Capítulo 8

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La brisa de la mañana golpeaba en mi cara; me encantaba salir a correr. Al principio, lo empecé a hacer porque era la única forma de mantenerme en forma para mi trabajo. Pero, me di cuenta de lo bien que me hacía; así que ahora salía a correr todos los fines de semana.

El recuerdo de anoche me pesaba todavía; estaba confundida. Una parte de mí, la egoísta, quería que me llame, que me busque, que me diga que se arrepintió y me quiere seguir viendo. Pero otra parte estaba aliviada de que todo haya terminado; ya no me tenía que preocupar por lastimarlo o que me lastime, ni porque descubra mi secreto.

Había terminado, y era lo mejor.

Ahora tenía que concentrarme en mí: ¿Qué iba a hacer con mi vida? Tenía que pensar si me quedaba en España o volvía a mi país, pero la verdad es que ninguna de las dos opciones me agradaba. Felipe seguro me diría que me quede.

Alto ahí Meredith, no vayas por ese lado. A él no le importas, recuérdalo.

Volver a Inglaterra me recordaría todo lo que perdí, me recordaría cómo sería mi vida ahora si las cosas hubieran sido diferentes. No podía con eso, esa era la razón por la que me fui y no lo podría soportar. No después de ver en lo que se convirtió mi vida.

Tal vez si me hubiera ido bien aquí, podría soportar volver. Pero, sabiendo que mi vida no hace más que empeorar, no lo iba a lograr. Me tenía que resignar a que nunca iba a poder volver.

Llegué a la residencia y dejé de correr; estaba agitada y las piernas me latían por el esfuerzo. Fui hasta mi habitación y me fui directo a la ducha.

Al salir, noto que Anna no estaba. Veo mi celular y me había mandado un mensaje.

"Segunda oportunidad, veremos si vale la pena. No me esperes hasta la noche. Quizás yo también necesite el tequila después de todo"

Así que otra vez se vería con el misterioso hombre de la otra vez; todavía no había logrado sacarle quién era. Había estado muy rara desde esa noche, tenía que averiguarlo. Pero si ella no me quería contar, también la entendía. No es como si yo no le ocultara nada.

Me preparo un sándwich, no tenía ganas de cocinar algo muy elaborado sólo para mí. Lo termino de comer y me pongo el pijama, dispuesta a dormir. Esta noche no quería estar cansada. Me acuesto y el sueño empieza a aparecer. Hoy era mi noche. La iba a disfrutar, ningún ojiazul me lo iba a arruinar. O tal vez sí...

Me despierto a las 6 de la tarde. Al parecer estaba cansada. ¡Anna todavía no había llegado! Chica traviesa. Decido enviarle un mensaje.

"Parece que la segunda valió la pena. Acuérdate que me seguís debiendo el tequila. ¡A las 8 nos vamos!"

Empiezo a buscar qué ponerme esta noche cuando escucho la puerta. Ahí viene Annita.

—Pero miren quién decidió aparecer— digo riendo de espaldas, sin verla.

—¿Quién?— dice una voz que claramente no era Anna.

Me di vuelta asustada, esto no podía estar pasando.

—¿Qué haces aquí?

—Sólo el delivery.

Me entrega una caja mediana que estaba cerrada.

—¿Cómo entraste en mi habitación? ¿Por qué tienes la llave?

Tenía miedo, ¿y si le habían hecho algo a Anna?

—Laura me la dio, hace años tiene las llaves de tus habitaciones en la residencia.

Esto era demasiado para soportar.

Un nuevo caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora