Capítulo 34

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Anna seguía manejando; ella no se daba cuenta de lo mucho que me estaba ayudando. No sé qué haría; podría ir a Londres con mis padres mientras espero que se apruebe mi visa de trabajo para ir a Maryland. O podría quedarme encerrada en algún hotel de Barcelona hasta que eso suceda.

Nos sobresaltamos cuando la pantalla del auto empezó a sonar, indicando que alguien llamaba. El identificador marcaba el nombre de Felipe.

—No atiendas, por favor— pido.

—¿Estás loca? No lo haré.

La miré agradecida y dejamos que siga sonando.

5 minutos después me dejó en lo de Mare.

—Gracias por esto, Annie. De verdad lo aprecio muchísimo. Temo que te traiga problemas con Henry.

—Tú eres mi hermana, Meredith. Estás por encima de cualquier hombre.

Nos abrazamos y bajé del auto. Entré al edificio y Mare me estaba esperando con una bolsa en la mano. Me abrazó y subimos.

—¿Qué hay en la bolsa?— pregunto cuando entramos a su departamento.

La habíamos ayudado a mudarse cuando terminamos la universidad, no había vuelto a ver el resultado final. De verdad hizo un muy buen trabajo con la decoración.

—Un kilo de helado para ahogar las penas.

La miré agradecida.

—¿Quieres bañarte? Te espero en la cama.

Asentí y me dirigí al baño. Me saqué el vestido y los zapatos, me metí en la ducha y dejé que el agua caliente relajara mi cuerpo. Mis lágrimas se confundieron con el agua. Quería que todo fuese un sueño, que todo este día se borrase. Quería despertarme en los brazos de Felipe, que me diga que me amaba, que todo iba a estar bien.

No podía sacar de mi cabeza su mirada de rechazo, de enojo. Cuando, entonces, entendió quién era yo. Lo único que podía pensar era en que hoy le iba a decir que quería quedarme con él y que ahora tendríamos que estar festejando. Pero no, aquí estoy, con el corazón destrozado, llorando en la ducha de mi amiga.

Salí de la ducha y me sequé. Me puse un pijama que me dio Mare y salí del baño.

—Mer, ¿quieres llamar a tu mamá?

Oh, mamá. La necesitaba. A toda mi familia.

Asentí y Mare me prestó su teléfono. Marque el número de mi madre y esperaba recordarlo bien.

—Hola.

—¿Mami?

—¿Meri?

Mi voz se quebró y lancé un sollozo.

—Meri, ¿qué pasa, cariño? ¿Estás bien?

No podía parar de llorar para responderle, mi boca se negaba a decir algo. Mare me sacó el celular y lo agarró.

—Señora Robbins, soy América, una amiga de Meredith. Sí, la que dio el discurso en la graduación. Meredith no está bien, peleó con Felipe. No sabemos muy bien qué pasó pero está muy afectada.

Hubo un silencio, supongo que mi madre le estaba diciendo algo.

—Claro, espero— dice Mare-

Me calmé un poco y empecé a respirar de forma más normal.

—¿Quieres hablar tú?— me pregunta.

Asiento y me pasa el celular.

—América— dice mi madre del otro lado.

Un nuevo caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora