Salgo de mi pequeño trance y agarro al bebé. No tenía más que unos días de nacido. Lo sostengo en mis brazos y lo arrullo; deja de llorar.
—¡No! ¡No puedes hacer eso!— me dice Hanna cuando se da cuenta de la situación.
—No grites. Recién dejó de llorar.
—No puedes hacer eso, mira si está herido.
—Está bien, no le duele nada.
—¿Cómo sabes eso?
Me estaba empezando a caer muy mal esta mujer.
—A mi no me vengas con prepotencias. Sé que no le duele nada porque no está llorando.
Felipe se acerca a la puerta y agarra la caja en la que estaba el bebé.
—No hay nada aquí, ni siquiera una carta.
—¿Podría ser el bebé de Elizabeth?— pregunto.
—Tenemos que llamar a la policía— dice Felipe.
—Tu novia acaba de violar el protocolo así que te recomendaría que antes de que venga la policía lo vuelvas a poner en la caja.
—No me importa, Hanna. No lo voy a dejar en una caja de nuevo. Su mamá lo acaba de abandonar.
—Ay es un bebé, no es como si lo fuera a notar. No debe tener ni una semana de vida.
—Si vuelves a cuestionar la decisión de Meredith, te irás de la fundación. — advierte Felipe— Ahora llama a la policía para reportar el abandono.
Felipe agarra su celular y envía un mensaje.
—¿Estás bien, preciosa?
Veo la preocupación en su rostro.
—Si, cariño. Si te refieres a mi historial, es difícil, pero estoy bien.
Me besa la cabeza y mira el bebé; se durmió en mis brazos.
—¿Eres una encantadora de bebés?
—Parece. ¿Cómo se supone que es el protocolo?
—Se debe dejar en dónde se encontró hasta que un profesional de la salud esté a cargo de la situación.
—Es ridículo, ¿sabes el trauma que este bebé tendrá? Imagínate si se queda más tiempo en una caja.
—¿Tanto sabes de bebés?
—Me encantan— admito.
—Ojalá algún día tengamos muchos.
Lo miro sorprendida, me dejó sin palabras.
—Están fuera— avisa Hanna.
Qué oportuna.
—Los haré pasar— me avisa Felipe.
Abre las puertas y sale a encontrarse con la policía. Una mujer policía entra acompañada por una médica.
—Meredith Robbins,— me presento— no puedo estrechar su mano.
La médica ríe.
—Yo te conozco— dice y la miro confundida.
—¿Eres de Alderley Edge?
—Si. Hace unos años dejé de vivir ahí.
—Mi hermana era tu amiga, Ashley Johnson. Yo soy Marie.
—Oh, te recuerdo. Tu nos diste nuestra primera cerveza, ¿cómo está tu hermana?
—Se graduó hace un año, ahora vive en Liverpool.
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Un nuevo camino
Chick-LitMuchas veces buscamos un nuevo comienzo, el problema es que no nos damos cuenta que, para lograrlo, debemos superar las cosas que nos llevaron a buscar ese comienzo. La necesidad de encontrar algo nuevo. Parece un juego de palabras, pero es la reali...