor de mi vida me lastimaste, me rompiste el corazón y ahora me abandonas. Amor de mi vida ¿no lo puedes ver? Te llevaste mi corazón y ahora lo quiero devuelta, porque es mío y no sabes lo que significa para mí. 

Un amor así, en un segundo puede hacerte la persona más feliz y en otro la más desdichada. Cuando llega el amor de tu vida, no hay nada que pueda frenarlo. De ese amor depende tu felicidad o tu ruina.

Por el amor de tu vida dejas todo, renuncias a todo. Por el amor de tu vida tomas decisiones… Decisiones acertadas o no, eso es lo maravilloso del amor de tu vida; te puede traer alegrías, tristezas, o las dos. Pero es importante vivirlo porque, para bien o para mal, el amor siempre trae sus frutos.

El amor de tu vida es eso, un amor que dura toda la vida. 

—¿Meredith? Dime algo, por favor— me dice Felipe y salgo de mi trance.

—¿Hay algo por decir?

Mi voz salió en un susurro.

Me levanté y busqué todas mis cosas, necesitaba salir de aquí. Sentía su mirada en mí pero intenté ignorarlo. Terminé de juntar mis cosas y me dispuse a salir de la habitación.

Pero me detuve y me di vuelta para enfrentarlo.

—¿Quieres que te diga algo?

Asiente con la cabeza.

—Gracias. Gracias por ayudarme, por quererme de la forma en la que lo hiciste; Me hiciste dar cuenta que merezco que alguien me quiera. Gracias por lograr que me reúna con mi familia, no hubiera podido sin tí. Creí que estábamos destinados a estar juntos, ya veo que no. Había tomado la decisión de estar contigo, de dejar todo por nuestro amor; que cualquier problema que se presentara no iba a importar porque lo íbamos a resolver juntos. Supongo que me equivoqué. Te amo, eso probablemente no cambie nunca pero no puedo estar más aquí. Adiós.

—Meredith, espera. ¿Por qué siento que te estás despidiendo para siempre? Que nunca más te volveré a ver.

—Porque eso es lo que está pasando; me voy a Maryland. No volverás a verme.

Él se levanta y se acerca a mí. Me acorrala contra la pared.

—No puedo hacer esto, por favor— sollozo.

—No te vayas.

Los dos estábamos llorando y nos mirábamos fijamente.

—No me puedo quedar aquí; nunca lo quise. Menos sin ti.

—Yo te amo, Meredith.

—Y yo a ti. Pero el amor no es lo único; y por mucho que nos amemos, no podemos estar juntos. Ya nos lastimamos demasiado. Déjame ir, por favor.

Se acerca para besarme.

—Déjame ir. 

Me da un beso en la mejilla y se aleja de mí. No sé quién está llorando más.

Salgo de su habitación y me dirijo al vestíbulo, él me sigue y ve cómo entro al ascensor

—Adiós, Meredith.

—Adiós, amor mío.

Las puertas del ascensor se cierran y me desplomo en el piso del ascensor.

Oficialmente, había perdido al amor de mi vida.

12 horas antes**

Bajé del avión y, a pesar del viaje, me sentí renovada. 

Un nuevo caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora