Capítulo 69

2.2K 70 1
                                    

5 meses después**

—Olive, hija, ¿cuándo crees que podrás nacer?— le pregunto a mi abultado vientre.

Se suponía que tenía que nacer hace una semana y aún no sucedía nada.

—Sabes que no te contestará, ¿verdad?— me pregunta mi hermano.

Nuestra relación había mejorado considerablemente. Además, todos se tomaban turnos para cuidarme y así no dejarme sola. Porque mi bello esposo tuvo que irse de viaje y me dejó sola.

—No me molestes, estoy muy embarazada y el traicionero de mi marido me abandonó.

—No te abandonó, me manda mensajes cada 5 minutos para saber cómo estás.

—¿Y qué le dijiste?

—Gruñona, insoportable. Incluso estás un poco malvada.

—¿Cuándo volverá?

—¿Por qué no le preguntas?

—Porque estoy enojada con él y no le hablo.

Peter ríe y se retira de mi habitación.

Me dispongo a levantarme; tenía turno con mi obstetra y pensaba ir caminando. Después pasaría por la fundación para ver cómo está todo en mi ausencia.

—Falta una hora para tu turno— dice mi hermano extrañado al verme entrar en la sala.

—Iré caminando y después pasaré por la fundación. Ni siquiera pienses detenerme, no funcionará.

—Tuviste dos pésimas ideas.

—¿Qué tienen?

—No puedes ir caminando y no deberías ir a la fundación.

—Quiero ver cómo están las cosas.

—¡Dejaste a América a cargo!

—¿Y? No confío en ella.

—Claro que confías en ella, será la madrina de tu hija.

—Oh, Peter, déjame hacer algo. Ya me estoy frustrando.

—Está bien. Caminemos hasta la clínica. Pero le diré a Max que nos siga por si te cansas.

Salimos de la casa y empezamos a caminar.

—Tienes 5 centímetros de dilatación— me dice mi obstetra cuando me revisa.

—¿Qué?— pregunto alterada.

—Lo que escuchas. Nace hoy.

—Pero si ni siquiera rompí bolsa.

—Ya lo harás; ve a caminar un poco más así aceleras el proceso. Preparo todo para que te ingresen.

—¿Nace hoy sí o sí?

—Sí, Meredith. Sé que Felipe no está pero no podemos esperar otro día.

—Comprendo.

Salgo un poco anonadada del consultorio y busco mi celular.

—Hola, preciosa— dice el traicionero del otro lado de la línea.

—Felipe Mills, si no estás aquí antes que nazca tu hija, te olvidas que estás casado conmigo.

—Meredith, no entiendo.

—Nace hoy, me lo acaba de decir la obstetra. Así que súbete a tu helicóptero antes de que te mate.

—¿Rompiste fuente? ¿Dónde estás?

Un nuevo caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora